martes, 9 de agosto de 2016

ENSALADA



-La última vez que la vi me dijo que tenía la certeza de estar embarazada. Le contesté que todo era posible cuando uno desea algo con la suficiente intensidad, incluso, como era su caso, a los sesenta y tres años. Me aseguró que desde hacía algún tiempo todas las noches la visitaba un tipo muy educado y con buen aspecto, que entraba en su habitación por la ventana. Un verdadero caballero. Le hice notar lo sorprendente de la situación pues más allá de lo apuntado con anterioridad respecto a su edad, daba la casualidad que su habitación estaba situada en un quinto piso. Finalmente, para no contrariarla, maticé lo anterior asegurándole que era posible que fuese un hombre dotado para la escalada o emparentado con el hombre araña, pues por nada del mundo quise quitarle la ilusión que asomaba a sus ojos de traer a este mundo a otro desgraciado.

-Ángel y Luisa siempre van juntos, algo que tratándose de un matrimonio ya entrado en años, tampoco es nada especial. Luisa, al parecer, tiene últimamente tendencia a caerse, y ayer mismo saliendo del restaurante donde suelen comer habitualmente, yo mismo pude verlo. Me dio la impresión de que le fallaba una pierna al bajar el escalón en la puerta de salida a la calle, y se cayó aparatosamente sobre la acera. Afortunadamente solo fue el susto. En cualquier caso, lo que me dejó perplejo fue que su marido la dejara sola un instante y se acercara hasta mi, único testigo de lo ocurrido, para decirme: “No se alarme. Su estabilidad y equilibrio son perfectos. El único problema, es que en los últimos tiempos, con frecuencia, le da por tirarse”, para luego marcharse muy satisfecho.

-Si alguien me preguntara por ella, ahora que se ha ido y que no volveré a verla, podría decir que es una mujer divertida y pizpireta. Ya sé que muchos no estarán de acuerdo con el segundo calificativo, teniendo en cuenta que es una mujer bellísima, doctora en Ciencias Exactas y con un cuerpo de escándalo, del que solo mencionaré unos pechos sobresalientes y un culo fuera de toda medida para su tipo y estatura. Pero yo lo siento a sí, y después de todo, se me concederá que cada cual puede manejar el diccionario como le venga en gana. Sin ir más lejos, ya Einstein habló de la curvatura del espacio. Aviados estaríamos si fuera de otra manera.

Esta tarde hace calor. De hecho, mucho calor. Un calor exagerado para estas fechas a penas entrado el verano. Tumbado en la cama trato de relajarme con ayuda de un ventilador enfocado hacia mis piernas, las pantorrillas para ser exactos. Al cabo del rato, tras un primer alivio, empiezo a sentir un malestar intenso, casi una esquizofrenia, pues mientras la parte superior de mi cuerpo, es decir mi cabeza y mi tronco sudan profusamente como si me encontrara en el ecuador, los pies y los gemelos se me están quedando como carámbanos, solo propios de los casquetes polares en esta época del año.

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