Ha matado a una persona que según propias manifestaciones era
Dios. Para demostrarlo, o al menos para buscar apoyo a sus palabras, solía
enseñar las palmas de sus manos al tiempo que exclamaba “con éstas lo hice”. Se
refería, como es natural, a la creación del universo. La gente del lugar en
principio se lo tomaba a chirigota, pero con el tiempo, incluso llegaron a cogerle
cariño al darse cuenta que básicamente se trataba de una buena persona
trastornada por los avatares de una vida convulsa, a lo largo de la cual había
perdido sucesivamente a su mujer y a sus tres hijos en circunstancias poco
claras. Ramón, sin embargo, siendo un recién llegado al lugar, no pudo
aceptarlo y a la segunda o tercera vez que el extinto se le acercó para repetírselo,
le clavó un cuchillo jamonero que hizo inútil la ayuda posterior. Como es
natural, el asesino está en la cárcel y va a ser juzgado en breve, algo que sin
embargo, parece tenerle sin cuidado. Tan profunda es su fe, que en la
actualidad todo su dilema consiste en definir con exactitud el tipo de pecado
que habría cometido en caso de que lo que decía Ramón fuera cierto, y
efectivamente se tratara de Dios en persona, lo que superaba con mucho al mero
sacrilegio.
La primera noticia que tuvo de ella fue a través de un guasap en
el que sus únicas señas de identidad, aparte de un número de teléfono
desconocido, era una fotografía en la que con toda nitidez podía verse el pecho
de una mujer que para nada tendría que pasar por el quirófano en uno u otro
sentido. En cualquier caso, dada la desvergüenza que hoy en día se emplea en
este tipo de comunicaciones, lo que más le sorprendió era el mensaje que la
acompañaba: “si me mandas una foto de lo tuyo te enseño la otra”. Y aunque
Arturo era un tipo recatado no pudo hurtarse al desafío y tras pensárselo un
buen rato, sabedor de las maldades que pueden hacerse con este tipo de mensajes,
le envió una fotografía de la parte interesada una vez en sazón, a la espera de
que su inesperada corresponsal tuviera a bien enviarle la izquierda, cosa que
sucedió al cabo de varios días, durante
los cuales estuvo en ascuas pensando que pudiera tratarse de una ardid para
vejarle con sus amistades electrónicas. Una vez recibida la segunda fotografía
su entusiasmo creció muchos enteros, pues en la misma pudo corroborar el tamaño
y la textura que había anticipado la primera. Pero sobre todo, después de
varias ampliaciones, pudo certificar la perfecta simetría de ambos senos, lo
que, siendo una amante de la belleza clásica, hizo que a renglón seguido la
propusiera matrimonio, lo que la espontánea aceptó sin titubear, sabedora del
regalo bien diferente que le tenía preparado debajo de la cintura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario