No sé quien será ese tipo, y sin embargo
siempre está ahí en el lugar de costumbre con la misma postura, el tronco
levemente inclinado hacia adelante con los brazos doblados y apoyados por los
codos sobre las piernas, mientras su mano derecha coge el antebrazo del otro a
la altura de la muñeca. De lejos no se puede decir si inicia un amago de
sonrisa o está a punto de saltar sobre alguien. Finalmente, al acercarme, me
quedo con esta última impresión, tiene la boca firmemente cerrada y sus ojos
miran adelante hacia un lugar que no puedo precisar. Definitivamente, tiene una
actitud agresiva por algún motivo que lógicamente desconozco. A pesar de su
inclinación, el tronco permanece recto en una actitud desafiante o como menos
nada cohibida, como si en un momento dado tuviera que aprestarse a la pelea o
hacer frente a un desafío que no debe de estar lejano, aunque no parezca
inminente. Da la impresión de estar desafiando a alguien o aguantando un reto
delante de él que se me escapa. No es un hombre bien parecido, pero tiene
cierta clase que lo diferencia de inmediato de un iletrado o un patán, aunque
su boca fruncida lo empariente con algunos hombres de campo cuando se ven
contrariados. No tiene mucho pelo pero no es calvo, y como es natural se lo
arregla más por lo lados, donde a pesar de todo destacan unos rizos de los que
sería posible que se sintiera orgulloso tiempo atrás. Las piernas abiertas sin
ningún recato demuestran una actitud decidida a dar el salto si fuera preciso,
y el hecho de que esté sentado en el borde el sofá parece corroborarlo.
Decididamente mantiene una actitud hostil, dando la impresión de que en ya ha
aguantado suficiente o incluso más de la cuenta, por lo que en cualquier momento
podía estallar y pasar a la acción. Su frente amplia y despejada transmite
también la misma idea y le inviste de cierto aura de profeta o de persona un
tanto obcecada, que llegada la ocasión tiene las cosas claras sin atender a
razones. No me gustaría estar en el lugar del otro, suponiendo que todo esto
que he contado tenga el sentido que le he dado hasta aquí. De todas maneras, la
actitud de este individuo resulta sorprendente cuando vemos a su lado a una
mujer de mediana edad, guapa y vestida de manera informal, unos vaqueros
gastados e incluso rotos, una blusa con flores o motivos orientales y una
rebeca ligera. Sonríe abiertamente a alguien frente al sofá en el que están sentados, por lo que en un primer
momento pienso que la persona de quien se trate es capaz al mismo tiempo de
suscitar reacciones contrarias, pero fijándome con algo más de atención se hace
claro que no miran a la misma persona, lo que hace más lógicas sus diferentes
actitudes. Desde luego no dan la impresión de ser una pareja, no solo por su
actitud, sino porque están sentados a una distancia notable el uno del otro, y
no parecen compartir ninguna intimidad. A pesar de ello, y dada su actitud
antitética, es posible que tengan alguna historia en común y en ese preciso
momento están pasando por una situación un tanto violenta. Es posible que él
esté celoso ante la presencia de alguien inconveniente que intenta ser
agradable con ella, lo que al tiempo que a él le crispa, hace que ella sonría,
como si se diera cuenta de la situación y calibrara de alguna manera el
malestar de su acompañante. Pero viendo con un poco más de atención la
fotografía, se hace evidente que no miran a la misma persona, por lo que lo
anterior en principio deja de tener sentido. Es hasta posible que ambos, a pesar
de estar juntos, no estén compartiendo la misma experiencia. Él puede estar
preocupado por temas personales que nada tienen que ver con el lugar, y
mantiene un gesto adusto y un tanto airado porque no sabe bien como resolver su
situación. La sonrisa de ella tampoco parece totalmente franca, sino como si
más bien correspondiera a la que se pone ante un acontecimiento del que uno no
logra comprender totalmente su sentido, o fuera la tímida respuesta a un halago
inesperado de alguien que no le importaba demasiado aunque tratara de quedar
bien.
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