Transcurre la mañana si tal cosa es posible y las
mañanas transcurren cargadas de melodías antiguas que ignoran a Siberia, pero
quizás no tanto. Los martillazos y los golpes en general recuerden no lejos
otros muros que desgraciadamente surgieron de la nada casi por encanto. Prisiones
en las que el hielo poco tuvo que ver aunque la poesía esté cargada de metáforas
porque el lirismo aherroja las cadenas. El mundo sucede alrededor de sí mismo y
el mundo es creado y se autocrea por muchos génesis que insistamos tratando de
dar al acontecimiento una historia cartesiana que en puridad es pura fantasía.
Necesidad de las golondrinas y los vencejos, de otros soles, primaveras lejanas
que pongan en marcha una relojería no apta para quienes se encierran en su
cárcel privada y finalmente dicen basta pero no lo atestiguan mediante notario.
La melodía se descuelga también en la mañana que se desarrolla como ya quedó
dicho, o no, si es que la música tiene también esa extraña propiedad
gravitatoria de caer desde algún cielo: Mussorgsky de alcohol y anfetaminas.
Desesperación de no alcanzarse a sí mismo lejos de los juegos de palabras si es
que tal cosa es posible y si mismo significa algo más que simplemente nada. Y
esto es fundamental aunque no se entienda y los ferrocarriles discurran por la
llanura con la indiferencia de los búfalos, ajenos a la depredación de los
felinos. Los aviones en tal lugar tienen poco que decir y solo los aeróstatos y
el espíritu del bosque podrían descender sobre los hombres de la tribu y las
bicicletas que llegaron poco después de los caballos. Caballos, corceles, que
dijo el poeta cursi pero no pedante (o viceversa) al norte de la península por
más que el mar Cantábrico hiciera oídos sordos a tal fechoría, sumido en sus
galernas.
Cielos de España y la península, urgidos por la
periferia de las grandes ciudades, digamos Madrid, Barcelona y Valencia
(¿quizás Lisboa?). Lluvia finísima o pan candeal que alimenta a los mansos de
espíritu. Melodía ignota tantas veces repetida ad interim para que quien la
escuche se haga el sordo y decida definitivamente atiborrarse de cocaína y
opiáceos esta vez para que este mundo que se crea y se recrea llegue a ser lo
que pudo ser cuando solo era una remota idea en la mente de los sacristanes y
del sedicente Todopoderoso. Ese que esparce amor y lava a manos llenas, cuando
vieron tus ojos y tus labios y supieron que eran lo único que existe en el
corazón de las naciones
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