sábado, 28 de junio de 2014

MADRUGADA

Llega la madrugada, como ya apunta el título, y me encuentra sentado ante el ordenador dispuesto a que el estro baje sobre mi cabeza y me ilumine. Después de todo, me digo, por qué voy a ser yo menos que los apóstoles, esa reunión de gente rara en alpargatas y túnica, que tampoco se habían esmerado demasiado en el Monte de los Olivos. Y que conste que al decir esto siento cierto rubor, pensando como mi mente se adhiere a pensamientos o recuerdos de mi más tierna infancia. Cuando los padres Juan, Mateo, Agustín o Lorenzo nos adoctrinaban. Bueno, mejor me callo. Pudo haber sido peor en una madrasa o algo parecido, donde los niños aprenden de memoria párrafos enteros de una doctrina que para qué, en lugar de leer a Garcilaso, por poner un ejemplo.

Da la casualidad que el ordenador está situado sobre una mesa que a su vez está situada al lado de una ventana, por lo que puedo mirar hacia el exterior y ver lo poco que se puede ver, teniendo en cuenta que son las cinco de la mañana. Plena noche, aunque tampoco, pues pronto en esta época los gallos van a lanzar su habitual carraspera, etcétera etcétera. Siendo de noche, no muy lejos alcanzo a ver a los plátanos iluminados por los escasos faroles que la sobriedad municipal deja encendidos bordeando la calle para que no se tenga la impresión, por ejemplo, de estar en la selva. Cabe decir aquí que la escasa luz amarillenta que los ilumina les da un toque entre romántico y de película gótica, entre Chopin y el Príncipe de las Tinieblas. Lo que me hace reflexionar sobre la capacidad de síntesis de los seres humanos para hacer compatibles la luz y la oscuridad o Valdemosa y el Averno, que viene a ser lo mismo. Debería irme a la cama, me digo, y utilizar cualquiera de los afamados métodos para superar el insomnio, pero algo me mantiene pegado al ordenador. Y no estoy seguro de que sea mi necesidad de trasladar al mundo una idea o pensamiento definitivo, o más humildemente teclear como si se tratara de un piano y yo fuera Chopin. Quien sabe. Hago vagar mi mente por aspectos de mi alrededor capaces de trasladarme a un lugar más atrayente que este donde me encuentro. Pienso en Katmandú y en Ankgor Bat, en las ciudades invisibles de Italo Calvino y en Gengis Khan. Pero no encuentro nada con tal facultad, y la grapadora y la misma impresora se empeñan en ser exactamente iguales a sí mismas. Un reflejo metálico con pinta de mantis religiosa y una caja negra y opaca de baquelita o algo parecido. Pensando esto, recuerdo que tuve un jefe que insistía con relativa frecuencia en soltar frases filosóficas, de las que por su gesto debía sentirse muy ufano. Una de ellas consistía en hacer alusión a la “impenetrabilidad” de la materia, algo con lo que al parecer se hallaba profundamente impresionado, sin duda porque desconocía que en esa época los átomos ya habían sido descubiertos y que, por lo tanto, los protones, neutrones y electrones ya tenían algo que decir. Y los quarks. Cada cual, sin embargo, me digo tratando de no ser vencido por el sueño, tiene todo el derecho del mundo a manifestar lo que piensa. E incluso lo que sienta. En todo caso, se trataría de estar preparado para la hoguera o el premio Nóbel. Dicho lo cual, dedico mis últimos pensamientos al derecho romano y a la “Utopía” de Thomas Moro, y procedo a irme a la cama con la íntima satisfacción de los seres que aceptan que el conocimiento es perfectamente compatible con la estupidez.

DIVISIONES

 El mundo se divide en Arriba y Abajo. Grosso modo. Pero también podría dividirse en Izquierda y Derecha o Adelante y Atrás. Etcétera (…………): este lugar le corresponde rellenarlo a usted con el criterio que le parezca adecuado. Después de todo, dividir algo  en dos partes claramente diferenciadas es la solución más fácil para cualquier tipo de problema no complejo. E incluso para cualquier tipo de definición que requiera una comprensión rápida y una descripción sencilla. Y una toma de partido inmediata. Claro que esto no siempre es válido, pues en muchas ocasiones las diferencias entre las partes son tan notorias (o difusas), que mencionar solo dos es una simplificación evidente. Sin embargo, cuando decidí que había llegado el momento de deshacerme de H, no tuve que realizar ningún esfuerzo para suponer en él solo dos partes. Le maté de seis puñaladas en el tronco, el lugar más odioso de aquel individuo en la medida que llegaba a alcanzar el ochenta por ciento de su cuerpo. Su cabeza y sus piernas ni las consideré, pues en cualquier caso eran insignificantes en comparación con aquella masa informe por encima de su cintura (ocupada sin duda por los pulmones, pero básicamente por un vientre fuera de toda consideración). Esta división del mundo mencionada al comenzar me facilitó mucho el trabajo, y di gracias a Dios en aquellos momentos de tener las cosas claras, y no haberme complicado con insignificancias. Con las piernas y la cabeza, quiero decir, que hubiera hecho mi trabajo solo apto para profesionales cualificados. Charcuteros, pongamos por caso.
Consumada la tarea, que dada la oscuridad y la ausencia de testigos no fue complicada, tuve que entretenerme en descuartizar a aquel individuo para poderlo meterlo en la camioneta y llevármelo. Por increíble que parezca, sus extremidades y su cabeza, a pesar de su volumen despreciable en comparación con el conjunto, no encajaban de ninguna manera en el interior de la misma, por más que me empeñé en acomodarlos debidamente. Así que tuve que entretenerme con el machete para cortar tendones y ternillas para enterrarlo sin que le faltara nada. Yo era ateo, pero Gordon no, y en caso de resurrección no sabía como podría arreglárselas para salir andando, y en estos menesteres siempre he tratado de tener en cuenta la opinión de la otra parte, la suya en este caso (más aún tratándose de zombis). También tuve que hacerme cargo de algún que otro menudillo fuera de control. Esa fue quizás la labor menos agradable porque a decir verdad nunca he sido aficionado a la chacinería. Pecata minuta, de todas maneras.
Este de todas maneras fue un caso sencillo que poco tiempo después resolví con una fosa que tenía preparada en el desierto, momento tras el cual di por finiquitada mi trabajo agradeciendo a la geometría y al método abreviado de resolución de problemas, la ayuda que me habían prestado para su resolución. Desgraciadamente no todas las cosas de este mundo se pueden resolver de una forma tan simple. Haciendo un paralelismo (traído por los pelos), esta forma de actuar es generalmente conocida como maniqueísmo. O blanco o negro o esto o lo otro. El problema del mal en cualquier caso, que muchos sitúan sin muchas cavilaciones en el lugar donde ellos no están. Es decir: donde está el otro. Es el método comúnmente empleado en la naturaleza por los animales. Sería inútil tratar de hacerle ver a un león la crueldad que supone comerse a una cría de gacela, por decir algo, o incluso comerse a su madre si no hubiera sido lo suficientemente veloz para poner tierra de por medio. Este método, sin duda rudimentario, es sin embargo utilizado por quienes diciéndose hijos de la Hélade, no dudan en apostasiar de sus orígenes cuando, por ejemplo, llegado el caso, se pone un negro por delante. O un moro, que hablando de colores, tampoco hay que buscar contrastes demasiado evidentes.
No se trata por tanto de considerar a lo extraño como ajeno, sino como enemigo. Algo a lo que yo nunca he podido sustraerme a pesar de todas las referencias eruditas en contra. Siempre me ha sido suficiente ver al otro como otro (como Otro, quiero decir), para ponerme en guardia, y estar de inmediato preparado para la defensa. Sin descartar, seamos sinceros, el ataque preventivo, hoy tan en boga. Cualquier cosa que con independencia de la crueldad de los resultados, me tuviera a mí como parte más favorecida.
Y siempre ha sido así desde que era joven. No digo que adolescente, edad en la que uno anda todavía más preocupado por otras urgencias, pero sí desde que supuse que la supervivencia de algunos hacía peligrar la propia. La mía quiero decir.
No han sido pocos desde entonces, como es comprensible, los que han dicho adiós a este mundo llevados de un antojo que algunas tardes, sobre todo en verano, se me hacía irresistible. Salía de casa ya de anochecida y buscaba lugares por los que tenía la certeza que transitaban aquellos seres, y recurría al método descrito al principio de estas líneas. Con él, todo resultaba sencillo. De dos partes, siempre elegía la más evidente, y procedía. Las cunetas estarían llenas de cadáveres si hubiera actuado con negligencia, pero, afortunadamente, a pocos kilómetros de aquí se extiende un desierto inacabable donde los coyotes y las aves carroñeras, tienen un apetito tan voraz que, para mi fortuna, no dejan ni los huesos.


(*)   Continuación de una frase (El mundo se divide…) de   Ernesto Sábato en “Sobre héroes y tumbas”.

jueves, 19 de junio de 2014

FAMILIA V

Teniendo unas características muy distintas, las familias A, B, C y D más algún miembro de la mía (yo mismo), llegaron a un acuerdo para formar una nueva con aportaciones de cada una de ellas. Por casualidades de la vida coincidieron una tarde en un área de descanso al borde de una de las carreteras nacionales, y rápidamente simpatizaron por razones no del todo claras, pero que posiblemente tengan que ver el hecho evidente de que formaban núcleos muy sólidos y bien estructurados que no podían ser otra cosa que “una familia”, algo que de inmediato les atrajo. Aprovecharon la merienda para intercambiar opiniones y pronto llegaron a un acuerdo de base, consistente en la necesidad de crear otra familia que les acompañara allá donde el destino pudiera conducirles en el futuro. Sería pues una familia virtual, que solo viviría en sus cabezas y sus corazones, pero a la que tratarían con el respeto y la simpatía con los que en general se trata a la propia. Hubo inconvenientes nada más empezar, era lo lógico dadas las diferencias entre cada una de ellas, pero finalmente se impuso su voluntad creadora y salieron adelante, acordando que cada uno de los integrantes de la familia en ciernes reuniera cualidades de las originarias en porcentajes a acordar.
A las familias A y B les costó mucho llegar a un acuerdo entre la dispersión y velocidad de una de ellas y la solidez y compenetración de la otra, algo que pudieron resolver al llegar a la conclusión de que la nueva debía ser en ese sentido “intermitente” y actuar como A o B de forma alternativa. A las familias C y D tal cosa les traía sin cuidado, considerando que para ellas lo importante era, respectivamente, el porte aristocrático y la discreción por un lado, y por el otro, la facultad de adoptar diferentes puntos de vista según el personaje que les ocupara en esos momentos. Por mi porte, añadí, que vería con buenos ojos que uno de los hijos varones de la nueva familia fuera boxeador, con las cualidades básicas para reestablecer el orden en caso de conflicto. Hubo reunión hasta altas horas de la noche, cuando a nuestro lado ya habían aparcado una buena cantidad de camiones dispuestos sus conductores a descansar unas horas. En la misma, a la que asistieron todos los integrantes de las familias, excepto de la mía, solo se llego a una conclusión, que pareciendo banal, podría tener sus consecuencias en el futuro. Se determinó que la familia por nacer debería llamarse V, en homenaje a la voluntad que les había unido a las ya existentes para alumbrarla y, no menos importante, porque iba a ser una familia virtual, que aunque todos llevarían en sus corazones, nunca podrían llegar a ver al no estar compuesta por células, y ni siquiera por átomos, los ladrillos básicos de la materia y la energía. Aunque hubo sus más y sus menos, pues algunos llegaron a hablar de la teletransportación, y la capacidad de crear algo partiendo de la nada mediante un proceso de fluctuaciones cuánticas, hoy tan en boga. A partir de las dos de la madrugada, cada familia se fue a descansar a su propia manera, dejando cada una de ellas a uno o dos integrantes de la misma en función de su número. El encargo recibido por esta comisión era el de llegar democráticamente a unos acuerdos básicos, de manera que por la mañana antes de separarse, todas tuvieran claro de que tipo de familia estaban hablando.
La reunión de los comisionados se prolongó durante varias horas, y solo fue después de la nueve de la mañana, momento en el que ya no quedaba ningún camión en el aparcamiento, cuando pudieron darla por terminada, después de reunirse en la cafetería y reponer fuerzas. Poco después, todos los integrantes se reunieron en un claro de un bosque de eucaliptos de las inmediaciones, y se dispusieron a votar en orden alfabético de acuerdo con la norma “un hombre/un voto”.
La familia resultante estaba constituida por el típico matrimonio ya entrado en años, pero sin alcanzar todavía la edad de la jubilación (por otro lado discutible), en el que la mujer era bastante mayor que el marido por razones que no vienen al caso, y cuatro hijos, tres chicas y un niño bastante menor al que cariñosamente todos llamaban “el nieto”. También formaba parte de la misma un hermano mayor, hijo de la mujer de un matrimonio anterior, y que aunque en esos momentos estaba en el paro, frecuentemente actuaba como boxeador aficionado en los rings de varias ciudades de la comarca. Era en opinión mayoritaria una pieza fundamental en la familia V, pues tenía mal genio (aumentado por su situación laboral), y no consentiría disensiones que rompieran la unidad que se le supone a una entidad como la aquí tratada (en cualquier caso este hombre era una concesión que se me había hecho dados mis antecedentes familiares, aunque algunos de las otras familias lo cuestionaban). Finalmente la familia virtual se completaba con una criada de mediana edad vestida de uniforme al uso, con o sin delantal y cofia, según las situaciones, y un perro, cruce de terrier y snauzer gigante, del que se puede decir que era muy territorial, y del que valía la pena mantenerse a distancia si no se formaba parte de la familia. Una vez llegados a un acuerdo de mínimos, el padre de la familia A hizo un esfuerzo notable para zafarse unos instantes de su mujer y logró poner todo por escrito, para a continuación la esposa de la familia B, presentárselo al único conductor que quedaba en el lugar que, a modo de notario, dio fe de lo escrito, con fecha, firma e incluso el sello de la compañía de transportes a la que pertenecía “Bicicletas Otero, Torrelavega (Cantabria)”.
Poco después, las familias se separaron cada cual en una dirección diferente, aunque con un destino en común, el mar. Téngase en cuenta de que nos encontrábamos a principios de Agosto, y todas se disponían a disfrutar de las merecidas vacaciones estivales. Se llevaron consigo una copia del escrito para tener siempre in mente qué debían y qué no debían atribuir a la recién nacida familia. En cualquier caso, este es el momento en el que es conveniente dejar aquí reflejados los acuerdos a los que se llegó después de la mencionada reunión, y que todas las familias se comprometieron a respetar.
Primero: Nadie podía introducir cambios en la estructura de la familia V
Segundo: Se acordaba una reunión anual a la que asistirían todos los integrantes de las diversas familias, o al menos una representación de las mismas cuando la situación de la misma lo justificara (con certificado médico, si se trataba de un problema sanitario).
Tercero: A lo largo del año todas las familias debían ponerse en contacto telefónico entre sí, para dar cuenta de las fantasías, ensoñaciones o andanzas de la nueva familia en el imaginario colectivo del grupo.
Cuarto: El trato entre los miembros de las familias engendrantes sería cordial, pero discreto y educado. Los menores debían tratar de “usted” a los miembros de las otras familias que tuvieran más de veinte años.
Quinto: Las familias se comprometían específicamente a no crear nuevos elementos en el seno de la recién nacida. No existían, por lo tanto la posibilidad de nuevos bebés, perros o guardaespaldas (algo que en el caso de los bebés resultaba obvio y era un lapsus en origen, teniendo en cuenta que la madre de la familia V ya no estaba en edad de traer al mundo nueva progenie).
Una vez que las familias hicieron una copia del documento base, se despidieron con la cordialidad y discreción acordadas, y cada cual a su manera, pues como es sabido sobre todo dos de ellas -la A y la B- tenían en ese sentido ciertas dificultades.
He aquí pues el nacimiento de un nuevo tipo de unidad familiar que en el fondo todos tenemos que agradecer, considerando que el índice de natalidad en el mundo occidental ha caído hasta límites preocupantes, y que China, alcanzado cierto nivel, ha dicho basta y distribuye preservativos gratuitos a todos sus integrantes varones, adolescentes incluidos.
Yo me quedé de momento en el área de descanso, pero no pude permanecer relajado durante mucho tiempo, pues de una forma reiterada e insistente me llegaban a la cabeza las primeras imágenes de la nueva familia, que debido a un desacuerdo y la consiguiente pelea en el interior del vehículo entre el perro y el boxeador, había sufrido un aparatoso accidente no muy lejos del lugar donde me encontraba, lo que hizo que de inmediato, después de tomarme una cerveza, saliera en dirección contraria. No quería ser un gafe y frustrar tan pronto aquel sueño colectivo.



miércoles, 18 de junio de 2014

FAMILIA D

La familia D esta compuesta por cuatro elementos, dicho sea esto sin segundas intenciones (ni, por otro lado, nada que la relacione con la tabla periódica de Mendeleiev), y solo como recuento de su número de integrantes. Quienes también pueden ser ocho e incluso más, en función de su estado de inspiración, la hora del día de que se trate y sobre todo de la situación atmosférica.
No todos los días son iguales, como bien sabe cualquiera que ponga los pies en la calle con cierta frecuencia, o que sin hacerlo, se tome la molestia de mirar por la ventana. Hay días lluviosos y nublados especialmente indicados para quedarse en casa al amor de la lumbre, valga la metáfora, sobre todo si a tales características se suma la de un frío intenso o la amenaza de la nieve o el pedrisco. Y hay otros, en sentido contrario, en los que lo más recomendable es ponerse algo ligero y salir a pasear al aire libre, con preferencia por los parques y jardines si los hubiera, o a realizar bonitas excursiones por el campo o a la orilla del mar, con el sol en lo alto durante horas. Etcétera, etcétera, que tampoco es aquí cuestión de hacer una descripción detallada de las estaciones del año y sus meteoros. Y que quede claro que nos referimos a aquellos lugares del globo terrestre situados en las zonas de latitudes intermedias, o al menos no en las proximidades del Ecuador o los Polos, donde el tiempo tiene antojos que no me voy a entretener en describir aquí.
 La clave de todo lo anterior, que como ha quedado dicho afecta sobremanera a la familia que nos ocupa, es que se trata de ventrílocuos. Todos ellos lo son desde poco después de romper a hablar, pues incluso cuando de bebés solo balbuceaban, ya se podía distinguir en ellos unas tonalidades diferentes según el tiempo o la hora del día de que se tratase. Al parecer es una característica general heredada por vía materna debida a la alteración de un gen en el pasado, según ha descubierto un eminente científico, interesado en el caso. El padre estaría pues excluido, pero la convivencia prolongada con su mujer ha hecho que siga la misma tendencia por un sencillo proceso de mimesis.
Sin contar con la facultad inherente a estos individuos para hablar con diferentes voces, y solo refiriéndonos su estructura física observable desde el exterior, los miembros de la familia son efectivamente cuatro, según quedó dicho más arriba. Se trata de un matrimonio que aún no ha llegado a los cincuenta, y dos hijos adolescentes, chica y chico, cada cual semejante a su progenitor del mismo sexo hasta extremos sorprendentes. Una especie de clones, que añaden a sus cualidades fonadoras un aspecto un tanto desasosegante, pues vistos a lo lejos o a contraluz, resulta difícil distinguirlos. Una de las peculiaridades de esta singular familia consiste en que su ventríloquismo no es voluntario, sino natural, de tal manera que con frecuencia ellos mismos son incapaces de controlar a los distintos personajes que les habitan, lo que por cierto origina situaciones caóticas o surrealistas, pues no es frecuente que un chico que apenas apunta una barba que merezca tal nombre, se dirija a su padre con una voz cavernosa de barítono bajo, y que este le responda con la de una doncella impúber. O que la hija adolescente intente entablar una conversación con su propia madre como una vicetiple de revista, y esta le conteste con la de un anciano que cuenta los días que le quedan sobre la superficie del planeta.
Al tener conocimiento de las cualidades de esta familia, la industria cinematográfica y los agentes teatrales pronto se han puesto en contacto con ella con el comprensible propósito de sacar una buena tajada, pero la experiencia ha demostrado casi de inmediato que tal cosa era imposible, pues el único espectáculo que llegaron a representar resultó un auténtico fiasco. Los personajes que cada uno de los miembros representaba de acuerdo a un guión, acabaron liándose en un marasmo incomprensible, incapaces de seguirlo y sorprendidos por sus habitantes interiores de una forma absolutamente desmadrada. En la actualidad, solo la chica es requerida ocasionalmente por ciertos estudios de doblaje para producciones de cine de terror y de cine B, en las que alguna de las protagonistas interpreta papeles próximos a la niña de “El exorcista”. Más raramente son reclamados colectivamente para algunos programas de entretenimiento en la sobremesa de la televisión, en los que, al verlos, el público duda si reírse a carcajadas o llorar de pena viendo su lamentable representación.
Dentro de la casa familiar, el padre, que es el que más tiempo puede estar en silencio por razones obvias, según lo apuntado con anterioridad,  quiere intentar algo a lo que él llama la terapia del silencio, con objeto de que a través de la contención, acabe saliendo en cada uno su auténtica voz interior, caso que existiera, claro está. Sin embargo, hasta la fecha todos los ensayos realizados han terminado en un fracaso lamentable, pues al cabo del rato, apenas pasados unos minutos, nadie puede contenerse y se acaba organizando una inenarrable algarabía de voces y gritos, que hacen de su domicilio una auténtica casa de locos. El problema, además, puede agravarse en el futuro, pues una vez que han recobrado la calma, todos manifiestan sentirse habitados por un ser que pugna por salir por las buenas o por las malas de su interior. Y hablan de “La cosa” de John Carpenter y de “Alien” Ridley Scott.
Afortunadamente, en la actualidad parece existir para esta desgraciada familia un atisbo de esperanza, a manos de un médico vienés pariente lejano, al parecer, de Sigmund Freud. Este hombre tiene el convencimiento de que, independientemente de los motivos estrictamente orgánicos que justifiquen el extraño padecimiento de la familia D, todo se debe a una profunda represión de orden psicológico. Piensa que aplicándoles una terapia mixta entre la del fundador del psicoanálisis, y el psicodrama de Jacob L. Moreno, todo tendrá solución y cada cual recobrará su voz original

La primera sesión tendrá lugar en el salón de actos de la Casa Parroquial de la localidad. Ya se han puesto a la venta las primeras localidades al asequible precio de 10 euros la butaca, algo bastante económico para las maravillas que piensan contemplarse allí ese día. El obispado, no obstante, en previsión de que la función pueda tomar un rumbo indeseado, ha previsto la presencia de dos exorcistas, pues “en cualquier caso más vale prevenir” ha llegado a decir literalmente el señor obispo. Seguiremos informando.

martes, 17 de junio de 2014

REPÚBLICAS DOS/FINAL

Por fin soy Presidente de la república de Italia. Ayer juré el cargo y hoy me he dedicado durante todo el día a descansar.  Poco después del almuerzo me he sentado a la mesa de mi despacho tratando de calibrar la situación en la que me he metido de forma voluntaria. Miro un tanto incrédulo todo lo que me rodea, las paredes enteladas con motivos renacentistas, los muebles clásicos de madera de ébano y palo de rosa con incrustaciones de marfil, y las lámparas, unas arañas enormes de cristal de roca que no parecen lo más adecuado para un lugar como este, donde se supone que se viene a trabajar, y no a recrearse la vista con antiguallas, por muy valiosas que sean. Lo primero que me viene a la mente en estas circunstancias son algunas escenas de mi infancia en Calabria rodeado de cabras y ovejas poco antes de que a mi padre se le ocurriera mandarnos a Vittorio y a mí a estudiar a Milán. Trato de conciliar aquella atmósfera de campo abierto con olor a albahaca y defecaciones de ovino con el lujo que ahora me rodea, y siento cierta nostalgia, como si por arte de magia ahora formara parte de un  mundo que nada tiene que ver con aquel en el que sin duda fui feliz. Para compensar mi desasosiego, y a modo de metáfora, enciendo un puro cubano, un veguero de buenas proporciones y mejor sabor y me abstraigo viendo ascender las volutas de humo hacia el techo, un precioso artesonado policromo supongo que del XIX, y dejo volar mi imaginación tratando de huir hacia otro lugar menos opresivo y engañoso. La ceremonia de investidura como Presidente de la República ha sido bastante divertida, sobre todo porque he intentado verla como algo que no tenía demasiado que ver conmigo. De hecho hace tiempo que llevo dándole vueltas a la idea de como determinadas situaciones de nuestras vidas no son algo que verdaderamente nos pertenezca, sino solo fruto del azar o una serie de circunstancias que lo mismo te pueden conducir a un lugar que a otro muy diferente. He asistido a la ceremonia, a la que lógicamente lo ha hecho el Gobierno en pleno y todas las altas magistraturas del Estado, vestido de paisano, después de que pocos días antes se suscitara un intenso debate sobre cual debía ser mi indumentaria. Los partidos de derechas, el clero y las Fuerzas Armadas han insistido hasta el último momento que debía vestir de uniforme de gala de Almirante de la Flota o de Capitán General, a lo que me he negando alegando que ni siquiera había hecho el Servicio Militar. En su opinión, ese mínimo detalle no tenía la menor importancia, y me han ascendido de inmediato de soldado raso a las categorías mencionadas mediante un decreto ley de un día para otro. Finalmente me he negado, amenazando dimitir antes de asumir el cargo, lo que les ha achantado y he podido hacerlo con un traje oscuro, corbata, camisa blanca y zapatos a juego. Vittorio, con quien he hablado la noche anterior al acto, estaba decidido a suplantarme y presentarse de chándal o en pijama, cosa de la que he afortunadamente he podido disuadirle, aunque me ha costado lo mío, pues en aquellos momentos mi hermano tenía la vena anarquista totalmente disparada. También han asistido, como es natural, una gran cantidad de representantes de los países extranjeros, muchos presidentes y numerosos monarcas acompañados de sus esposas, también llamadas reinas, que parecían competir en un baile de disfraces lleno de gorras de generales y almirantes ellos, y ellas con sombreros y pamelas con y sin plumas, que hasta llegaron a causar determinados problemas de protocolo al dificultar la visión de la ceremonia a algunos de los asistentes. Pero quizás la presencia más significativa fue la de Su Santidad el Papa, que en sus propias palabras, aun procediendo del palacio del Vaticano, dijo asistir en representación de los pobres y desheredados del mundo. Con tal objetivo, independientemente de llegar en una limusina de seis metros blindada con una chapa de acero de seis centímetros de grosor, su indumentaria era un remedo de la de los monjes cistercienses de la Edad media, y en lugar de la casulla de ceremonial, tiara, báculo y zapatos rojos, llevaba una túnica blanca de sarga, capelo, un cayado y sandalias, queriendo de esta manera transmitir a los presentes, la imagen de un peregrino de paso por este mundo, en sus propias palabras. El protocolo en la cena de gala con los representantes de los demás Estados, se ha visto alterado en la medida en que Su Santidad ha insistido en un menú frugal, compuesto por una crema de zanahoria, un sándwich vegetal y un arroz con leche a los postres, algo ante lo que los demás se han visto un  tanto coaccionados, dejándose en el plato buena parte de las pulardas y angulas, que formaban una ínfima parte del suculento y refinado menú de esa noche. A los postres ha llegado el momento solemne en el que he tenido que saludar a los asistentes y pronunciar un discurso, que en realidad he querido dirigir a la gran nación de la que soy ahora su representante oficial. Para comenzar he dicho que era consciente de mi función esencialmente protocolaria, y que lo aceptaba con el íntimo convencimiento de quien tiene la certeza que nada hay superior a la metáfora en la medida que encarna al verdadero ser de una nación, y eso era yo en aquellos momentos, instante en el que he percibido las amplias sonrisas que me dirigían los reyes de las monarquías parlamentarias, y el fru-fru aquiescente de las sedas de sus señoras. Por el contrario, he creído ver en la cara del Primer Ministro un gesto de incomodidad y hasta de desdén, como si lo dicho fuera en su menoscabo. Luego me he extendido un buen rato aludiendo a nuestro lejano pasado del imperio y la república romanas, aun hoy presentes en las cuatro esquinas del globo bien sea en sus restos arqueológicos o el Derecho Romano, inspirador de todos los demás. Pero he hecho especial hincapié (y esto lo había hablado largamente con Vittorio) en mi misión cultural y didáctica, que  en grandes trazos  iba a consistir en estimular a la juventud para que se preparase para un futuro incierto y lleno de desafíos que, sin embargo, tendría que superar. Para ello, he puntualizado, nada mejor que la actitud ejemplarizante de la magistratura que represento, aludiendo en esos momentos a dos de nuestros más insignes antepasados, Marco Tulio Cicerón y Lucio Anneo Séneca. De ellos he destacado los valores universales que ambos representan aún en nuestros días, deteniéndome especialmente en este último y su visión estoica y menesterosa del mundo. En este sentido he dicho lo siguiente: “ Consideren ustedes, Majestades, Excelencias, Excelentísimos señores y señoras (no he mencionado al Santo Padre a propósito), que estamos aquí, ustedes y yo mismo, como representantes supremos de nuestros países, ofreciéndonos una cena gratuita cuyo importe haría vivir sin problemas a buena parte de la población indigente de Calcuta, por poner un ejemplo, durante no menos de una semana…” , momento en el que ha hecho evidente el enojo de buena parte de los comensales, en algunos de los cuales he creído percibir un movimiento de protesta al entrechocar con insistencia los cubiertos y organizarse una pequeña algarada. Sin embargo el Santo Padre, se ha levantado, me ha aplaudido y me ha bendecido antes de sentarse y seguir despachando amorosamente su sándwich. En cuanto a la infancia y la juventud, he hecho hincapié en la necesidad de inculcarles unos valores verdaderamente humanistas, lejos de la tendencia actual, que solo les considera como a empresarios en ciernes e hinchas de la Roma, el Inter o la Sampdoria. Y a continuación he puntualizado: “Nuestra labor -y aquí he asumido el yo mayestático- irá enfocada a la supresión de los cuentos de hadas, que con sus historias macabras y truculentas son los responsables en buena medida de la perversión y el desvarío de nuestra juventud, y en su lugar se hará hincapié en otros autores hoy un tanto olvidados como Mark Twain y Julio Verne, cuyas historias aportan los verdaderos valores del amor a la aventura, el optimismo y el humor, que tanto echamos en falta en los jóvenes de hoy”. En esos momentos he creído percibir a lo lejos alguna alusión fervorosa a Perrault, los hermanos Grimm y a Christian Andersen, lo que he procurado acallar llevándome impensadamente a la boca un muslo de pularda con la mano. Mi actitud ha surtido su efecto y los rumores se han acallado enseguida, sobre todo porque sabedor de la eficacia de los reflejos condicionados y los automatismos, he levantado de inmediato mi copa de champán, y he deseado larga vida a las naciones de las que eran tan distinguidos representantes, momento en el que todo el mundo ha cambiado de actitud y ha reflejado en su rostro y sus miradas la satisfacción de una cena tan agradable en la que, por otro lado, el cubierto no bajaba de 400 euros. Antes de sentarme y ya con una voz más pausada, les he aconsejada que no dejaran de verme la semana próxima en un programa especial de la RAI, en el que ampliaría los temas tratados esa noche.
Al finalizar el acto, y después de las despedidas  protocolarias, me ha parecido percibir que el primer ministro trataba de hablar conmigo por todos los medios, algo que no me apetecía en absoluto, y cuando por fin se hallaba a mi lado, he tenido que decirle tres cosas antes de que abriera la boca. Primera: “mal empezamos”. Segunda: “quedan suspendidos todos los actos protocolarios previstos para mi persona durante todo el día de mañana” (aunque, por cierto, quizás a Vittorio le hubiera apetecido). Y tercera: “tengo sueño, haga usted el favor de no molestarme. Pasado mañana hablaremos”. Luego, sin darle la posibilidad de contestarme, me he alejado a pie a toda velocidad seguido por una nube de periodistas y guardaespalas hasta que he llegado a mi residencia oficial, lugar en el que les he despedido con un gesto vago de una mano sobre mi cabeza, no sin antes haberme vuelto y dicho: “pasado mañana, más”. He pues aquí en líneas generales mi toma de posesión como Presidente de la República de Italia, cuna de la civilización junto con Grecia, a la que nos hemos hartado de imitar, y cuna asimismo de la pizza, los macarrones, los spaghettis y el queso parmesano, de los que hablaré largamente en mis próximas charlas en la televisión. Y del vino de Chianti, naturalmente, del que de inmediato me voy a servir una copa generosa en compañía de mi hermano Vittorio, naturalmente. FIN

sábado, 14 de junio de 2014

HAIKURRELATOS

ESCRITURAS

                                                 Escribo antes.
                                                 Pienso después.
                                                 Siempre respiro.


.

GEISHAS

                                                Amanece en Japón.
                                                Tokio despierta.
                                                Mueren las geishas.


LOS DOS

                                                Quien eres tú,
                                                Y quien soy yo.
                                                Los dos seremos.



 ANOCHECERES

                                                Llega el día.
                                                Llega la noche.
                                                La muerte llega.



 ESPERAS

                                                La esperaba
                                                Por fin llegó
                                                Tardó en irse.


BÚSQUEDAS

                                                Siempre está allí
                                                Todos la buscan
                                                Nadie la encuentra.


ADIVINANZA

                                                Imponente se yergue
                                                Alto, frondoso, umbrío
                                                No es un árbol.

miércoles, 11 de junio de 2014

REPUBLICAS

Soy presidente de la República de Italia. Pero no Berlusconi, eso que conste. De hecho, ni siquiera soy presidente. Únicamente quiero serlo. Opto a ello, y creo que tal hecho me da la oportunidad de sentirme así “in pectore”.Ya sé que no es fácil, no porque yo no me considere con las aptitudes necesarias, sino porque de acuerdo con la nueva ley electoral, cualquier ciudadano puede serlo. No hace falta estar adscrito a un partido, ni contar con una cantidad excesiva de apoyos. Cualquier persona con uso de razón, puede opositar con el respaldo de otras dos. Pongamos en mi caso, mi esposa y mi hijo, que después de alguna que otra discusión finalmente se han avenido a que lo intente. Soy una persona corriente, pues apenas acabé la licenciatura de Filosofía, y si he de ser sincero, no tengo demasiados conocimientos de la cosa pública. Pero no me importa. Tengo suficientes datos para creer que cuento apoyo popular, de lo que es una buena muestra  mi capacidad para rodearme de gente que me escucha con atención. A pesar de mis carencias, cada vez que abro la boca, me encuentre donde me encuentre, pronto me veo rodeado de una masa enfervorecida que corea mi nombre, aunque yo mismo no tenga demasiada conciencia de la razón exacta. Posiblemente les atraiga mi lenguaje llano, desprovisto totalmente de referencias cultas y latinajos, que al fin y a la postre son los que alejan a las masas de sus líderes. Los ripios y el lenguaje críptico están hechos para las academias y las universidades, donde los profesores se vanaglorian de entender un jerga creada por ellos mismos con la específica misión de impresionar pero que no se les entienda. Son expertos en vaguedades y juegos de palabras que nada tienen que ver con el sentir popular, atento en exclusiva al tono de voz, la bandera de la patria y la promesa de un futuro esplendoroso. Para eso soy único, y tal cosa no debería  asombrar a nadie, pues siempre se ha dicho que era un chico con mucha labia. Y si no soy yo, que pudiera suceder, lo puede ser mi hermano gemelo Vittorio, absolutamente igual a mí, aunque con más dotes. Somos idénticos hasta tal punto, que nuestros propios padres se equivocaban y desde muy pronto tuvimos  utilizar toda la ropa con nuestras iniciales. Al parecer, incluso en el parto fue difícil establecer alguna diferencia, pues nuestra pobre madre (que sin embargo sobrevivió), nos tuvo al mismo tiempo. Ninguno salió antes que el otro. Creo que queda claro. Vittorio es más listo que yo, de eso no me cabe duda, no solo porque en el bachillerato sacaba mejores notas, sino porque puestos a disimular, él lo hace mucho mejor y se parece a mí más que yo a él, por difícil que sea comprenderlo. Quiero decir que él miente mejor, y que puestos a hacerse pasar el uno por el otro, mientras algo en mí delata el engaño, nada en su actitud lo hace. Si dicen, por ejemplo ¡Vittorio! y  yo me levanto, buena parte de quienes nos ven enseguida se dan cuenta de la trampa, mientras que si cuando me llaman a mí lo hace él, todo el mundo asiente. Esta característica, que bien podríamos llamar capacidad para el enmascaramiento y la suplantación, me ha dado una idea que pienso poner en práctica según avanza la campaña electoral, que dada la cantidad de candidatos (somos más de tres mil), durará como mínimo un año. A lo largo de un periodo de tiempo tan dilatado, es incluso posible que los electores se olviden de muchos de ellos, de nosotros quiero decir, y que quienes intenten llegar al Quirinale, se rindan y abandonen a los pocos meses por el desgaste que supone un esfuerzo tan prolongado. Con Vittorio, a quien ya he sugerido algo, es posible que lleguemos al final de la campaña frescos como lechugas, al habernos turnado a lo largo de los días, según el estado de forma de cada cual. Es cierto, según lo dicho más arriba, que los más avispados podrán percibir ciertas diferencias entre nosotros, pero tal cosa puede incluso redundar en nuestro provecho, teniendo en cuenta que en la península itálica la versatilidad es una de las cualidades más valoradas en el jefe. Me preparo pues a viajar al sur donde vive Vittorio, y hacerle la proposición, con el convencimiento de que se avendrá a razones, pues si ya de niños nos gustaba jugar a suplantarnos para tomar el pelo al vecindario y a nuestros propios padres, no creo que ahora que ya peina canas se eche para atrás. Tendré que decirle, eso sí, que deje de ir a la playa, o en cualquier caso, no tome el sol intensivamente, pues resultaría sorprendente que un día el candidato se presente ante el auditorio de un moreno rabioso, y al siguiente con la palidez que me caracteriza, pues mi máximo contacto con el aire libre consiste en sentarme diez minutos en los bancos del parque para dar de comer a las palomas. Lo que ni de lejos es lo mismo. Para igualarnos cabe la posibilidad de que yo empiece a frecuentar los establecimientos de bronceado por rayos uva, pero eso es algo que no me conviene en absoluto. De acuerdo con las últimas noticias, los melanomas parecen multiplicarse sin contemplaciones en las máquinas que los producen. También tendré que pedirle que deje de teñirse el pelo de ese extraño color caoba que tanto éxito parece haberle proporcionado entre las mujeres maduras (y algunas adolescentes despistadas), algo que ciertamente me inquieta, pues Vittorio siempre fue muy presumido, y tengo mis dudas de que esté dispuesto a cambiar su apostura de don juan por la mera presidencia de la república.


FIN DEL PRIMER CAPÏTULO DE LA PELÍCULA “VIVA LA LIBERTÁ”