jueves, 16 de febrero de 2017

ALCATRACES



Se levanta sobre el cielo de Pontevedra una densa nube de óxido y mariscos hechos a la barbacoa. Festín de nécoras y percebes cerca del pantalán en la falda del monte que supervisa las embarcaciones y las despide. Anochecidas del héroe diminuto de ojos azules comidos por las mareas. Arriba y abajo hasta desembocar donde los nombres se arraciman en cardúmenes cerca de Ons o poco más allá, donde las olas pierden su sentido y nace la mar en femenino. Esa mar que violan las gaviotas y los pesqueros de madrugada en busca del coltán o el bacalao. O la sardina que luego fecundará los veraneos y nos contará la inutilidad de los arrecifes tan lejos ¡ay! de estas costas. Hablemos de Australia, lugares de Oceanía donde decir petreles no sea de recibo pero sí tiburones y peces espada fidedignamente y no hablamos de Almería. Barbacoas que distraen la soledad de los ribazos y se deslizan hasta la playa donde los jureles esperan con la paciencia de los que saben que morir es un hábito bienvenido en los cardúmenes una vez más.

Voces patrióticas o lo que por tal se entienda impetradas hacia las nubes, sombrero habitual en estas latitudes donde decir lluvia es un redundancia incluso un pleonasmo. Otras voces no obstante imploran en vano y solo llegan a los barquitos que se hacen a la mar o se harán de madrugada cuando la ría sea poco más que una lámina de estaño que nada quiere saber de las invitaciones, apta como es para el bronce al que da forma. Pero tu voz mi querido amigo no se perderá aunque clame inútilmente y los mendigos de la zona hagan oídos sordos a tu súplica. Tu solo te comerás el banquete que preparaste para los otros y la soledad  de los lánguidos será aún más cierta. Nunca debiste olvidar la batalla que te llevó hasta allí. Tejados de la maledicente uralita y de pizarra y de la teja roja habitual por estos lares con otras siderurgias que no son del lugar pero podrían serlo a poco que el tesón se hubiera manifestado y el hierro hubiera surgido de la tierra de piritas con el fervor que surge hacia Oriente. Triunfarás no lo dudes y tu voz apenas un susurro se alzará sobre los espejos como un alcotán o un albatros que traen la buena nueva del Jordán. Deslíe de tu memoria todos los almacenes que guardas como papiros, resmas de un mar antiguo donde los griegos y los persas, los romanos y cartagineses libaron sus batallas apenas nacido lo que en propiedad hoy llamamos Occidente. Muere finalmente si no tienes otra cosa que hacer quizás entonces los menesterosos y los propietarios de pazos y casa señoriales se dignarán en visitarte encontrando un festín apenas comenzado por falta de comensales y la humildad de una dentadura solo hecha para el condumio de camarones y langostas de campo.                                            

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