Quiero anunciar urbi et orbe que ya he dado con la
solución. Con el problema, quiero decir. O quizás sea más apropiado decir que
he dado con la solución del problema. Suponiendo que exista tal cosa, claro
está. Es cierto que nadie me había pedido tal cosa, pero no creo que tal
extremo tenga demasiada importancia. Tampoco a Einstein le pidió nadie que
descubriera la ley de la Gravedad Especial. Ni de la General, por cierto, pero
el hombre se empeñó y lo logró, con independencia de que a partir de ese
momento su pelo se le disparara en todas direcciones y cogiera la manía de sacar la lengua cuando le hacían una
fotografía.
Mi hallazgo, volviendo de nuevo a lo anunciado al
comienzo de este texto, consiste en lo siguiente: todo obedece a una causa
incausada totalmente ajena a las cinco vías que enunció san Agustín, luz de la
Iglesia y obispo de Hipona. Todo obedece pues a “eso”, la causa que origina
todo lo que acontece a partir de ella misma, desde la caída del pelo más
insignificante de la cabeza más rala, hasta la posibilidad de que de nuevo un
meteorito de un tamaño equiparable a un campo de fútbol, vuelva a impactar en
la península del Yucatán o sus proximidades, aunque esta vez no haya dinosaurios
que extinguir. Quiere lo anterior decir, que basta de marear la perdiz
elaborando teorías complejísimas a base de energía oscura y expansiones del
universo. O de quintaesencias y big-bangs. La cosa es más sencilla y se
encuentra en la mencionada Causa Incausada, que nada tiene que ver con san
Agustín, repito ¿Tiene usted pensamientos raros y le interesan otras cosas que
no sean el Campeonato Nacional de Liga? No se preocupe, su dolencia está
causada por lo que ahora ya adivina. Le hemos dado la clave. O sea, la
solución.
Su vida a partir de este momento adquiere un nuevo
sesgo, y por lo tanto será muy normal que desde muy temprano por la mañana
decida no hacer absolutamente nada. Y con esto no quiero decir que se siente en
el sofá de la salita/comedor y se quede con las manos cruzadas. Nada de eso,
sino todo lo contrario. Claro que, a la postre, la decisión es suya. Podrá
obrar con total tranquilidad sabiendo que en cualquier caso, su motivación
obedece a ese principio universal que acabo de enunciar, y que por lo tanto, es
inútil rebelarse y hacer aspavientos.
Su vida se verá colmada de sentido, y podrá
abandonar definitivamente sus interminables estudios de filosofía para hallar
el quid de la cuestión, y también la experimentación cuántica buscando la partícula
elemental definitiva más allá del famoso bosón del famoso Higgs. Imagine qué
relajo desmontar y abandonar definitivamente el conocido colisionador de
hadrones. El LCH. Qué alivio, estará usted de acuerdo. Con las cifras de paro
existentes y la cantidad de indigentes en los semáforos, quiero decir.
En cualquier caso, habrá que precisar que esta
causa generadora de todo lo que viene después, no tiene nada que ver con un
punto de densidad infinita, ni se trata de un concepto tan poderoso que abarque
a todos los demás. Se trata, en realidad, de algo que no puede ser sustanciado,
pero que siempre está operativo, como un dolor de cabeza contra el que no hay
ibuprofeno que valga, o el impacto de un cometa contra la corteza de la tierra,
que tras el impacto no deja de llegar. O lo que es lo mismo: de seguir
impactando. Podría decirse que esta causa incausada no es solo una causa sino
al mismo tiempo una consecuencia. Una causa/consecuencia, en resumidas cuentas.
No es algo tan difícil de aceptar, de la misma manera que no lo fue el concepto
de espacio/tiempo de Einstein, del que hoy en día hablan hasta los más
iletrados con total desparpajo.
Llegados aquí, solo me queda felicitarme a mí
mismo y felicitarles a ustedes por haber adquirido un conocimiento que nos
facilita el poder abandonar
definitivamente la búsqueda de una teoría del todo, en la que tan ocupada están
ocupados gran parte de los científicos, rama física, astronomía y cosmología,
especialmente, que podrán dedicarse a labores más modestas, rutinarias y menos
costosas. A la horticultura y a regar el jardín, sin ir más lejos.
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