miércoles, 18 de junio de 2014

FAMILIA D

La familia D esta compuesta por cuatro elementos, dicho sea esto sin segundas intenciones (ni, por otro lado, nada que la relacione con la tabla periódica de Mendeleiev), y solo como recuento de su número de integrantes. Quienes también pueden ser ocho e incluso más, en función de su estado de inspiración, la hora del día de que se trate y sobre todo de la situación atmosférica.
No todos los días son iguales, como bien sabe cualquiera que ponga los pies en la calle con cierta frecuencia, o que sin hacerlo, se tome la molestia de mirar por la ventana. Hay días lluviosos y nublados especialmente indicados para quedarse en casa al amor de la lumbre, valga la metáfora, sobre todo si a tales características se suma la de un frío intenso o la amenaza de la nieve o el pedrisco. Y hay otros, en sentido contrario, en los que lo más recomendable es ponerse algo ligero y salir a pasear al aire libre, con preferencia por los parques y jardines si los hubiera, o a realizar bonitas excursiones por el campo o a la orilla del mar, con el sol en lo alto durante horas. Etcétera, etcétera, que tampoco es aquí cuestión de hacer una descripción detallada de las estaciones del año y sus meteoros. Y que quede claro que nos referimos a aquellos lugares del globo terrestre situados en las zonas de latitudes intermedias, o al menos no en las proximidades del Ecuador o los Polos, donde el tiempo tiene antojos que no me voy a entretener en describir aquí.
 La clave de todo lo anterior, que como ha quedado dicho afecta sobremanera a la familia que nos ocupa, es que se trata de ventrílocuos. Todos ellos lo son desde poco después de romper a hablar, pues incluso cuando de bebés solo balbuceaban, ya se podía distinguir en ellos unas tonalidades diferentes según el tiempo o la hora del día de que se tratase. Al parecer es una característica general heredada por vía materna debida a la alteración de un gen en el pasado, según ha descubierto un eminente científico, interesado en el caso. El padre estaría pues excluido, pero la convivencia prolongada con su mujer ha hecho que siga la misma tendencia por un sencillo proceso de mimesis.
Sin contar con la facultad inherente a estos individuos para hablar con diferentes voces, y solo refiriéndonos su estructura física observable desde el exterior, los miembros de la familia son efectivamente cuatro, según quedó dicho más arriba. Se trata de un matrimonio que aún no ha llegado a los cincuenta, y dos hijos adolescentes, chica y chico, cada cual semejante a su progenitor del mismo sexo hasta extremos sorprendentes. Una especie de clones, que añaden a sus cualidades fonadoras un aspecto un tanto desasosegante, pues vistos a lo lejos o a contraluz, resulta difícil distinguirlos. Una de las peculiaridades de esta singular familia consiste en que su ventríloquismo no es voluntario, sino natural, de tal manera que con frecuencia ellos mismos son incapaces de controlar a los distintos personajes que les habitan, lo que por cierto origina situaciones caóticas o surrealistas, pues no es frecuente que un chico que apenas apunta una barba que merezca tal nombre, se dirija a su padre con una voz cavernosa de barítono bajo, y que este le responda con la de una doncella impúber. O que la hija adolescente intente entablar una conversación con su propia madre como una vicetiple de revista, y esta le conteste con la de un anciano que cuenta los días que le quedan sobre la superficie del planeta.
Al tener conocimiento de las cualidades de esta familia, la industria cinematográfica y los agentes teatrales pronto se han puesto en contacto con ella con el comprensible propósito de sacar una buena tajada, pero la experiencia ha demostrado casi de inmediato que tal cosa era imposible, pues el único espectáculo que llegaron a representar resultó un auténtico fiasco. Los personajes que cada uno de los miembros representaba de acuerdo a un guión, acabaron liándose en un marasmo incomprensible, incapaces de seguirlo y sorprendidos por sus habitantes interiores de una forma absolutamente desmadrada. En la actualidad, solo la chica es requerida ocasionalmente por ciertos estudios de doblaje para producciones de cine de terror y de cine B, en las que alguna de las protagonistas interpreta papeles próximos a la niña de “El exorcista”. Más raramente son reclamados colectivamente para algunos programas de entretenimiento en la sobremesa de la televisión, en los que, al verlos, el público duda si reírse a carcajadas o llorar de pena viendo su lamentable representación.
Dentro de la casa familiar, el padre, que es el que más tiempo puede estar en silencio por razones obvias, según lo apuntado con anterioridad,  quiere intentar algo a lo que él llama la terapia del silencio, con objeto de que a través de la contención, acabe saliendo en cada uno su auténtica voz interior, caso que existiera, claro está. Sin embargo, hasta la fecha todos los ensayos realizados han terminado en un fracaso lamentable, pues al cabo del rato, apenas pasados unos minutos, nadie puede contenerse y se acaba organizando una inenarrable algarabía de voces y gritos, que hacen de su domicilio una auténtica casa de locos. El problema, además, puede agravarse en el futuro, pues una vez que han recobrado la calma, todos manifiestan sentirse habitados por un ser que pugna por salir por las buenas o por las malas de su interior. Y hablan de “La cosa” de John Carpenter y de “Alien” Ridley Scott.
Afortunadamente, en la actualidad parece existir para esta desgraciada familia un atisbo de esperanza, a manos de un médico vienés pariente lejano, al parecer, de Sigmund Freud. Este hombre tiene el convencimiento de que, independientemente de los motivos estrictamente orgánicos que justifiquen el extraño padecimiento de la familia D, todo se debe a una profunda represión de orden psicológico. Piensa que aplicándoles una terapia mixta entre la del fundador del psicoanálisis, y el psicodrama de Jacob L. Moreno, todo tendrá solución y cada cual recobrará su voz original

La primera sesión tendrá lugar en el salón de actos de la Casa Parroquial de la localidad. Ya se han puesto a la venta las primeras localidades al asequible precio de 10 euros la butaca, algo bastante económico para las maravillas que piensan contemplarse allí ese día. El obispado, no obstante, en previsión de que la función pueda tomar un rumbo indeseado, ha previsto la presencia de dos exorcistas, pues “en cualquier caso más vale prevenir” ha llegado a decir literalmente el señor obispo. Seguiremos informando.

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