-La última vez que la vi me dijo que tenía la certeza de estar
embarazada. Le contesté que todo era posible cuando uno desea algo con la
suficiente intensidad, incluso, como era su caso, a los sesenta y tres años. Me
aseguró que desde hacía algún tiempo todas las noches la visitaba un tipo muy
educado y con buen aspecto, que entraba en su habitación por la ventana. Un
verdadero caballero. Le hice notar lo sorprendente de la situación pues más
allá de lo apuntado con anterioridad respecto a su edad, daba la casualidad que
su habitación estaba situada en un quinto piso. Finalmente, para no
contrariarla, maticé lo anterior asegurándole que era posible que fuese un
hombre dotado para la escalada o emparentado con el hombre araña, pues por nada
del mundo quise quitarle la ilusión que asomaba a sus ojos de traer a este
mundo a otro desgraciado.
-Ángel y Luisa siempre van juntos, algo que tratándose de un
matrimonio ya entrado en años, tampoco es nada especial. Luisa, al parecer,
tiene últimamente tendencia a caerse, y ayer mismo saliendo del restaurante
donde suelen comer habitualmente, yo mismo pude verlo. Me dio la impresión de
que le fallaba una pierna al bajar el escalón en la puerta de salida a la
calle, y se cayó aparatosamente sobre la acera. Afortunadamente solo fue el
susto. En cualquier caso, lo que me dejó perplejo fue que su marido la dejara
sola un instante y se acercara hasta mi, único testigo de lo ocurrido, para
decirme: “No se alarme. Su estabilidad y equilibrio son perfectos. El único problema,
es que en los últimos tiempos, con frecuencia, le da por tirarse”, para luego
marcharse muy satisfecho.
-Si alguien me preguntara por ella, ahora que se ha ido y que no
volveré a verla, podría decir que es una mujer divertida y pizpireta. Ya sé que
muchos no estarán de acuerdo con el segundo calificativo, teniendo en cuenta
que es una mujer bellísima, doctora en Ciencias Exactas y con un cuerpo de
escándalo, del que solo mencionaré unos pechos sobresalientes y un culo fuera
de toda medida para su tipo y estatura. Pero yo lo siento a sí, y después de
todo, se me concederá que cada cual puede manejar el diccionario como le venga
en gana. Sin ir más lejos, ya Einstein habló de la curvatura del espacio. Aviados
estaríamos si fuera de otra manera.
Esta tarde hace calor. De hecho, mucho calor. Un calor exagerado
para estas fechas a penas entrado el verano. Tumbado en la cama trato de
relajarme con ayuda de un ventilador enfocado hacia mis piernas, las
pantorrillas para ser exactos. Al cabo del rato, tras un primer alivio, empiezo
a sentir un malestar intenso, casi una esquizofrenia, pues mientras la parte
superior de mi cuerpo, es decir mi cabeza y mi tronco sudan profusamente como
si me encontrara en el ecuador, los pies y los gemelos se me están quedando como
carámbanos, solo propios de los casquetes polares en esta época del año.
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