Apenas le vio aquella tarde en un destartalado bar del puerto,
tuvo la certeza de que se trataba de él. Era un hombre delgado y de modales
exquisitos que no tenía nada que ver con el resto de los clientes, personas
zafias, maleducadas y vociferantes que de ninguna manera podían tener las
virtudes que se le suponen a un ser como el que buscaba desde que tenía uso de
razón. O hablando con propiedad, desde que podía considerársele como un animal
racional. Al cabo del rato se acercó a él con algo que podía llamarse unción,
lo que al oto no pareció extrañarle en absoluto, aunque como cualquiera puede
imaginar, no era aquel el lugar apropiado para tales maneras. Se arrodilló a
sus plantas y le dijo “Señor, sabía que en algún momento te harías visible para
mí. Ha sido una travesía larga y penosa, pero ha merecido la pena”. El desconocido
no dijo nada y siguió bebiendo cerveza como si tal cosa. Ni siquiera le miró y
tuvo claro entonces que aquel hombre, sin ser quien había supuesto, era de
todas maneras un sabio, que aceptaba la locura de los demás con la misma
sencillez con la que aceptaba la propia.
Al parecer se considera a sí mismo un hacedor de conceptos
abstractos, un ser cuya única misión en el mundo consiste en la fabricación de
ideas que no tengan nada que ver en absoluto con la realidad. Hasta tal punto
esto es así, dice, que la mera enunciación de lo creado no puede ser hecha con
los vocablos de cualquiera de las miles de lenguas que todavía se hablan en las cuatro esquinas del globo (él suele llamarlo
planeta, aficionado como es a la astronomía “y los espacios siderales”, como
añade cuando está en racha) sino con otros de propia creación. Es por lo tanto
un tipo complejo con el que más vale no tener ningún contencioso, pues posee
además de la dicha, otras facultdes singulares como, por poner un ejemplo, su
capacitad para encontrar, allá donde se encuentre una salamanquesa, lo que un herpetólogo juraría imposible pues no
todos son el hábitat adecuado. Claro que, para terminar, cabe añadir aquí que
ese tipo no es de fiar en absoluto, y es más que posible que el concepto que
tiene de sí mismo no sea el apropiado, con lo que lo dicho con anterioridad no
serviría para nada. Eso que quede claro.
Los criterios por los que se guía en su vida personal, no tienen
nada que ver con los que rigen en su quehacer profesional. Siendo un componente
destacado de las Fuerzas Armadas de su país, varias veces condecorado en
Etiopía y Afganistán por acciones heroicas que en el último momento salvaron la
vida de muchos indígenas de ambos países (y de otros que se encontraban en el
terreno por razones que no hacen al caso), su quehacer diario cuando no está de
servicio en la metrópoli, dista mucho de tales consideraciones. En concreto, se
puede afirmar que es de la opinión que lo propio del comportamiento de un homo
sapiens, cuando no está sujeto a organizaciones estatales, debe atenerse
exclusivamente a una orientación que tenga en cuenta de manera exclusiva la
idea de la supervivencia de la especie. A pesar de ello, y del hecho de poder
vérsele algunas tardes vestido de trapillo en el barrio chino rodeado de
macarras y putas, es habitual verle armado de forma ostentosa, incluso con
lanzallamas. Quiere con ello dejar suficientemente claro que, además a pesar de
ser consecuente con lo expresado con anterioridad, es capaz de hacer una
síntesis que no haga su existencia un infierno cargado de contradicciones.
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