martes, 21 de febrero de 2017

ICTIOLOGÍAS



La descripción fue la siguiente incapaz de precisar si la pared era solo pared o Kandinsky y quien sabe si algún impresionista más allá del hartazgo de tantas catedrales y nenúfares cuando la luz es mucho más que luz y apenas, que tal cosa es cuestión de especialistas y no viene al caso. También los relojes tienen algo que decir cuando la noche más que cernirse es ya noche cerrada, algo más que negrura pez sedienta de amaneceres que no tardarán en llegar mientras la tierra sea la tierra y gire. Ese y no otro es el secreto que los niños de párvulos aprenden con el abecedario e incluso antes los más curiosos o aventajados no avejentados. Los triángulos llegarán luego y la aritmética pondrá la primera piedra que hará crecer más adelante nuevos descartes que hayan dejado de pensar y caído en una inopia que para nada anunciaba su cogito. Misterios de la filosofía cuando las líneas rectas promocionaron a Euclides y luego pasa lo que pasa. Su cara sin embargo no es la misma demasiado hierática ni griega ni etrusca aunque siempre de perfil y eso es un dato. El resto es accesorio y no oculta nada verdaderamente relevante sus cajones se abren con facilidad pero su contenido es banal trivial y nada tienen que ver con lo incognoscible y si con la humildad de los calcetines y la ropa interior de segundo uso. Ni celosías ni entusiasmos propios de otras latitudes y ayuntamientos. Ediles siempre atentos a las necesidades de sus conciudadanos y de los mediodías cuando pasean son realmente ellos mismos y la banda municipal interpreta aires populares y quien sabe si Stravinsky se agitaría dentro de su tumba aunque el futuro parezca dichoso. Tardes de los domingos sin embargo cargadas de presagios, caducidad de los plátanos, los sauces y los álamos sin Federico (ja) a la orilla del río que inexplicablemente remonta hacia las montañas donde la tempestad estalla. Más tarde las truchas coleccionarán perlas e insectos incautamente y serán presas de desalmados incapaces de resolver de otra manera los misterios de la ictiología y sus prodigios. Dijo esto y regresó a un lugar hecho de nada consustancial consigo mismo, solo ajeno y por lo tanto diferente y por lo tanto muy alejado de la introspección y los camelos que se amontonan inmisericordes a poco que alguien les preste oídos. Baja el telón y los viandantes vuelven a creer que aún todo es posible pero lo cierto lo desgraciadamente cierto son el crepúsculo y acaso los amaneceres.

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