viernes, 21 de febrero de 2020

ALQUITRANES


Las transacciones no se hacen de cualquier manera, no al menos en la opinión de los que se levantan, bajan y hablan la verdad aunque el cielo todavía se disfrace y los alcoholes  estén aún lejos si tal fuera el antojo, nunca la obligación. Palabras dichas en vano en busca de un objetivo no siempre al alcance de otros interlocutores. Crece el contencioso como una pluma sin sentido que cae con el reconocimiento de los que un día, si tal fuera el caso, tendrían mucho que decir. Nada sin embargo definitivo. El tema es libre y los periódicos siempre tienen las alas abiertas hasta que las tablets tomen la delantera y llegue el enterrador, siempre dispuesto desde que fue posible el mero hecho de vivir hace la friolera de tres mil millones de años y pico. Porque ese es el sino de todos los nacidos todavía silencio aunque las palabras se agolpen en los zaguanes y estén a punto de suceder, no siempre fallidas. Ignorancia de quienes confundieron a los hombres de bien, inutilidad de los parques que dirían Julio levantándose inútilmente y descorriendo las persianas, las cortinas. Sol a manos llenas si tal cosa es posible los fines de semana en el Ártico, la soledad de los narvales y los pingüinos siempre a punto pero no esta vez quien sabe. Certeza de otro día reinventado de un niño que pretende y llegará a ser a pesar de la indiferencia y los juegos de palabras. Pasos en la oscuridad, nieblas antiguas si la antigüedad es algo que merezca la pena y nos conduzca hasta el sabio de Viena, y Alejandro sea ya un cadáver polvo de los caminos que nadie volverá a recorrer o lo harán ignorantes millones cada día. Porque el sentido es algo que confiere la memoria y la trivialidad va a misa o se sienta a esperar en las escaleras: hay opiniones para todos los gustos. Tú, sí, tú, ese que mira hacia otro lado y guarda silencio cuando  el plomo y quizás la amatista se invisten de hollín en pleno invierno. Tú, que traficas con esquinas y volteas la capa, el abrigo o lo que carajo utilices cuando cae la lluvia o el frío aprieta y apenas anochece. Estás advertido por mi parte aunque te engañes y busques subterfugios. No los hay, no existen, y tu cobardía y tu sistema cardiorrespiratorio pagarán las consecuencias. El engaño es una baraja a la que muchos juegan, pero un día el alquitrán se alza o cae, eso es aleatorio pero dice la última palabra. Ese es tu nombre verdadero aunque tú lo ignores. Tu nombre al que otros aludirán cuando se haga el resumen de lo acaecido y los notarios levanten acta. Se equivocan con frecuencia pero no esta vez cuando el silencio y las multitudes se arracimen a la puerta de tu hogar si lo mereces. Y eso es todo, que al menos tal cosa se haga evidente cuando baje el telón y los espectadores se adentren en la noche que no quisieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario