martes, 21 de enero de 2020

TOROS


-Lo que hay es lo que hay, que te lo digo yo. Todo lo demás es pura palabrería, porque vamos a ver, lo de los toros. Pues ¡zas! Y al otro barrio. No te jode con los llorones. Lo que te digo. Luego van y viva Vietnam o Irak y la madre que lo parió, pues deja en paz a Cúchares, joder, que ya te digo ¿Y tú qué opinas? Bueno, déjalo que me vacilas y me das mala espina. Vente conmigo al matadero, joder, verás que bonito hacen todos los animalitos en fila india hasta que llega el otro y se acabó: si te vi no me acuerdo. Y luego dame rabo de toro, el cabrón. Menudo cinismo, ya te digo. Que el toro sufre, pues natural, como cualquiera que las vaya a diñar, no te digo, que se ha pasado cuatro años comiendo margaritas en la dehesa y aquí estoy yo, en el paro y con cirrosis, y en el Seguro me dicen “pues no haberle dado al cuba libre, desgraciado. Que te has puesto morao y ahora vienes llorando”. Asimismo, como hay Dios, que me dijo el otro día un pájaro con bata en la Iguala. Si es que no puede ser Luismi, porque yo no soy un toro ¿o sí soy un toro? No me jodas, pues lo que te digo, peor que a un morlaco en el último tercio me han tratado. Te lo digo. ¡Pepe, ponme otra coca cola de las mías! Yo sin esto, Manolito, hubiera sido hombre muerto, más muerto de lo que estoy, quiero decir, porque a mí, banderillas y rejones me ha dado la vida hasta decir basta. No te jode el crío, ya sabes, el chaval, que ahora va y me dice que o cambio o me echa de casa, el muy cabrón. ¿Pero qué le hice yo más que traerle al mundo? Con su madre claro, tú ya me entiendes. Vale, vale que ya es la última y déjame terminar que a mí este jarabe me alivia. Joder que es muy doloroso ¡No te joden los toros! Que la parienta te acabe diciendo que se acabó, que está harta ¿harta de qué? Que en su día me llamaba el “percha” y el “sobrao”, y ahora va y se lía con un desastre, que lo único que va es a traerle problemas. No bebe como yo ¿y qué? todo el día con las putas maquinitas dale que te pego y echando humo que no para, y ya tiene un enfisema que anda arrastrando la bombona esa. Que luego, lo que te digo, tu me entiendes Rafael, que no me venga con historias. Si palmó, palmó. Coño ¿no palman los toros? ¿y se quejan? Ni se quejan, que esos sí que tienen dos cojones y mueren con las botas puestas. Bueno, las botas y la leche, porque lo cierto es que al final da pena verlos como acericos, pero ¿qué pasa? Mueren como héroes después de una vida feliz y de haberse montado a una pila de vacas. ¡No te jode! Ya me gustaría a mí palmar así, bien comido y bien follado, con perdón de la dama. Disculpe señora, pero es que cuando me encorajino, me encorajino. Y ya está. Que sí, que ya me voy, que Pascual me está esperando en la Peña, que allí no me ponen pegas para trasegar lo que me venga en gana. Ni toros, ni enfisema, ni cirrosis ni leches. Aquí lo que hace falta es que venga un tío y ponga los güevos encima de la mesa-perdón señora- y diga: se acabó. O pintan bastos o estamos todos perdidos y España se va a la mierda. Te lo digo yo. O sea.

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