I
(telefono)
¿Julián?
¡Dígame!
Oiga. .… ¿Julián es usted?
No…no soy Julián, pero dígame…
Pero yo quiero hablar con Julián…
Julián ahora no se puede poner…
Pero ¿Julián está ahí o no? …
Sí, está cerca, pero no se puede poner. No son
horas…
Dígale que es urgente…
Para Julián, a las cuatro de la mañana lo más
urgente es dormir…
Pero ha pasado algo. Y es grave. Dígale que se
ponga, por favor…
Caballero, no son horas. A las ocho se suele
levantar y entonces sí será el momento adecuado…
Es algo grave, muy grave…
La gravedad depende del punto de vista. A las
cuatro de la mañana no hay nada demasiado grave…
Pero… ¡hay muertos!
Hay muertos a todas horas. Y precisamente los
muertos pueden esperar.
II
(telefono)
Buenos días.
Buenos días, dígame
Buenos días, me llamo Julián y quiero hablar con
el ama de casa.
En esta casa no hay ninguna ama de casa. Vivo
solo.
Bueno, perdone ¿No se ofenderá si le llamo amo de
casa?
La verdad es que no me hace demasiada gracia, pero
dígame.
Mire, se trata de sus electrodomésticos. De todos,
desde el frigorífico hasta la tostadora.
No tengo tostadora, y por favor dígame rápido de
que se trata que estoy muy ocupado.
Ah! Seguramente trabaja usted en casa. Y
posiblemente con su ordenador. Pues debe saber que nuestra compañía también lo
considera un electrodoméstico, y por lo tanto incluido en nuestra oferta.
¿De que oferta me habla? Sin duda de algún tipo de
seguro.
Bueno, nuestra empresa no lo llama seguro sino garantía.
Garantía de funcionamiento. Usted ya debe saber lo que es la obsolescencia,
un concepto muy actual hoy en día. Y muy real…sus electrodomésticos están todos
diseñados para estropearse a plazo fijo. Máximo cinco o seis años. Y nosotros
podemos solucionárselo porque es un problema que se le va a plantear enseguida.
¿Ah sí? Y dígame de qué manera.
Muy sencillo. Usted colabora con nosotros con una
cuota mínima mensual por cada uno de los electrodomésticos que quiera
garantizar, y cuando falle nosotros le proporcionamos otro nuevo de las mismas
características. Siempre que usted lo vuelva a garantizar, claro está.
Pero oiga, lo que está claro es que el que ustedes
me proporcionen tendrá también su periodo de obsolescencia, y será la
historia de nunca acabar. Comprenda que no me interese.
Creo que se va a perder usted una oportunidad
única de tener siempre todos los electrodomésticos como nuevos.
Sí, y pagándolos indefinidamente.
Pero a un precio muy por debajo de su valor de
coste.
Mire Julián, de verdad, no me interesa pero me ha
caído usted bien. Ha estado usted muy correcto y no ha insistido más de la
cuenta. Sépalo usted.
En ese caso podíamos dejar de lado la obsolescencia
y tomarnos una copa cualquier día de estos. Cerca de su casa hay uno locales
muy interesantes.
Prefiero otra zona. Por aquí, ya sabe, los
vecinos. Soy bastante conocido.
Bueno, bribón, te llamo mañana y quedamos. Y no te
traigas la tostadora, ja, ja, que no hará falta.
III
(telefonillo de la calle)
Alabado sea el Señor…
¿Cómo dice?
Que ave María purísima, le digo, hermano…
Oiga, que yo soy ateo…
Eso es lo usted se cree…
Le repito que yo precisamente no creo en nada…
Y yo le repito, con perdón, que lo que sucede es
que no se da cuenta pero cree. Vaya si cree…
Soy más ateo que la Unión Soviética en sus buenos
tiempos, créame usted a mí…
Perdone que le diga que tiene usted voz de buena
persona, y eso solo es posible cuando se cree en algo superior…
Yo creo en la ética. En que hay que ayudar a los
negros, por ejemplo, pero poco más.
Se quita usted importancia, pero tiene una voz
cálida de buena persona que le delata. Se hace usted daño tratando de no creer…
La verdad es que me gusta el arte religioso, es
cierto. El románico, el gótico y esas cosas. Y el Papa de ahora parece un buen
tipo…
Wojtyla era un santo, pero tenía demasiado carácter
y eso le hizo antipático a algunos que se quedaban en lo externo…
Pero bueno, crea o no ¿qué quiere usted?
Mire, si no me abre no voy a poder enseñarle este
regalo maravilloso que le traigo…
¿Un regalo?
Sí, una Biblia facsímil del beato de santo Toribio
de Liébana…
Le he digo que soy ateo.
Sí, pero también que le gusta mucho el arte sacro.
Y que mejor joya para empezar que este maravilloso libro…
¿Para empezar? ¿Y cuanto cuesta?
Lo puede pagar en cómodos plazos de cuarenta euros
al mes durante cinco años…
¿Cinco años? Eso es como comprarse una moto, casi
un coche.
Se compra usted mucho más. Además con la Biblia
vienen las indulgencias de Su Santidad, que a usted le cae tan bien.
Bueno, le abro, pero no se haga ilusiones, Julián,
que yo soy un ateo convencido.
Sí, también lo era san Pablo, y ya sabe como
acabó…
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