Querido amigo
Si crees que
conoces a Ataúlfo te equivocas, pues solo acabas de tener un mínimo atisbo de
sus portentosas cualidades que no pueden
ser apreciadas en los apenas cinco minutos que duró vuestro encuentro, según me
dices. A un paso sigue otro y su ritmo al andar es natural y se acompaña del braceo adecuado, es cierto, pero eso no
debe confundirte pensando que después de todo es como los demás, pues tu idea
saltará por los aires a poco que le trates. Para ello bastará cuando, sin quererlo, le roces al cruzaros inopinadamente por la
calle o al doblar una esquina. Y no te digo ya de otras situaciones que no es
menester nombrar aquí, pero de las que
tengo noticias por terceros. Ríete tú, llegado
el momento, de la Filarmónica de Berlin, la Enciclopedia Espasa o El Ingenioso
Caballero Don Quijote de la Mancha.
Parece normal y
nada hace suponer en él al hombre orquesta, pero es así, y si no me crees, hazte
el encontradizo y sométele a una prueba de la que no pueda zafarse. Acércate a él en el momento en que tomáis
café, o baja con él a los Servicios y cerca de los urinarios, rózale con
disimulo la gabardina durante las inevitables manipulaciones, y verás como de
repente, te suelta un solo de oboe ó de clarinete, pues esa es otra, y no la
menor: al parecer adapta sus actuaciones al lugar en que tienen lugar. Prueba, si
no me crees en la Biblioteca, y verás como surgen de inmediato el violín o la
viola, los instrumentos más adecuados para tal ambiente, como sabes. O en un entierro, Dios no lo quiera, y
contrabajos y violonchelos serán el acompañamiento ideal, gratis además, para
tan luctuosa ocasión, normalmente con el agradecimiento de los deudos. Y no te digo nada de las percusiones, pues suelen
ser molestas y provocan la irritación de los viandantes, aunque en las
procesiones son bien acogidos tambores y timbales, pero no siempre los
platillos, por razones de continuidad y
de crescendos que estos pueden sincopar. O exacerbar. No lo sabías y no me
extraña, porque es además de lo dicho, muy discreto y no gusta de
exhibicionismos, de los que no siempre sale bien parado. Imagínate, por ejemplo, un concierto en el que en los momentos más
sublimes, en que cuerdas y
viento trazan sutilísimos acordes románticos, son de repente
interrumpidos por un clarinete a todo meter.
Eso ha sucedido y ha provocado motines de bolsillo e intentos de linchamiento,
prohibiéndosele la entrada definitivamente en el Auditorio Nacional, en cuya
plaza sin embargo, algunas tardes de invierno, se deja caer e interpreta
tristísimos adagios, que le han hecho famoso en el lugar, y que incluso ha dado
lugar a que la Junta de Vecinos del barrio se haya hecho cargo de sus
reivindicaciones. Es un caso complejo, que
el Ministerio de Cultura ha considerado digno de estudio, pues a su melomanía
añade, como ya se apuntó más arriba, cualidades enciclopédicas de erudito. Para ello sigue el mismo mecanismo descrito
para sus arranques musicales, con alguna variante que él percibe pero que a los
demás se nos escapa, aunque los estudiosos suponen que está relacionada con la
calidad del contacto que provoca su intervención. Él lo sabe y se muestra esquivo, pues en ello,
según se ha sabido, puede irle la vida: el gasto energético es muy superior
cuando actúa de ese modo que cuando simplemente hace música, deambula ó juega a
las máquinas. Sea como sea, en ocasiones
en las que no ha podido evitar el contacto, se le dispara una relojería que le
obnubila y le convierte en un dvd o un cd-rom, según se considere o no el
aspecto visual de la ocasión, y suelta una retahíla perfectamente documentada sobre
temas de interés general o sobre áreas muy específicas de la física de partículas o de la teoría de la relatividad,
que son sus temas favoritos, aunque no hace ascos a divulgaciones de orden menor
relacionadas con la astronomía, y últimamente con la nanotecnología y los
fenómenos de emergencia. En ocasiones
reviste su declamación de raptos de
inusitado lirismo, lo que ha originado que, en ocasiones, haya que auxiliarle por el grado de deterioro
al que le lleva su pasión, arrobo ó desesperación, siendo preciso en alguna
ocasión, la intervención del SAMUR. Pero
esto no es lo habitual, y las más de las veces se conforma con pequeñas
definiciones de términos corrientes, que como con la música, la mayoría de las
veces están relacionados con el lugar en el que sucede el roce. Si es una esquina:”arista, principalmente la
que resulta del encuentro de las paredes de un edificio”, si se trata de la
entrada de un Banco:”establecimiento público de crédito, constituido en una
sociedad por acciones…”, y siempre según el diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua.
No te imaginabas
que un hombre tan corriente, que de hecho pasa inadvertido las más de las veces,
sea en un melómano empedernido, un Cervantes en ciernes o un enciclopedista, a
los que se puede activar mediante fórmulas tan elementales como un simple
encontronazo o un roce apenas perceptible. Incluso se ha llegado a elucubrar si
los días de viento variable, las ráfagas con sus cambios de dirección e
intensidad, pueden provocar resultados
equivalentes. En los últimos tiempos se
comenta, aunque sea a un nivel especulativo, si determinados contactos, que
quiere la discreción que no sean aquí especificados, le inspiran de tal manera
que dan lugar a la creación de obras originales: aforismos, máximas, cuentos, haikus
y relatos cortos. Esto está aún por
verificar, pero las fuentes que informan son bastante fiables. La Junta Municipal del distrito ha elevado al
Ayuntamiento un escrito que bajo el título de “El hombre orquesta”, trata de
convencer al Concejal de Cultura, y a través de él, al Alcalde, de la necesidad de tomar en serio
a este hombre, y aprovechar sus cualidades para considerarle como Bien de Interés Cultural, con los previsibles
ventajas que tal cosa podría reportarle a él mismo y a las arcas municipales, pues
presentándole como tal, el público debería
pagar una tasa que tendría que estudiarse en detalle.
Me alegro de haberte
puesto al corriente de algo que el otro día,
cuando charlamos, tuve la impresión que desconocías en buena medida, lo
que no es de extrañar siendo como eres un recién llegado. A propósito: el próximo sábado nuestro hombre
ha accedido a ofrecernos un recital polifacético en el Pórtico de l Rosaleda,
donde, según ha dicho, y si tiene los contactos precisos (se necesitarán
voluntarios), piensa ofrecernos un ramillete, y perdona la cursilería, de
música Medieval y del Renacimiento, y en los intermedios máximas y sentencias
de filósofos griegos estoicos, cínicos y escépticos. Y de un señor rumano del que no tengo ni idea,
un tal Cioran. Espero verte allí, y si
eres voluntario, te lo agradecería. No vayamos a quedarnos sin concierto.
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