lunes, 14 de marzo de 2016

HORACIO UNO



ENTREVISTA AL DOCTOR HORACIO ENTREBARRIOS PDOWSKY
UNO
Encontramos al doctor Horacio en su casa de Coto de Valdelallana rodeado de los miles de recuerdos coleccionados a través de su vida en las cuatro esquinas del globo en las que ha transcurrido su dilatada y rica vida. A petición entramos directamente a las cuestiones que van a ser objeto de la entrevista. No le gustan los rodeos ni lo que él llama “puesta en escena”.
DÍGAME DOCTOR ¿VERDADERAMENTE SE APRENDE MUCHO TRASLADANDOSE DE UNA ESQUINA DEL GLOBO A OTRA COMO USTED HA HECHO DURANTE SESENTA AÑOS?
Pues si quiere que le diga la verdad, no creo que realmente se aprenda más de esa manera, que desde luego ha sido la mía, que quedándose en el salón de casa oyendo música clásica de calidad y leyendo buenos libros, por decir algo. Lo mío de no parar quieto de aquí para allá ha sido una ventolera de adolescente que ha durado demasiado tiempo. De hecho hubiera preferido estarme quieto.
PERO ESTO QUE DICE PUEDE RESULTAR DECEPCIONANTE PARA LOS MILES, MILLONES DE ADMIRADORES QUE TIENE USTED EN ESTE PAÍS Y EN EL MUNDO ENTERO…
Es muy posible, pero tenga usted en cuenta que yo no vivo en función de los demás, y lo que acabo de decir no creo que por ello que quien me lee deje de disfrutar con mis aventuras en el Amazonas luchando con la anaconda, o en la tribu de los Gorongoros cuando fui capturado y estuve a punto de ser devorado por aquellos salvajes…
EN CUALQUIER CASO EN SUS LIBROS SE PERCIBE QUE USTED DISFRUTABA EN MUCHAS DE LAS SITUACIONES QUE VIVÍA…POR ESO SU AFIRMACIÓN ANTERIOR PARECE UN POCO SORPRENDENTE…
Mire, puede parecer todo lo sorprendente que usted quiera, pero es la pura realidad. He vivido mucho es cierto, y en todo en mis libros he querido transmitir la impresión de que todo ha sido emocionante y en cierto modo maravilloso, pero en estos momentos, al borde ya de los noventa, no tengo nada que perder si bajo un tanto el listón y digo que muchas de la cosas que he contado pertenecen al mundo de la fantasía, o como mucho a cuatro o cinco momentos realmente interesantes, que lo mismo podía haber vivido con otros personajes en Nueva York o El Puente de Vallecas, para no ir tan lejos…Además, tenga usted en cuenta que yo le he dado a la gente lo que esta quería: un tipo estrafalario como yo haciendo el indio continuamente. Eso vendía, seamos honestos…

PERO AQUELLA LUCHA CON LA PITÓN QUE ESTUVO A PUNTO DE TRAGÁRSELO NO ME DIRÁ QUE NO FUE ALGO EMOCIONANTE…EXTRAORDINARIO.
Mire Antonio, aquella serpiente, que realmente era enorme, inmensa, desde luego, estaba totalmente dopada por su propietario, al que tuve que soltar un buen fajo de billetes para que me permitiera hacer aquel paripé…por eso fue incapaz de apretarme de verdad al enrollarse en mi cuerpo, y cuando abría la boca para tragarme yo creo que se trataba más de un bostezo que de otra cosa. Imagínese que usted se toma de golpe cuatro orfidales. Dentro de quince minutes se quedaría dormido, pues eso le pasó al pobre bicho que a punto estuvo de no poder recuperarse…
DOCTOR, LLEGADOS AQUÍ, EMPIEZO A RECONOCER EN USTED OTRA CARACTERÍSTICA QUE NOS HA TENIDO OCULTA HASTA HOY…AHORA RESULTA QUE ADEMÁS DE ESCRITOR, AVENTURERO, COSMÓLOGO Y FILÓSOFO ES USTED UN HUMORISTA…
Bueno, Antonio, usted estará de acuerdo conmigo que a mi edad ya puedo permitirme ciertas veleidades a las que la gente más joven no se atreve pensando en un currículo todavía en marcha…en mi caso con el horizonte casi inmediato de la caja de pino, esas sandeces me tiene sin cuidado… En cualquier caso créame si le digo que no se trata de humor en absoluto sino de la pura verdad.
NO ME DIGA A ESTAS ALTURAS QUE LAS MILES DE AVENTURAS QUE NOS HA CONTADO EN SUS LIBROS NO TIENEN MUCHO DE REALIDAD, ES IMPOSIBLE, INCLUSO QUERIÉNDOLO INVENTARSE TALES HISTORIAS.
Antonio, no insista. Quizás sea este el momento adecuado para que mis lectores se den cuenta que más que ser un simple tusitela (*) son un escritor con una fantasía desbordante capaz de volcarla en sus libros y hacerla creíble. Créame si le digo que todas esas historias me tienen bastante sin cuidado y puede encontrarlas a poco que se lo proponga en cualquier periódico día a día.
FRANCAMENTE NO SÉ QUE DECIR…
Pues yo se lo voy a facilitar, mi querido amigo. Diga a los lectores que han tenido la cortesía de leerme a lo largo de tantos años, que su admirado doctor no es sino un embustero…eso sí, capaz de inventarse las aventuras más delirantes a partir casi de la nada. He sido reportero de guerra, explorador en la selva y el desierto, paracaidista, buceador y todo lo que usted quiera, pero lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones lo que he experimentado con más frecuencia han sido todo tipo de calamidades… Enfermedades, fiebres, sed, disenterías, mosquitos, infecciones…algo verdaderamente terrible que, eso sí, haría las delicias de un médico de guardia en unas Urgencias de cualquier hospital de cierta categoría. Sobre todo las disenterías…esas horribles cagaleras, con perdón, usted ya sabe, que lo dejan a uno exhausto y postrado en la cama durante una o dos semanas…  
(*)  Los nativos de ciertas islas que visitó R. Louis Stevenson le llamaban tusitela,“el que cuenta historias”.

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