Las transacciones no se hacen de cualquier manera,
no al menos en la opinión de los que se levantan, bajan y hablan la verdad
aunque el cielo todavía se disfrace y los alcoholes estén aún lejos si tal fuera el antojo nunca
la obligación. Palabras dichas en vano en busca de un objetivo no siempre al
alcance de otros interlocutores. Crece el contencioso como una pluma sin
sentido que cae pero con el reconocimiento de los que un día si tal fuera el
caso tendrían mucho que decir. Nada sin embargo definitivo el tema es libre y
los periódicos siempre tienen las alas abiertas hasta que las tabletas tomen la
delantera y llegue el enterrador siempre dispuesto desde que el mero hecho de
vivir sucedió hace la friolera de tres mil millones de años. Porque ese es el
sino de todos los nacidos todavía silencio aunque las palabras se agolpen en
los vestíbulos y estén a punto de suceder siempre fallidas. Ignorancia de
quienes confundieron a los hombres de bien, inutilidad de los parques que
dirían don Julio levantando inútilmente y descorriendo las persianas, las
cortinas. Sol a manos llenas si tal cosa es posible los fines de semana en el
Ártico, la soledad de los narvales y los pingüinos siempre a punto pero no esta
vez de pedir limosna. Certeza de otro día reinventado de un niño que pretende y
llegará a ser a pesar de la indiferencia y los juegos de palabras. Pasos en la
oscuridad, nieblas antiguas si la antigüedad es algo que merezca la pena y nos
conduzca hasta el sabio de Viena y Alejandro sea ya un cadáver polvo de los
caminos que nadie volverá a recorrer o lo harán ignorantes millones cada día.
Porque el sentido es algo que confiere la memoria y la trivialidad va a misa o
se sienta en las escaleras: hay opiniones para todos los gustos. Tú, sí, tú,
ese que mira hacia otro lado y guarda silencio cuando el plomo y quizás la amatista se invisten de
hollín en pleno invierno. Tú, que traficas con esquinas y volteas la capa, el
abrigo o lo que carajo utilices cuando cae la lluvia o el frío aprieta y apenas
anochece. Está advertido por mi parte aunque te engañes y busques subterfugios.
No los hay, no existen y solo tu cobardía y tu sistema cardiorrespiratorio
pagarán las consecuencias. El engaño es una baraja a la que muchos juegan pero
un día el alquitrán se alza o cae, en eso hay opiniones, y dice la última
palabra. Ese es tu nombre verdadero aunque tú lo ignores.Tu nombre al que otros
aludirán cuando se haga el resumen de lo acaecido y los notarios levanten acta.
Se equivocan con frecuencia pero no esta vez cuando el silencio y las
multitudes se arraciman a la puerta de tu hogar si lo mereces. Y eso es todo,
que al menos tal cosa se haga evidente cuando baje el telón y los espectadores
se adentren en la noche que no quisieron.
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