1.- Generalidades
Dados dos puntos a
diferente cota, lo primero que se me ocurre pensar es que para ir del
uno al otro sería bastante lógico construir una escalera. Si A está a mayor
altura que B, para ir de A a B, llegado el día, tendríamos que subir esa
escalera, y si fuera al contrario, tendríamos que bajarla. Si A y B
estuvieran al mismo nivel no habríamos construido la escalera, y podríamos
trasladarnos de uno a otro andando tranquilamente. En el caso, por supuesto, de
que entre ambos haya un camino, carretera o vereda, según gustos. La selva
siempre resulta peligrosa y en el desierto hace demasiado calor, allá usted. El
vacío es difícilmente transitable a nos ser en avión, globo o cualquier tipo de aerostato. De la nada,
mejor hablamos pasado un tiempo. En cualquier caso, puede informarse
someramente echando un vistazo a la obra magna de Sartre, El ser y la nada. Si
llega usted al final le felicito (especialmente por seguir vivo).
Si, sin embargo, usted fuera un pájaro, no
tendría que utilizarla en ninguno de ambos casos, pues los pájaros además de
patas tienen alas, algo mucho más práctico para este tipo de deambulaciones,
conocido con el nombre de vuelo. Hay aves, sin embargo que no son
pájaros y que no vuelan aunque tengan alas, por ejemplo la gallina, que espero
que, si usted me entiende, tampoco lo sea, por mucho que ponga (*) huevos.
Misterios de la evolución que alcanzan también a otro tipo de aves de los que
nombraré sólo a los que yo conozco a bote pronto: el ñandú, el casuario,
la avutarda, el avestruz y el kivi. Para otros especimenes consultar wikipedia,
por favor. Con lo anterior creo que ha quedado claro que las escaleras son
preferentemente utilizadas por animales con patas, hecho que justifica
el que los peces no lo hagan porque no las tienen, aunque en su día es muy
posible que sí las tuvieran si hacemos caso a Darwin y sus colegas (**). Los
barcos tampoco tienen patas ni piernas aunque aún hoy en día algunos niños
franceses tengan dudas (***). Estos antecedentes justifican sobradamente que
sean utilizadas por nosotros que aunque no tenemos patas, sí tenemos piernas,
que no deja de ser un eufemismo bastante vergonzante, pero cuya función es
idéntica, por decir algo, a la que desempeñan las del cerdo verrugoso.
Queda con esto claro que las escaleras podrán
siempre ser utilizadas por los seres humanos que tengan piernas, algo no
siempre evidente por razones que no me tomaré la molestia de especificar. Está
usted perfectamente dotado para entenderlo. Las personas con una sola pierna o
que no se pueden valer de las dos, es decir, los cojos, podrán utilizar
las escaleras pero lo harán con las dificultades inherentes a su minusvalía, y
normalmente ayudados por una muleta (si antes no deciden saltar al ruedo y
tomar la alternativa). Las escaleras mecánicas pueden sin embargo ser
utilizadas por todo tipo de seres vivos siempre que sepan hacerlo. Las personas
en silla de ruedas lamentablemente no podrán, aunque los establecimientos más
al día dotan a sus instalaciones de algo similar en forma de cinta continua.
2.- Metodología.
Una vez al corriente de
todo lo reseñado en el punto anterior, y en concreto que somos animales bípedos
capacitados para actuar por nuestra cuenta, vamos a proceder a subir la escalera
mencionada, aquella que según se reseñó al principio de este escrito, nos
llevará del punto A al B, situado este último a un altura superior (respecto al
nivel del mar en Alicante en la península ibérica). Para empezar, lo primero
que debemos hacer es ubicarnos inmediatamente delante del primer peldaño de la
escalera en el sentido de la marcha, normalmente con los dos pies juntos o
próximos, aunque esto no sea estrictamente imprescindible. Para situarnos sobre
el primer escalón, deberemos dar un primer paso salvando la altura de dicho
escalón, normalmente entre 10 y 25 centímetros. Este paso, como de todos es
sabido desde aproximadamente los dos años de edad, se efectúa lanzando una de
las piernas hacia delante al tiempo que se sube la rodilla lo suficiente para
que dicho tal cosa sea posible. A partir de ese momento preciso, la escalera
podrá ser subida paso a paso, es decir un escalón por cada paso, o deteniéndose
en cada escalón con los dos pies juntos, algo solo recomendable para gente
mayor o que no esté en forma. Con cualquiera de los dos métodos, debemos
dar por finalizada nuestra ascensión una vez alcanzada la cota B, pues lo que
sucederá a partir de este punto no es objeto de estas instrucciones. Puede
reseñarse, no obstante, que justo después podríamos encontrarnos con una pared
que nos impida seguir adelante, o que el terreno no varíe en altura, con lo
cual ya no estaríamos hablando de subir una escalera sino de algo muy distinto.
Vaya usted a saber, incluso podríamos comenzar a bajar, para lo cual le
recomendamos que lea el trabajo publicado con tal título por esta editorial con
anterioridad.
Ahora bien, antes de dar por
finiquitado este estudio, no debemos olvidar que subir una escalera de la forma
que acaba de reseñarse no es ni mucho menos la única, pues como mínimo pueden
apuntarse otras cuatro, a saber: a saltos, de espaldas, al
bies y a la pata coja. Y además, en cualquiera de ellos, incluso el
habitual, haciendo o no uso del pasamanos, detalle en el que no nos
entretendremos por no ser tal particularidad objeto de estudio en este trabajo.
Si resultara que usted es manco del brazo que debía ejecutar la tracción,
mala suerte amigo, esperemos que la musculatura de sus piernas le permita sin
embargo continuar subiendo. Recomendación general en cualquiera de los casos
mencionados en función del estado de forma de quien asciende, es que procure
hacerlo sin agitarse, a un paso que se acomode a sus posibilidades y que no
provoque un aumento incontrolado de sus pulsaciones, algo nada recomendable
para quienes tienen un estado de forma solo discreto, y en aquellas
personas con antecedentes cardiovasculares. CONTINUARÁ (pero no mucho).
3. Conclusiones
Subir una escalera, como
hemos visto en los dos puntos anteriores, no parece una empresa ardua para las
personas que no tengan dificultades físicas severas, como son alguno de
los casos que hemos mencionado directa o indirectamente. Podría suceder, no
obstante, que puedan darse algunos casos en los que estas dificultades fueran
de orden psíquico, por ejemplo la fobia a las escaleras. Ya sé
que no es un caso frecuente, pero tampoco tan raro como pudiera parecer, por
ejemplo ante aquellas con una pendiente muy superior a lo normal, pongamos, por
decir algo, las que superan los 45º de inclinación. Hay gente para la que la
sola vista de tamaña desmesura ya supone un reto, pues serían incapaces de
subir varios peldaños, detenerse y mirar hacia atrás: sentirían un vértigo
insuperable. Y no digo de algún tipo de escaleras que por su forma pueden originar
conflictos de otra índole, sin ir más lejos, las escaleras de caracol y
el miedo subsiguiente de algunas personas a marearse o perder el control.
A lo que podríamos añadir otras con características muy precisas, por ejemplo
las lujosas escalinatas de algunos edificios y monumentos públicos que
pueden desatar en su interior una culpabilidad enorme, llevados por una conciencia
ética incompatible con el lujo y el boato. O en sentido contrario las
escaleras demasiado humildes de edificios muy vetustos que crujen a cada paso,
desatando un miedo cerval al derrumbamiento o la caída en los muy pusilánimes y
en general a la gente mayor o poco dotada. Y no digo nada de ciertas instalaciones
(y más si son provisionales) para espectáculos deportivos y culturales, que
nada más verlas sugieran su desplome por exceso de carga. La escena de la huída
por las famosas escaleras de El acorazado Potemkin induciría a risa en
comparación con el pánico que determinados sujetos podrán experimentar ante las
antes detalladas.
Están pues todos ustedes advertidos. Pueden
coger las escaleras con la conciencia que espero que estas instrucciones les
hayan proporcionado o utilizar el ascensor, si ha lugar. Se desaconseja
vivamente la escalada: las ventanas al exterior y los balcones en
general no son de fiar.
(*) Queda a voluntad del
lector sustituir este verbo por otro que le parezca adecuado.
(**) Según la teoría de
la evolución, los animales terrestres salieron del mar hace millones de
años. Dígame usted cómo, si no solo se trataba de serpientes.
(***) Existe una
famosísima canción infantil francesa en la que un niño pregunta a su mamá si
los barcos tienen piernas. Ésta, no queriendo defraudarle le responde que desde
luego, porque si no fuera así ¿como podrían navegar? (ver el original en wikipedia o similares: maman
les petits bateaux ont ils de jambes?)
No hay comentarios:
Publicar un comentario