jueves, 14 de marzo de 2019

DEFINICIONES y CONSECUENCIAS


El problema de la identidad de lo que sea, se basa en su definición. Una cosa es lo que es con independencia de que alguien manifieste en qué consiste.

Quizás la única definición posible esté en lo que dicha cosa exprese por sí misma de alguna manera que no nos sea ajena, en cuyo caso estaríamos en las mismas. O parecidas.

 En una hoja yo puedo percibir principalmente su color verde debido a la función clorofílica, y sin embargo ¿quien me asegura que tal característica figuraría en la definición que ella daría de si misma?

Esto nos remite al problema de la incognoscibilidad. Ser como algo absolutamente diferente de ser visto. Jódete Berkeley! (*). La definición como una trampa que nos aleja aún más de lo definido.

Dicho lo cual, sin embargo, existo por mucho que me empeñe en suponer que solo son imaginaciones mías. La tabla periódica de los elementos sigue ahí, y en el labortaorio buena parte de ellos son detectables en mi cuerpo. Gracias Mendeleiev. Y por otro lado, si trato de pasar de una habitación a otra atravesando la pared no lo conseguiré aunque me obstine. Los cardenales y las magulladuras darán buena prueba de ello a posteriori del intento.

En el límite podría, podría reconocer que nos conocemos o que apenas nos conocemos, pero no creo que eso sea un inconveniente definitivo para saludarnos cuando nos encontremos inopinadamente al doblar una esquina. Cortesía y ontología no son incompatibles. Otra cosa sería que en lugar de un encuentro discreto, nos golpeáramos con cierta violencia, en cuyo caso no dude usted que como mínimo por mi parte me acordaría de sus muertos.

(*) Berkeley, además de obispo, filósofo, pronunció una frase que ha quedado en la historia de la filosofía “ Existir consiste en percibir y ser percibido” ( Esse est percipi et percipere).

No hay comentarios:

Publicar un comentario