ACUERDOS
No estás de acuerdo, dices, y cierras la escotilla, y me
haces al decirlo un mero aborigen de lugares comunes, que no pensando piensan
acaso sin pensarlo, la mágica retórica de las simples palabras. Y corren y se
afanan las sílabas que dices buscando por las trompas los cilios de Eustaquio. Pero
ya sé, tú sabes, quien sabe si sabemos pues las declinaciones se abisman en los
verbos y en los genitivos. Sajones que
no fueron primeros pobladores, que dieron sin embargo a Albión su reciedumbre
forjada con metales y puros maremotos. Pues eso es el océano, un mar que se
desborda y sube los perfiles de los mapas. Se esfuerza y no se rinde, descubre
las Américas buscando la ebonita que ocultan los Apalaches y las Montañas
Rocosas. Seamos pues lo íntimo que son las abubillas que vuelan y no corren, y
llegan y se escapan apenas percibidas como quien golondrinas no sueñan evidencias que afloran
y no paran.
No estás de acuerdo dices, y tengo que aceptar lo inútil de
las fórmulas, lo inútil de las fórmulas. Lo inútil de las fórmulas. Pues todo
lo ya dicho diciéndolo no es nada, palabras que a la postre palabras son
palabras. Me cierro en semicírculos ocultos que se escapan a la extraña ilusión
de tardes alboradas, y de tu verbo fluido que sigue y que me acosa detrás de
los pretiles, los puentes y las fábricas. Recuerda aquella tarde hecha de
horizontes y de horizontes nada, quizás al recordarla llegues a comprenderme
aunque me calle y diga lo mucho que se dice cuando se dice nada (lo ibas a
decir. Deberías decirlo.Por el amor de Ese, dilo de una vez, que no te dé
vergüenza).También en el abismo se tejen algoritmos hechos de seda y tinta de
calamar, por más que uno se oculte y oculte la evidencia de los
estrelmosaurios, únicos supervivientes de los meteoritos del golfo de Vizcaya. Vascos
que quizás fueron los primeros pobladores de un circulo vicioso que se
retroalimenta de pura farfandalga que llegó de la India y vuelve a la India. Y
en la India descansa. Por fin podré saber lo que tu ya imaginas y piensas y ya
sabes, y callas y proclamas y ocultas tras la historia de noches anochadas. Dímelo
de una vez, dame de tu ignorancia supina la alegría de tu sabiduría, hecha de endecasílabos
y de abecedarios aún por inventar. Que así son las palabras aún no pronunciadas
que esperan en el plexo la luz que las alumbre, y arroje de los labios trazando
enredaderas, subiendo a los alcázares de moros de Granada. Y así quedara todo
lo que no nos dijimos de pura timidez, pudiéndonos decir lo poco o lo mucho que
la luz enjalbega de pueblos que reposan y duermen esperando el agua que por
llegar. El agua que se filtra por los algodonales, que cerca los olivos cuando
las aceitunas son ya tu piel verano, tu piel tan deseada. Inútil es la espera
en la noche silente, y no importan los cascos que llegan y se acercan caballos
en celada que surcan las veredas y la luna los mira y apena muy adentro, dolores
que te callas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario