jueves, 25 de febrero de 2016

DESVARÍOS



De verdad que no te entiendo Raquel. Y mira que trato de tranquilizarme y ser razonable, aunque no creas que me resulta fácil ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sucedido en tu cabeza para que de la noche a la mañana me trates como a un aventado y me llames loco? Loco de remate para ser más exactos, ante mi asombro. Y aunque no me creas, trato de comprenderte con toda la capacidad de mis entendederas, y llego a columbrar si no será debido a este brusco cambio de tiempo de los últimos días. Hay que comprender que no es fácil pasar incólume de un frío intenso y una lluvia desatada, a un a un sol abrasador y una invasión de moscas como la que ha tenido lugar.
     Raquel, ya sé que cualquier cosa que te diga te va a dar igual, y la vas a considerar como otro más de mis desvaríos de última hora. Que he perdido la cabeza, que antes no era así, que debo visitar a un  psiquiatra y todas esas cosas que me has repetido hasta la saciedad, olvidando por otro lado que ya me ocupo yo desde hace tiempo de suministrarme alguna sustancia ad hoc, como cualquier persona que hoy en día trate de estar al día, y perdona la redundancia. Lo cierto sin embargo, y quiero ser sincero aunque me cueste, es que eres tú la que no estás en tus cabales y has perdido el norte. Espero que no definitivamente, pues siempre he confiado mucho en tus cualidades y tus recursos para salir de las situaciones más complicadas cuando en otros momentos tuviste otro tipo de dificultades.
    Ya sé que nuestra vida en común no pasará a los anales de las vidas ejemplares de las parejas bien avenidas, ni servirá de ejemplo a los jóvenes que quieran enfrentarse juntos a la vida que se les abre por delante. Pero de ahí a hacer de nuestra relación una especie de tragedia griega en la que se ha convertido, creo que va todo un mundo. ¿Qué te sucede, Raquel? Te cuesta aceptar que siendo yo casi un octogenario aún tenga suficiente sex appeal para atraer a alguna que otra talludita que se me acerca con la dignísima intención de charlar un rato, y tú lo interpretas como una traición indecorosa pensando sin duda en unas relaciones genitales en ciernes? Raquel, deberías tratar de ser más razonable y no dejar que la mente se te dispare. Sabrás que hoy en día prácticamente todos los psicólogos están de acuerdo en considerar que, después de todo, “somos lo que pensamos”, y si tú te empeñas por razones que no se me alcanzan, en considerar que soy un don juan octogenario, comprendo que lo pases mal y que me tildes de chiflado, pues efectivamente ni mi artrosis galopante ni mi recrudecida incontinencia me lo permitirían, aún en caso de quererlo. Aunque se me ocurre, y perdona si lo que te voy a decir te parece indigno de mí, quizás se trate de una especie de efecto rebote de tu menopausia. Soy mucho mayor que tú, pero aún recuerdo como si fuera ayer lo mal que te lo tomaste, como si más que ser un proceso natural en la mujer por la pérdida de estrógenos, lo consideraras como una ofensa inaceptable de la madre naturaleza, ante la que revelaste con todas tus fuerzas. Una especie de menopausia “en diferido”, como ahora se ha puesto de modo decir a ciertos políticos por otros temas, para justificar que no se les caiga la cara de vergüenza. No seas como ellos. Eres una mujer estupenda, Raquel, y solo estos brotes esporádicos podrían hacer que en el futuro fuera necesario pensar en una casa de reposo para tu seguridad. No pasa nada. Nada. Y el hecho de que quien te escribe esté aún de buen ver a pesar de ser un carcamal, no debiera inquietarte. Se lo debe todo al gimnasio. Voy todos los días de la semana y me estoy poniendo mucho más fibroso y musculado. Mira por donde. A la vejez, viruelas.

lunes, 15 de febrero de 2016

EXTINCIONES



Al poco de salir de casa sentí el impulso irrefrenable de seguir a cualquier persona con la que me cruzase, o a la que, al caminar más deprisa, diera alcance. Fue un rato divertido, de eso no debe tenerse la menor duda, y que el antojo me causara infinidad de insultos y las huellas evidentes de varios puñetazos en la cara, no es motivo para menospreciar mi iniciativa. A partir de ese momento la espontaneidad se ha convertido en el paradigma de mi comportamiento, y tantos mis allegados como mis vecinos me felicitan por mi simpatía y capacidad de improvisación, que aporta a sus vidas la alegría que la rutina les tenía hasta entonces oculta.

Los soldados marchaban por la calle en perfecta formación de orden cerrado. Al verlo, José Andrés, a pesar de su carácter abierto y propenso a la dispersión y la anarquía, no pudo reprimir que, debido a la emoción, un torrente de adrenalina se volcara en su torrente sanguíneo al paso marcial de la tropa, para a continuación aplaudir con entusiasmo y para, cuando ya doblaba una esquina alejándose, exclamar enfebrecido ¡ejército al poder, ejército al poder!

No lo puedo soportar. Es así de sencillo aunque no encuentre razones para ello, pero sucede. Me echo en la cama, y no importa la hora que sea (aunque lógicamente con preferencia por la noche cuando voy a dormir) y casi de inmediato siento la desagradable sensación de que no puedo aguantar algo tan simple como cubrirme con las sábanas, la manta, el edredón o la colcha. Necesito una libertad que la ropa de cama me niega, y hace que me sienta constreñido por un peso terrible, como si se tratara de una capa de hormigón. Necesito la libertad de mi cuerpo desnudo sobre el colchón, con independencia de las temperaturas bajo cero y de que una cellisca heladora se cuele por la ventana.

Algunas tardes, cuando el tedio aprieta y siento un impulso poderoso de cortarme las venas o colgarme de una viga ante la perspectiva de otro lunes sin sentido, me echo a la calle como un loco (como el loco que sin duda soy), y me dedico a vagar por los alrededores buscando una justificación para seguir con vida. Lo que sucede es que a esas horas el ambiente es más bien tenebroso, y las lúgubres luminarias de las farolas tampoco auguran nada bueno. En muchas ocasiones puedo desembarazarme de tan terrible sensación metiéndome en una taberna de mala muerte para ahogar mi angustia en alcohol. En otras, sin embargo, me ha salvado in extremis degollar a algún chucho vagabundo, que no podía sospechar la que se le venía encima. Cuando después ladrar y jadear durante unos instantes, logro reducirle y que pase finalmente a mejor vida, me despido de él con el reconocimiento y la ternura que todo bien nacido debe de tener con sus benefactores. Y en último extremo, de quien, muy a pesar suyo, con toda seguridad me ha salvado la vida.

Amo a esa mujer, pero el destino ha querido que lo nuestro, o mejor dicho lo mío, no tenga ninguna perspectiva de realizarse. Para mi desgracia está casada y parece feliz. Incluso muy feliz, pues las tardes que coincido con ella y su marido en el bar de copas de en frente, no hace más que reír y reír, lo que me hace pensar que el tipo es muy gracioso, algo que sé que las mujeres aprecian sobremanera. Busco en él detalles que me den alguna esperanza, pero me he enterado que además de ser un hombre simpático, tienen mucho dinero, con lo que mis expectativas se vienen abajo definitivamente. Sin embargo para mis adentros me digo que siempre puede ocurrirle alguna desgracia de un día para otro, pues ya se sabe que en esta vida nadie está a salvo de un accidente que haga que todo cambie de forma radical. Sin ir más lejos, desde hace algunos días comienzo a alentar ciertas esperanzas al darme cuenta de lo desmesurado de su barriga, un bombo desagradable en el que no sería nada complicado hundir un cuchillo de buenas dimensiones en cualquier momento de despiste. Por ejemplo, cuando salga solo a fumar o baje a los Servicios. Ocasiones habrá, que duda cabe, para alguien que está dispuesto a todo por conseguir el amor de esa mujer, a quien adoro. El hecho de que ella parezca sentir un indudable apego por tal desmesura, que acaricia con frecuencia desinhibidamente, será un aliciente añadido. Debo permanecer atento y aprovechar la menor oportunidad. Las mujeres son volubles y acabará apreciando mi gesto, y mi cuerpo enjuto no supondrá ningún inconveniente para que le ofrezca la ternura que, ahora ya puedo anticiparlo, ofreció en su día a su extinto marido.

viernes, 12 de febrero de 2016

INCIDENCIAS DECIMO OCTAVA VELADA



Todo parece repetirse, como si estuviéramos en un mundo donde se hace efectivo el mito del eterno retorno del que en su dia habló Mircea Eliade un tipo rumano al que le interesaban unas cosas muy raras, y si no recuerdo mal, creo que también Nietzsche, pues en no pocas ocasiones cuando me meto en obras de mucho calado, trato de seguir adelante ayudándome de algún que otro vinito tinto, y es posible que al recordarlo se me mezclen las informaciones. Algo que como se comprenderá haría difícil una clase a los alumnos de la universidad, pero quien sabe si aliviaría en buena medida a una audiencia de Alcohólicos Anónimos, viendo que un tipo supuestamente prestigioso como yo a va en breve a apuntarse a su asociación. Quería decir, que me he ido por las ramas, que, como dije en mis primeros escritos, vuelve en mí con fuerza la idea de que puedo ser un extraterrestre, y no tanto por determinados síntomas físicos alarmantes, de los que son buena prueba que las venas de mis brazos y piernas están adquiriendo un tinte entre puramente verde y violáceo, que ya sería suficiente, sino por mis conversaciones en el bar. Algunas tardes me reúno con un grupo de conocidos en la barra de “El loro azul” debajo de casa, y no entiendo nada de lo que dicen. Suelen hablar de la bandera nacional, de Cataluña, de mujeres en cueros y de si un tal Messi u otro tipo llamado Ronaldo con pinta de indio han sido los mejores futbolistas desde que el mundo es mundo. La verdad es que no sé de lo que hablan, o para ser más exacto, no me interesa en absoluto. Yo de bandera pondría la fregona y a los futbolistas los mandaría a la construcción, pues creo que si son tan buenos poniendo ladrillos como dando patadas los edificios en los que participaran estarían terminados en un pispas. Y de Cataluña solo me interesa la butifarra los días que estoy bajo de moral, y la sardana siempre me pareció un baile muy soso, solo apto como terapia para gente con problemas de ansiedad.
       Por si fuera poco, han vuelto a bajar mis vecinos del piso de arriba –Ángel y Luisa- está vez bastante eufóricos y con la certeza de que efectivamente “no son de este mundo”, informándome que las cabezas de ajo que les di tiempo atrás para alejar al vampiro no les han servido de nada, e incluso han colaborado a que en su domicilio se multipliquen los fenómenos paranormales, entre los que destaca el hecho de que en prácticamente en todas la paredes de las habitaciones han aparecido reproducciones en color y a varios tamaños de las caras de Bélmez y de la Virgen de Fátima con los pastorcitos, algo en su opinión solo posible si ellos mismos son unos elegidos procedentes de otros galaxias. Para contraatacar le he mostrado brazos y piernas para confirmar mi procedencia de algún lugar alejado del cosmos, aunque finalmente he cortado la conversación en seco cuando me he dado cuenta que estaban de nuevo dispuestos a ingresar en mi domicilio con objeto de beneficiarse de otro piscolabis por el rostro. Y de eso nada, esta vez les toca a ellos.

miércoles, 10 de febrero de 2016

INCIDENCIAS DÉCIMO SÉPTIMA VELADA



ACUERDOS
No estás de acuerdo, dices, y cierras la escotilla, y me haces al decirlo un mero aborigen de lugares comunes, que no pensando piensan acaso sin pensarlo, la mágica retórica de las simples palabras. Y corren y se afanan las sílabas que dices buscando por las trompas los cilios de Eustaquio. Pero ya sé, tú sabes, quien sabe si sabemos pues las declinaciones se abisman en los verbos y en los  genitivos. Sajones que no fueron primeros pobladores, que dieron sin embargo a Albión su reciedumbre forjada con metales y puros maremotos. Pues eso es el océano, un mar que se desborda y sube los perfiles de los mapas. Se esfuerza y no se rinde, descubre las Américas buscando la ebonita que ocultan los Apalaches y las Montañas Rocosas. Seamos pues lo íntimo que son las abubillas que vuelan y no corren, y llegan y se escapan apenas percibidas como quien  golondrinas no sueñan evidencias que afloran y no paran.
No estás de acuerdo dices, y tengo que aceptar lo inútil de las fórmulas, lo inútil de las fórmulas. Lo inútil de las fórmulas. Pues todo lo ya dicho diciéndolo no es nada, palabras que a la postre palabras son palabras. Me cierro en semicírculos ocultos que se escapan a la extraña ilusión de tardes alboradas, y de tu verbo fluido que sigue y que me acosa detrás de los pretiles, los puentes y las fábricas. Recuerda aquella tarde hecha de horizontes y de horizontes nada, quizás al recordarla llegues a comprenderme aunque me calle y diga lo mucho que se dice cuando se dice nada (lo ibas a decir. Deberías decirlo.Por el amor de Ese, dilo de una vez, que no te dé vergüenza).También en el abismo se tejen algoritmos hechos de seda y tinta de calamar, por más que uno se oculte y oculte la evidencia de los estrelmosaurios, únicos supervivientes de los meteoritos del golfo de Vizcaya. Vascos que quizás fueron los primeros pobladores de un circulo vicioso que se retroalimenta de pura farfandalga que llegó de la India y vuelve a la India. Y en la India descansa. Por fin podré saber lo que tu ya imaginas y piensas y ya sabes, y callas y proclamas y ocultas tras la historia de noches anochadas. Dímelo de una vez, dame de tu ignorancia supina la alegría de tu sabiduría, hecha de endecasílabos y de abecedarios aún por inventar. Que así son las palabras aún no pronunciadas que esperan en el plexo la luz que las alumbre, y arroje de los labios trazando enredaderas, subiendo a los alcázares de moros de Granada. Y así quedara todo lo que no nos dijimos de pura timidez, pudiéndonos decir lo poco o lo mucho que la luz enjalbega de pueblos que reposan y duermen esperando el agua que por llegar. El agua que se filtra por los algodonales, que cerca los olivos cuando las aceitunas son ya tu piel verano, tu piel tan deseada. Inútil es la espera en la noche silente, y no importan los cascos que llegan y se acercan caballos en celada que surcan las veredas y la luna los mira y apena muy adentro, dolores que te callas.

martes, 9 de febrero de 2016

INCIDENCIAS DÉCIMO SEXTA VELADA



El hecho de que no coincidamos absolutamente en nada, no significa que no podamos llevar juntos una vida feliz en adelante, siempre que mantengamos nuestros puntos de vista con una corrección absoluta y no vayamos armados en ningún caso.

Somos incompatibles, y en el universo no hay rincón por remoto que sea que pueda albergarnos cerca sin consecuencias funestas. A menos que la distancia entre nosotros pueda ser medida en años luz, algo por otro lado habitual en el cosmos. Y la cosa cambia.

Sé que en el fondo nuestros aparentes desacuerdos, no son sino formas elegantes y muy elaboradas de confesarnos un amor que no nos atrevemos a manifestar con el afecto de unas caricias. O unos simples acercamiento genitales, mira por donde.

Deja en paz a Luis Fernando, María Jesús, el chico tiene sus necesidades que tú, de distinto sexo y edad, nunca podrás entender, créeme. El hecho de que seas su madre tuvo su importancia en el pasado, pero en la actualidad no es significativo en absoluto. Ya tiene cinco añitos.

Te dije que te llevaría de vacaciones a las Seychelles, es cierto, pero poco después pensé que mi propuesta no era la adecuada para alguien que me tilda habitualmente de machista. Y para tu tranquilidad de conciencia y clase, he decidido que de eso, nada.

José Miguel, deja ya de jugar con Federico. Sabes que los experimentos es mejor realizarlos con gaseosa. No hace falta que tires al gatito una y otra vez por la ventana para comprobar si tiene efectivamente siete vidas, como dice el refrán. El hecho de que SOLO vivamos en un tercer piso y que haya sobrevivido al PRIMER intento, no son razones suficientes para ello.

No quieres ir a trabajar, una actividad que dadas tus dotes intelectuales fuera de toda duda, según tu propia opinión, y menos aún dada tu pertenencia a la nobleza de Torredonjimeno, estimas como algo poco adecuado para tu desarrollo como ser humano y la verificación del darwinismo sintético en tu persona. Lo puse en duda en un principio, de verdad, pero finalmente te puedo confirmar que estoy de acuerdo siempre que accedas a todos mis antojos y me trates como a una reina, bribón.

lunes, 8 de febrero de 2016

INCIDENCIAS DÉCIMO QUINTA VELADA



Lo recuerdo perfectamente llegaste casi de noche y la verdad es que tu visita me sorprendió no solo por lo inapropiado de la hora sino por el tema que me expusiste. Es cierto que no tuviste ninguna culpa porque los ladrones entraron en mi domicilio por la terraza y no por la puerta y por lo tanto que tú tuvieras las llaves de la puerta de mi casa no era para nada relevante. Es cierto pero comprende que en mi denuncia a la policía tenía que hacer constar tal extremo. Eso no era denunciarte precisamente a ti sino hacer un relato adecuado de las circunstancias en que se encontraba mi domicilio en el momento del acaecimiento o suceso que también puede llamarse así aunque no hubiese ningún hecho luctuoso a Dios gracias. Que en función de lo expuesto irrumpiese en el interior sin yo autorizarte para ello fue no solo un allanamiento de morada sino incluso una agresión por lo que sucedió a continuación pues como recordarás aunque ya hayan pasado unos meses me diste un empellón me llamaste hijo de puta malnacido y me diste dos bofetadas. Te extralimitaste y hiciste que nuestra amistad cimentada laboriosamente a través de los años se fuera al garete adiós por lo tanto a los buenos momentos pasados en tan agradable compañía como era la tuya hasta entonces adiós también a los tragos moderados todo hay que decir de licor cerveza o puramente vino según el condumio la hora a la que nuestro ayuntamiento nos cogiera. No te lo voy a perdonar de la misma manera que tú no me perdonaste meterte por en medio en el relato fiel de lo sucedido cuando hacerlo según me dijeron en comisaría no tendría la menor importancia y por supuesto ninguna consecuencia. Que te hicieran luego presentarte en la misma y allí someterte a varias horas de interrogatorio  e incluso fueran a tu casa y pusieran todo patas arriba para ver si localizaban el ordenador que me fue sustraído algunas joyas y un buen fajo de dinero nada tiene que ver con mi buena voluntad sino con los engaños en todo caso a los que la policía fuerza en ocasiones a los buenos ciudadanos como el que esto suscribe y al parecer a otros como tú mismo. O posiblemente a un exceso de celo solo propio de los países autoritarios o los Estados Unidos de América del Norte que poco más o menos vienen a ser lo mismo si uno entra en le fondo de la cuestión pues quizás nunca te conté que en cierta ocasión que fui a Nueva York me detuvieron alegando que llevaba droga conmigo y me retuvieron varias horas en el aeropuerto Kennedy y me dieron una paliza tremenda que no mitigó el hecho de que más tarde se disculparán y reconocieran que mi alijo solo se trataba de polvos de talco que ellos tomaron por coca imagínate. Pero bueno que no quiero irme por los cerros de Úbeda que habrán hecho esos pobres infelices para ser tomados por unos garrulos y unos despistados. No te equivoques y pienses con este extravío final de mis entendederas que el tema contigo está finiquitado como te dije más arriba todo entre nosotros terminó por mucho que añore los buenos ratos contigo que solo me faltó que fueras una mujer para pasar a mayores. Hijo de puta tú también que conste.

INCIDENCIAS DECIMO CUARTA VELADA



EL MAR, DEFINICIÓN



Una pared, una muralla, un muro, un tabique, una mampara, una valla, una barrera, una tapia, una fachada, una frontera, un pretil, un frontón, una verja, una alambrada, una empalizada, una escollera…



Alta o baja, corta o larga, ancha o estrecha…





De ladrillo, de argamasa, de cemento, de barro, de piedra, de madera, de adobe, de metal, de plástico, de cristal, de metacrilato, de poliuretano…





Virtual, real, figurada, simbólica, metafórica…





Separa, adosa, limita, cierra…





Con puertas, con ventanas, con ojos de buey, con portillos, con lumbreras, con troneras…





Pintada, encalada, enfoscada, enjalbegada, desnuda, adornada……





LO DEMÁS ES EL MAR.

INCIDENCIAS DÉCIMO TERCERA VELADA



- “Creo que soy el hombre más inteligente del mundo a excepción de todos los demás”. Lo pudo decir Churchill, que era un gran demócrata, pero no lo dijo.

- Detesto a todos los escritores norteamericanos, excepto a David Foster Wallace, de quien por cierto no he leído ni una sola línea. Quizás sea por eso

-Adoro la espeleología y en general a cualquier realidad que remita al concepto de profundidad. Las vaginas sin ir más lejos.



- Las ventanas se emplean para aislar el interior del exterior, y más aún si a este último se le puede calificar de intemperie. Y no digamos nada si además hace viento como su propio nombre indica.



-No sé que sentido tiene el cuadro en la pared frente a mi cama. Es insulso, vacío, vacuo, insignificante. En resumen, impropio de mí, aunque quizás se trate de un espejo.



-Lorenzo, vaya al jardín y ordene a la vegetación que deje de realizar la función clorofílica. Quiero morir asfixiado y el Amazonas me coge demasiado lejos. A los perros no los despierte. No quiero ser cruel, después de todo ellos no tienen la culpa de nada.



- La noche desciende como un manto oscuro que me abruma. El amanecer irrumpió en la alcoba como si se tratara de la primera luz del universo. Solo amarte justifica mi existencia. Todas esas tonterías…



- Las fluctuaciones cuánticas están al parecer en el origen del universo, y no dándose a conocer fácilmente debe reconocerse su humildad, pues sin ellas difícilmente estaríamos aquí charlando tranquilamente.



- Digo adiós, pero espero que no se me crea en absoluto. De hecho, puestos a decir algo que se ajuste a la realidad, lo único cierto es que a pesar de mi mismo yo soy un individuo que siempre está llegando y decir hello sería lo más apropiado.

sábado, 6 de febrero de 2016

INCIDENCIAS DÉCIMO SEGUNDA VELADA

Hay cosas que suceden de forma natural, se supone que porque están de acuerdo con el orden inherente al mundo que así sea. Y aquí, por ejemplo, se puede hacer referencia a los amaneceres y la gravedad, la primera en la medida que la Tierra siga girando alrededor de su eje y la segunda si creemos a Newton o Einstein (sin caer en honduras, por cierto). Pero el hecho al que me refiero no pertenece que yo sepa a ninguno de ese tipo de acaecer, sino a otro bien distinto que no se denomina con ningún nombre específico, al menos que yo sepa.
   Se trata de que desde hace algún  cuando me despierto por la noche por motivos propios de mi condición y sexo o como resultado de un insomnio intermitente a los que soy proclive, veo a mi lado a una mujer desconocida de mediana edad, lo que me inquieta sobremanera, pues ni sé quien es ni cual es el significado de su presencia en mi cama en esos momentos. La miro en principio con asombro y un tanto de reticencia, y poco después con un interés trufado de preocupación humanista e inquietud científica, pues no recuerdo en absoluto haberme acostado en compañía de nadie. Sus rasgos, que analizo con detalle en esos momentos, es cierto que me recuerdan vagamente a alguien conocido que he debido tratar no hace demasiado tiempo, aunque no podría dar fe de ello con seguridad. Cuando siento que una agitación súbita empieza a apoderarse de mi, para tranquilizarme y no llamar al servicio doméstico ni a la policía, supongo que posiblemente se trate de mi mujer, algo que me llena de estupefacción, pues que yo recuerde nunca me casé ni mantuve relaciones de pareja más allá de algún fin de semana cuando era joven.
   Y esa es mi situación actual, aunque debo confesar que durante el día esa mujer que se levanta conmigo y de inmediato prepara un café para los dos, poco a poco recupera sus perfiles habituales, y ya cerca del mediodía la reconozco como a Leonor, mi novia de toda la vida con la que me casé poco después de terminar la carrera de abogado y montar un bufete en compañía de otro colega en Alcobendas, provincia de Madrid. En ocasiones, cuando por la noche vivo la situación desasosegante de estar durmiendo con una extraña que acabo de relatar, se me ocurre despertarla de improviso y preguntarle a bocajarro por su identidad, pero me abstengo y no lo hago, al recordar que no es conveniente despertar de ese modo a los sonámbulos, algo que verdaderamente nada tiene con su condición, pero a la que yo la asimilo posiblemente por una economía intelectual, y una cierta incapacidad para otras suposiciones más atinadas a altas horas de la madrugada.
    Espero que con el paso de los días la situación se normalice y vuelva la tranquilidad de épocas pasadas, en las que no tenía que sobresaltarme por un hallazgo inesperado que me tiene en vilo durante un buen rato, y hace que al día siguiente tarde cierto tiempo en recuperarme y volver a mis cabales. Todavía no he contado a nadie esta desagradable experiencia (Leonor, sin embargo, todo hay que decirlo, es una señora muy agradable de trato y de buenas hechuras para su edad), porque tengo miedo a que me tomen por loco y me encierren, o incluso quieran asistir en directo al hecho, algo a lo que no estoy dispuesto en absoluto teniendo en cuenta que soy una persona reservada y muy celosa de su intimidad.
     Si alguien, no obstante, lee por casualidad este diario (lo dejaré bien a la vista para aumentar esa posibilidad), le ruego que me haga llegar su opinión sobre el caso, así como cualquier idea que se le ocurra para aliviar mi situación. Le estaré profundamente agradecido, y quien sabe si con determinadas condiciones  le dejaré compartir en la alcoba tan desdichada circunstancia, que en cualquier caso espero sepa interpretar adecuadamente sin dar lugar a malentendidos.