Hoy como ayer se celebra el Día Como Todos Los Días, y como
es natural, es festivo. Ayer también lo fue pero a los efectos que aquí nos
interesan, no tiene la menor importancia siguiendo el conocido dicho de “hay
que vivir al día” (hay otro que dice que “no dejes para mañana lo que puedas
hacer hoy”, pero si lo menciono es únicamente a título informativo porque no
tiene demasiado que ver). Dada la festividad, la gente en general, incluidos
los niños y los ancianos, saldrá a la calle vestida como es debido. Es decir de
gala o media gala, pero nadie debe ir de trapillo, algo que solo queda para los
pordioseros que no tienen para fracs o levitas, y para los ácratas que sin
embargo se señalan a sí mismos como antisociales y deberán atenerse a las
consecuencias.
Yo por mi parte
no pienso salir a la calle hasta última hora de la tarde, ya casi de noche,
porque a pesar de los dicho (con lo que yo estoy de acuerdo al 100%), a mí lo
que siempre me ha gustado hacer es lo que me sale de “los mismísimos”, con lo
que todo queda claro, teniendo además en cuenta siguiendo con los refranes que
“de noche todos los gatos son pardos”, y a las Fuerzas del Orden les va a ser
más difícil detenerme por irreverente e hijo de puta por no cumplir con la
legalidad vigente. A todo esto, debo decir que hace un rato que se ha puesto a
llover con cierta intensidad. Lo sé porque la lluvia al estrellarse en el suelo
(o done atine) hace cierto ruido, y no estoy sordo. Y tampoco estoy ciego y
puedo ver la lluvia con mis propios ojos, a pesar de ser el agua
científicamente incolora, mire usted qué cosas. Otrosí, por si fuera poco: he
sacado un brazo fuera de la ventana y me lo he puesto pringando, que es lo que
tiene el agua a poco que se empeñe. Y si no me cree recuerde los tsunamis donde
el asunto se hace más aparatoso. Y qué manía en cualquier caso, me digo, con
los tsunamis, cundo en castellano tenemos una palabra preciosa para designar a
tal fenómeno, maremoto. Maremoto como el de Lisboa, sin ir más lejos ¿o es que
aquello fue de broma?
Poco antes de salir, ya de anochecida, le
he preguntado a mi padre, así sin venir a cuento, la razón por la cual había pobres, a lo que
me ha respondido, también a bote pronto, que me iba a dar dos hosties (mi padre
es de Girona), y luego ha tratado de enmendarse explicándome el porqué, algo
que por su gesto, creo que ni él mismo se ha quedado satisfecho. Me ha dicho
que debo considerar a la pobreza (él es muy platónico y considera cierta la
teoría de las ideas del famoso filósofo griego) de la misma manera que a la
lluvia, los maremotos o las erupciones volcánicas, como algo natural. Un
fenómeno que se da por sí mismo y que tiene unos orígenes equiparables, en los
que el ser humano no puede intervenir. No se trata de nubes o de la tectónica
de placas, pero a efectos prácticos, vienen a ser lo mismo. Es más, ha añadido,
de hecho no sería tan raro que el día menos pensado “lloviesen pobres”. Su
densidad es más que notable y quizás incluso mejor sería así, sin que los demás
tuviéramos que intervenir para mantener su cantidad en un nivel discreto. He
tratado de contra argumentar algo, pero enseguida me he dado cuenta de que era
inútil y me he callado. Finalmente, para terminar el día en paz y armonía,
ambos nos hemos puesto nuestras mejores galas y hemos salido a la calle para
que nuestros vecinos nos vean, y no lleguen a pensar que no estamos de acuerdo
con las normas sociales en vigor (que no somos unos disidentes), y que las seguimos
escrupulosamente. Por mi parte me he sentido especialmente orgulloso de
utilizar una pajarita, queriendo con ello sugerir que si con una corbata (que
sin embargo utilizaba mi padre) uno puede llegar a ahorcarse, con una pajarita
lo más que puede hacer es echarse a
volar o algo parecido. Después de todo, si los pobres pueden caer del cielo
como la lluvia, el pedrisco o la nieve, por qué los bien situados no vamos a
tener la posibilidad de levantar el vuelo y recorrer el firmamento como un
pájaro. Que se trate de una paloma, un gorrión o un buitre tampoco tiene la
menor importancia. No sé si me he explicado. Y usted perdone.
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