viernes, 25 de abril de 2014

LOS PARTIDOS POLÍTICOS


De la misma manera que la célula parece ser la base de todos los organismos vivos, los partidos políticos se han convertido en el fundamento organizativo elemental de la democracia, sin los cuales esta sería difícilmente comprensible, y al igual que un átomo no es tal sin la presencia de protones, neutrones y electrones, un sistema como el que aquí tratamos, sería sospechoso de ser otra cosa si aquellos no existieran o se configuraran en un partido único, del que los españoles, por ejemplo, tenemos cierta idea a través del que en su día se llamó Movimiento Nacional. Pero, en fin, cosas más divertidas y menos rigurosas se han visto en su día con los átomos de Demócrito. O las mónadas de Leibniz, por poner un ejemplo más reciente. Los partidos políticos en las llamadas democracias son pues un elemento primordial, a través de los que la voluntad popular se articula para ser representada en un organismo fundamental llamado Congreso, Cortes, Parlamento o lo que usted quiera, sin entrar en más detalles. Se trata, pues, de una democracia en la cual unos individuos representan al colectivo nacional,  y  de forma indirecta llevan su opinión e intereses a las instituciones que dictan las leyes y las hacen cumplir por medio de un Gobierno perteneciente al partido más votado o a una coalición, si tal fuera el caso.. Este sería un resumen sucinto, valga la redundancia, del sistema de organización política de estos países que eligen a sus gobernantes agrupados en partidos, mediante el voto periódico cada equis años. Dicho esto así puede sonar bien, en la medida que estas organizaciones políticas  representen verazmente la voluntad popular, más allá de los defectos de forma o errores inherentes a cualquier tipo de asociación. El ideal sería una representación individualizada, en la que el voto personal no tuviera que verse constreñido por organizaciones intermedias, algo sobre lo que no me voy a detener aquí, pero que al parecer, presentaría dificultades de todo tipo (sobre todo, porque supondría un maremagnum considerable), algo que acepto en principio dado que sobre el tema se han escrito libros de buen tamaño que no me molestaré en discutir. El problema surge cuando estos profesionales, que dicen representar a la voluntad popular, se constituyen como empresas, con sus cuadros directivos, técnicos, empleados y hasta obreros, que principalmente velan de sus propios intereses. Volviendo a la Banca, de la misma manera que hemos visto que no se trata de ninguna institución benéfica, con el sistema de partidos podremos llegar a la conclusión parecida, en el sentido de que tampoco se trata de otra cuya misión fundamental sea traducir la voluntad popular al ámbito del quehacer nacional, sino que bajo esa máscara, oculta su propia necesidad de subsistencia (es decir: la de sus miembros). En algún sitio leí que ya el mismo Aristóteles advertía que la democracia peligraba cuando los políticos ganaban un dinero por ejercer su función, pero claro, yo, al no ser el Estagirita, no me atrevo a tanto, no porque sea más listo sino porque tengo más datos, y llego a la conclusión, de que tampoco se trata de que nuestros representantes (por decir algo) se ganen la vida vendiendo kleenex en los semáforos. Un partido político es pues básicamente, (paralelamente a los bancos), una empresa en la cual unos individuos tratan de ganarse la vida de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que cada vez que les votamos les confirmamos en sus puestos de trabajo, aunque ni siquiera les conozcamos. Por otro lado, estas empresas, intentan por todos los medios, como es lógico, sobrevivir, y quienes las integran tratan de formar un grupo fuerte y cohesionado, de tal manera que el apoyo mutuo sea básico para su permanencia, lo que justifica en buena medida su dificultad para organizarse de otra manera (léase listas abiertas, etc). Después de todo algo comprensible, ya que sus integrantes son seres humanos como usted y como yo, que comen y tratan de llevar una vida digna, la mayoría con una familia que vería con malos ojos que no colaborasen a llevar el condumio a casa. Que lo lleven en coche oficial es otro tema que aquí soslayaremos, pero que a quien lea esto le puede dar una pista. Y otra más: listas cerradas. De esta manera podremos intuir con bastante acierto por donde van los tiros. Ya sé que todo esto no deja de ser una simplificación, y que en la realidad las cosas suelen ser más complejas, pero las ideas generales tienen su importancia para orientarnos en unos días en los que no es infrecuente que bastantes políticos gocen de una salud financiera bastante saneada (*), aunque ya se sabe que hay quienes dicen estar sacrificándose por el bien común, algo que después de todo no debería inquietarles, pues ya se sabe lo bien que funciona hoy en día la llamada teoría de la “puerta giratoria”. Por lo tanto, siga usted votando como recomiendan las reglas del sistema en el que estamos inmersos, pues después de todo, quizás con el tiempo y una buena dosis de voluntad, algo podrá cambiar. Mientras tanto, de la misma manera que al entrar en la sucursal de un banco recuerda estar entrando en un comercio, no olvide al votar que no se trata de sus vecinos para constituir una Junta de Comunidad que al año que vienen abandonaran sus cargos, sino por unos individuos que forman parte de un empresa de la que usted está totalmente excluido.
Bancos y partidos políticos son pues dos piezas fundamentales de la democracia, pero algo debe cambiar en ellos, para que los ciudadanos que los mantenemos seamos algo más que unos Tancredos mirando con perplejidad como les toman el pelo.
(*) Y si esto no es así, otra pregunta: ¿por qué los que mandan casi siempre están bien situados antes de acceder al cargo?

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