ENTREVISTA CON EL DOCTOR HORACIO ENTREBARRIOS
PDOWSKY
CUATRO.
BUENOS DÍAS DOCTOR HORACIO. NOS REUNIMOS HOY DE
NUEVO EN ESTAS PEQUEÑAS SESIONES MATINALES PARA SABER ALGO MÁS DE USTED, AUNQUE
POR LO HABLADO ESTOS DÍAS, YA VEO QUE SE EMPEÑA EN PRESENTARSE COMO ALGUIEN
COMÚN Y CORRIENTE. Y DE ESO, EN MI MODESTA OPINIÓN, NADA. HOY LE VOY A TENDER
UNA ENCERRONA DE LA QUE NO VA A PODER ESCAPAR CON LA FACILIDAD DE OTROS DÍAS.
ME REFIERO A SU DOBLE FACETA COMO COSMÓLOGO Y FILÓSOFO…
Hola Antonio, buenos días. Una vez más, y créame
que lo siento, me veo precisado a matizar sus palabras, lo que temo que no le
agrade demasiado a los lectores que tengan la poca fortuna de tropezar con esta
entrevista, habiendo en el mundo cosas tan interesantes con las que entretenerse…En
primer lugar, y antes de entrar en la materia con la que me amenaza al final de
su presentación, le diré, y tengo el convencimiento que esto no va a ser
ninguna novedad para muchos: yo no soy doctor en absoluto, eso de entrada. He
admitido que se me llame así a partir de cierto momento de mi vida porque
percibí que hacerlo suponía para ustedes una satisfacción, posiblemente por mi
aspecto de sabio despistado, o estas gafas enormes que me han acompañado desde
el Polo Norte hasta la Patagonia. Pero nada más. Aunque quizás deba añadir algo
que es posible que le haga sonreír…Mi madre, la pobre, cuando éramos unos críos
se encargaba, cuando el verdadero doctor nos mandaba alguna inyección, de
hacerlo ella misma, posiblemente para ahorrarse al practicante. Y con el tiempo
me enseñó a hacerlo a mí, que era el hermano mayor, ese es todo mi doctorado.
Según ella, para hacerlo con las mayores garantías de éxito, lo primero que se
necesitaba era ser una persona decidida, y en el fondo con una punta de
crueldad -esto me lo dijo más tarde, claro está- a quien no le importara el
temor ni el sufrimiento ajeno. Y yo, de eso debo reconocer que no andaba escaso,
porque fui un chico un tanto agresivo y belicoso, aunque quizás habría que
preguntar a mis hermanos pequeños, los pobres desgraciados, que sufrieron las
consecuencias…
HORACIO, YA VEO QUE ES INCORREGIBLE, Y TAMPOCO ES
NECESARIO QUE MENCIONE SU ESTANCIA EN LA FACULTAD DE MEDICINA DE SALAMANCA DE
LA QUE SE TIENE CONSTANCIA EVIDENTE…NOS HA DESCUBIERTO USTED OTRO ASPECTO, EL
DE HUMORISTA, QUE -Y ESO SÍ QUE ES UNA NOVEDAD- DE SU RICA PERSONALIDAD. PERO
AHORA ME GUSTARÍA QUE NOS CENTRÁRAMOS EN
SU FACETA DE CIENTÍFICO COMO COSMÓLOGO, Y DE HUMANISTA Y HOMBRE DE LETRAS COMO
FILÓSOFO…
Antonio, siempre he sido muy aficionado a la
astronomía, eso es cierto. Y a decir verdad incluso he llegado a hacer algún
cursillo para principiantes y aficionados en el Observatorio Astronómico de
Madrid, pero la inmensa mayoría de mis conocimientos en esa área, proceden de
los libros de divulgación que compraba con frecuencia en La Casa del Libro en
la Gran Vía. Puedo hablarle a usted con cierto sentido de la Teoría de la
Relatividad Especial y General, de la Física Cuántica -el Principio de
Indeterminación me chifla- pero poco más. Es cierto que he dado el pego en
algunos ambientes académicos, en los que por lo general mantenía un silencio
absoluto, que sorprendentemente era tomado como una muestra de mi sabiduría, y
que incluso escribí un librito lleno de vaguedades sonrojantes, que tuvo cierto
éxito entre los aficionados con dificultades para entender las matemáticas a
partir de las ecuaciones de segundo grado, como, por cierto, era y sigue siendo
mi caso…Respecto a la filosofía…
PERDONE QUE
LE INTERRUMPA…AHÍ QUIERO VERLE AHORA, HORACIO, NO ME DIGA QUE SUS CONTINUAS
ALUSIONES A LOS MAYORES FILÓSOFOS Y SUS NOTAS A PIE DE PÁGINA EN ESE SENTIDO EN
CASI TODOS SUS LIBROS SON UNA PURA CASUALIDAD, ALGO QUE USTED INCRUSTÓ EN SUS
OBRAS COMO MERAS MORCILLAS EN UNA OBRA TEATRAL..
Pues Antonio, lo ha expresado usted también en lo
que acaba de decir que casa me da pie para terminar por hoy con la entrevista.
Si yo intentara hacerlo de forma tan resumida, es posible que no lo hubiera
hecho tan bien. Mire, como ya le dije en días anteriores, siempre he sido
consciente de que, con independencia de querer contar alguna de las cosas que
me pasaban en mis ajetreos de aquí para allá, mis libros serían mucho más
valoradas si introducía en ellos ciertas referencias, digamos que eruditas, que
pudiera hacer de ellos algo considerado con menos rigor por la elites, pues
después de todo, el lector común, que era quien realmente me interesaba y los
compraba, se las saltaba con toda tranquilidad, y seguía con las pitones, las
tribus primitivas, la selva y todas las chaladuras con las que se
entusiasmaban…
No hay comentarios:
Publicar un comentario