martes, 21 de enero de 2020

OBICES (*)


Estimado vecino
Nuestra disparidad de opiniones no debería ser óbice para que, como vecinos de escalera, no tratemos de llevar entre nosotros, si no una cordialidad de personas afectas, sí un comportamiento digamos que civilizado. Me dirá usted que por qué digo eso, pues bien, se trata simplemente,  de que el otro día le vi hablando con el portero del edificio en unos términos que me parecieron, cuanto menos, chocantes. Ya sé que el hecho de vivir en una de las zonas más distinguidas de Madrid, no nos habilita a los propietarios para creernos de una pasta diferente del resto del mundo que vive en condiciones y circunstancias menos afortunadas, pero, al mismo tiempo, o mejor, quizás precisamente por ello, soy de la opinión que debemos observar unas formas a las que otros, por su condición, no están obligados. Seré breve: simplemente me parece que ambos empleaban una serie de términos que considero chabacanos, y que, perdóneme usted, desdicen de la colectividad de propietarios de esta finca. No se me escapa que los temas que pude captar en el breve tiempo  que pude oírles, no son precisamente de los que se presten a emplear las palabras más distinguidas del Diccionario de la Real Academia, pero creo, a pesar de ello, que tanto el fútbol como las mujeres son merecedores de un lenguaje más adecuado.
Sobre la mujer, no hay discusión posible, pues aparte de los bajos instintos que, al parecer, provoca a determinado tipo de individuos, no podemos olvidar que constituyen un conjunto de seres sin los que nosotros simplemente estaríamos perdidos, y no lo digo porque sin maternidad no hay descendencia, ni porque sin los cuidados que ellas nos procuran cuando somos infantes seríamos poco más que simios, sino porque,  como sin duda no se le escapa, reúnen unas cualidades que, en mi opinión, son las que nos hacen verdaderamente humanos. Créame si le digo que en ocasiones, he llegado a pensar que si existe tal cosa como un alma, son ellas quienes la tienen, y no nosotros, los hombres, tristes seres sarmentados, que  solo la tenemos a través por su mediación. Hablar por tanto de “fulanas”,”zorras” y “putones”, me parece de todo punto inadmisible, y sería suficiente para retirarles a ambos la palabra sin más explicaciones. No hago  porque, a pesar de todo, he notado algo en su porte que me dice que es usted una persona de clase y distinguida, que quería hacerse simpático ante un integrante del pueblo llano, o quizás menos que llano, usted me entiende, razón por la cuál tampoco a él le retiraré la palabra Las pocas que le dirija, por cierto.
En cuánto al fútbol, comprendo que la nueva política de fichajes del Real Madrid, les tenga a ustedes entusiasmados, pero eso no es óbice para, siempre en mi opinión, no seguir utilizando un lenguaje correcto, si no queremos llevara tan popular deporte al lugar donde solo deben depositarse los detritus. ”Hijoputa”, ”lahostia”, ”ledenpolculo”, no son palabras ni expresiones que encuentren acomodo entre gente que se precie, no digo ya de educada, sino simplemente de alfabetizada, y perdóneme usted si cree que estoy exagerando y de esta manera le ofendo, pero soy de los que mantendré hasta el final que la forma hace al fondo, que no es posible la bondad del segundo sin la equivalencia de la primera. Y que quede claro que con ello no quiero decir que sea necesario emplear un lenguaje petulante, ni siquiera pedante, pero sí atenerse a unas formas (léxico y dicción), sin las cuales estaríamos muy próximos al hombre de las cavernas. Me dirá usted, con buen criterio, que mi amistad o incluso mi  simple consideración le importan a usted un pito, y vea en esta expresión como, llegado el caso, a mi tampoco me importa emplear un lenguaje popular, a lo que añadiré, para que todo quede claro desde el principio, que a mi me pasa igual. Esta misiva no tiene en sí más que un valor formal, que creo nos es requerido a gente con determinada posición, y que una vez cumplido el trámite, los resultados son los de menos, por lo que temiéndome lo peor después de visto lo visto, me atrevo a responderle, por si acaso: pues igualmente para usted, lo mismo le digo.

(*) Plural, licencia del autor.


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