No te ofusques
conmigo, y al verme al final de la estancia, si me ves, pienses que la
transparencia no es solo materia de cristales, y que otras cosas existen, por
llamarlas de algún modo, que son acreedoras
de tal calificativo. Soy yo por más que te empeñes en ignorarme, e incluso por
más que no empeñándote, pase desapercibido porque tu sistema nervioso no te
allega señales de mi presencia. Sucede que todo organismo se atiene a
protocolos que al cumplir ignora, de tal manera que, llevándolos a cabo, no es consciente de los mismos y en ese
sentido se asemeje a los seres del abismo, que a falta de luz se guían por
percepciones que nos son ajenas a quienes pertenecemos a la superficie. Pero
estoy aquí, sábelo, y a pesar de los ochenta que delata el mapamundi de mi piel,
puedo asegurarte de buena tinta que tengo datos que te harían estremecerte en
tu aposento, o como menos introducir variables inesperadas en el turbión de
informaciones que avasallan tu joven mente. Acostumbrada como estás, estamos todos, a
guiarnos por las apariencias me darás por descartado en el mundo de tus
posibles relaciones, o como mucho a aceptarme en el mínimo rincón que se
reserva a lo que desaparece. Te equivocas, pues según informaciones fidedignas
que acaban de llegarme de un laboratorio de Helsinki, que me eligio como
muestra en una prueba de perdurabilidad para seres longevos, parece ser que aún
me queda mucho por delante, del orden de cuarenta o cincuenta años. Se ha
producido en mí. como en otros, pocos para ser sinceros, una especie de salto
lamarckiano, que nos ha transmutado en seres de otra especie mucho más
perdurable, y que conserva además características de su etapa casi adolescente,
cuando el semen parece surgir con la impetuosidad que reclama una especie que
no quiere morir, a pesar de la polución
generalizada y el calentamiento global.
Somos en ese
sentido, y te pido de antemano perdón por si te inquieto, una nueva raza de
titanes que hemos de perdurar hasta edades en la que vuestra generación no
tenga ya demasiadas posibilidades de seguir adelante. No me mires pues con
desdén a pesar de mis facciones que el tiempo ha esculpido hasta límites que
ahora para ti te parecen poco menos que incomprensibles. La oxidación es un
proceso que como la flecha del tiempo parece avanzar en un solo sentido, pero
que en casos excepcionales, y te hablo del mío, puede detenerse en un standby, que
a otros puede resultar ofensivo en la medida que no logran hacerlo suyo. Podemos,
pues, a poco que te lo pienses, lo pruebes y aceptes sin demasiado rencor, dar
origen a una nueva progenie, que poblará el planeta y quien sabe si un día
recorrerá la galaxia que ahora nos acoge como una prisión de la que no podemos
escapar, pero que quien sabe, hará más accesible a Andrómeda, hoy por hoy tan alejada
como un sueño, aunque a rumbo de colisión.
Sé que después
de leer estas líneas , me mirarás con sorpresa aunque asome a la comisuras de
tus labios, una sonrisa piadosa y escéptica, creyendo en la efervescencia de
tus hormonas que la senectud puede llegar a plantear problemas de difícil
resolución , que ni siquiera los expertos pueden situar en el cuadro de las
afecciones geriátricas; pero te lo repito, te equivocas, y siempre ha sido así,
cuando algo nuevo surge capaz de alterar las concepciones reinantes en el
momento de tal epifanía . Hazme caso, recuerda a Aristarco, Copérnico Galileo, Newton
y Einstein, todos descreídos en un primer instante, y luego elevados a altares
que inciensan los chicos en el Bachillerato. Hazme caso, no seas ingenua: espero
verte a solas uno de estos días. Hace calor: ven ligera de ropa.
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