sábado, 26 de marzo de 2016

PARA HACER UNA HISTORIA: CARLOTA



Clínica del Doctor López- Ivorra. MADRID
                                                                                                               URGENCIAS
INFORME MÉDICO DE CARLOTA SWENDENBORG PÉREZ
La paciente, doña Carlota Swendeborg Pérez, de treinta y cuatro años, se presenta en Urgencias acompañada de sus padres don Nemesio Swedenborg y de su madre doña Leonor Pérez. Su aspecto general ES bueno, especificándose en el Anexo I otros detalles de su estado físico que corroboran lo dicho. Su actitud psíquica, por el contrario, denota ciertas alteraciones, entre las que destacan su mutismo y falta de expresividad, detallándose las mismas en el anexo II.
Anexo I
Ver detalles al dorso.
Anexo II
- Doña Carlota se mantiene en silencio a lo largo de toda la visita, por lo que las informaciones que siguen se deben a lo manifestado por sus padres, doña Leonor y don Nemesio. Según ellos, la paciente solo habla ocasionalmente a base de monosílabos que, por otro lado nada tienen que ver aparentemente con la situación de que se trate.
- La actitud mencionada en el párrafo anterior se mantiene desde hace aproximadamente desde hace un mes, después de una gran tormenta con gran aparato eléctrico, por lo que según sus progenitores es posible que esté muy impresionada y su actitud se deba a tal hecho. Doña Carlota siempre fue muy impresionable.
- Sin embargo, existen al parecer antecedentes de esta conducta, siempre de acuerdo con lo expresado por los padres,  pues en la infancia de Carlota ya se dieron breves episodios similares, de los que no se informó al médico por haberlos considerado como cosa de niños, algo que en la actualidad, sin embargo, se prolonga en exceso, razón por la que acuden a este servicio.
- Los citados períodos de silencio de la infancia de Carlota nunca se prolongaron más de una semana y terminaron definitivamente cuando llegó la adolescencia. “Y en concreto con la bajada de la regla” apunta la madre de la paciente, doña Leonor. “Por lo que pensamos que era un tema superada definitivamente” añade su marido.
- Durante la consulta, doña Carlota permaneció inexpresiva sin hablar y con los ojos perdidos delante de sí, y solo ante mi insistencia para que dijera algo, acabó exclamando con una voz firme y bien timbrada “oropéndola” y “botavara”, para de nuevo mantenerse en silencio hasta el final.
-  En vista de los antecedentes, este colegiado decide dejar ingresada a la paciente al menos hasta el próximo lunes, para que pueda ser examinada por el especialista ante el evidente trastorno de carácter que presenta.
- Se reseña como otro dato a considerar, y es que al despedirse de sus progenitores, Carlota parecía contenta e incluso eufórica, si se atiende a lo que expresó en esos momentos, “la alegría” y “los adioses”, que sus padres abrazados acogieron entre sollozos entremezclados con risas histéricas poco procedentes                                                                                            Firmado
                                                                                                               Romualdo Casillas E
                                                                                                               Colegiado 12301

PARA HACER UNA HISTORIA. SIETE



El aturdimiento. El embotamiento. El viento. Los aspavientos. La lentitud. La pereza. La vereda. La destreza. La pereza. El hinojo. Las rodillas. Las genuflexiones. Los reclinatorios. La devoción. La aparición. Los pastores. El cayado. La gula. La biblioteca. La ludoteca. La hemeroteca. La madera. La teca. El ébano. La peña. La leña. El pescado. El atún. El emperador. La pelea. La ralea. El espacio. La especie. La energía. La materia. La difteria. La feria. Los muñecos. Los títeres. Las marionetas. Las bicicletas. Los triciclos. Los velocípedos. Los barcos. Los autobuses. El ómnibus. Las pastecas. Las roldanas. Las fundas. Los edredones. Las sábanas. Las mantas. Las rayas. Las papayas. Los cuadros. Las bisagras. Los clavos. Los tornillos. Las tuercas. Las percas. Las cercas. El pericardio. La oligofrenia. El frenopático. El asilo. Los pistilos. Las amistades. La secretaría. El recepcionista. El ascensor. El comedor. La pulcritud. La dejadez. La suciedad. La necesidad. El perineo. El dedo. La falange. La corte. La cohorte. El pene. La pena. La cena. El desayuno. La rebanada. La cucharilla. El azúcar. El ojo que todo lo ve. El pistilo. El platillo. El vuelo. La estratosfera. La atmósfera. La esfera propiamente dicha. La pera. La espera. La sala. La bala. La paciencia. La ciencia. El lapislázuli. El sacapuntas. La punta. El vómito. La incineración. Los ataúdes. Los sepulcros. Las tumbas. Las pirámides. Los conos. Los paralelepípedos. Los cilindros. El mausoleo. El muladar. La cuadra. El atalaje. El atolón. Los submarinos. El periscopio. La zambullida. El buceo. El pareo. El toreo. Los túmulos. Las clámides. Las sierpes. El herpes. El suero. La sangre. La fórmula leucocitaria. Las canciones. La trova. El hallazgo. El sonido. Los aplastamientos. Los parabienes. El mal. El demonio. Los enanos. Los colombianos. Los peruanos. Los gigantes. El ogro. Los trabajos. Las vacaciones. Las residencias. El candor. El fulgor. La verga. Los juanetes. La raqueta. El vuelo. La deriva. El rumbo. La pista. La pasta. La estela. Los camellos. El turbante. Los guantes. El tunante. El adiós. La recepción. Las despedidas. La buhardilla. El cartón. El hollín. Los recuerdos. El olvido. La parestesia. La apoplejía. La máscara. El neonato. La reata. La beata. El banco. El expolio. El magnolio. Los álamos. El sauce. Los pinos. El abeto. El lecho. El peto. El reto. La espalda. El lecho. El acecho. Las vicisitudes. Los acontecimientos. El dato. La impresión. La percepción. La certeza. La incertidumbre. El acecho. El láudano. El opio. El pueblo. La religión. La apostasía. La herejía. Los dogmas. El Papa. El comunismo. Los istmos. Los ismos. Los ritmos. Los artículos. Los adverbios. Los adjetivos. Los pronombres. Los hombros. Los hombres. El hambre. El palangre. La ubicación. La tos.

PARA HACER UNA HISTORIA. SEIS



Las incidencias. Las indecencias. Las circunstancias. Las ocasiones. Las certezas. Las cerezas. Las dudas. La valoración. La devoción. El sarcasmo. El orgasmo. El órgano. Las fluctuaciones. El orden. La obediencia. La negligencia. El filicidio. La posibilidad.  Las patas. Las matas. Las ratas.  Las cuerdas. El cabo. La maroma.  La cubierta. El despegue. Los bogavantes. Las pinzas. La cola. La ola.  La trola. La desinsectación. La desinfección. La membrana. La permeabilidad. Los miembros. El unicornio. Los marsupiales. Las ballenas. Los cetáceos. Los orificios. Los oficios. Las labores. La precipitación. El hielo. La brújula. La orientación. La electricidad. Los amperios. Los voltios. La reactancia. La resistencia. La intensidad. El fluido. El gasto. El bastón. El ladrón. El cuco.  El celo. La intoxicación. Los aceites. El ungüento. Los perfumes.  El vinagre. La sal. Los palillos. La pimienta. Los pimientos. Los palillos otra vez. El tenedor. La servilleta. El cuchillo. El orégano.  La orquesta. El director. El contrabajo. El trombón. Las trompas. Las violas.  La soprano. El tenor.  El año que viene. Los bisiestos. Los biznietos. Los cestos. Los restos. La prestidigitación. Las cuentas. El prestigio. Los vestigios. Las rentas. La voluptuosidad. La sinceridad. La aleatoriedad. El profesor. El alumno. El pupitre. La tiza. El encerado. La pizarra. El salitre. El rinoceronte. Los équidos. La nariz. El urogallo. El gallo. El serrallo. El rapto. El pacto. El pato. El rato. El hatillo. El altillo. El banquete. La comida. El hartazgo. El taburete. El membrete. El te. La bebida. La celebración. El brindis. Los buenos deseos. Los juramentos. Los excrementos. El teléfono. Los cohetes. La explosión. La fusión. La fisión. La reacción. Los estreptococos. Las impresoras. Las copias. Los atascos. El abecedario. Las vocales. Las consonantes. Las asonancias. La reverberación. Los artistas. Las aristas. Las pistas. Los bocadillos. El sándwich. Las camareras. El cierre. El pestillo. El precio. El vino. La cerveza. La nota. La cuenta. La renta. La madrugada. El ocaso. El alba. La fundición. La fundación. Los comicios. Las apuestas. La investidura. El despojamiento. La desnudez. La mantequilla. La realeza. La plebe. La muchedumbre. El hambre. La sed. El café. La leche. El delito. Las catedrales. El gótico flamígero. El impresionismo. La necesidad. La necedad. La huída. La frontera. Las rías.  La superficie. La profundidad. La rotundidad. La arena. El barro. El limo. La tierra. El páramo. La tundra. La montaña. La estepa. La taiga. La estopa. Los trogloditas. Las cuevas. Las estalactitas. Las estalagmitas. La petanca. Los bolos. La erudición.  El problema. La hipótesis. Los hipocampos. Las hipérboles. La dicción. La jurisdicción. La blancura. El color. El jazz. El cantante. La afabilidad. La ira. La rabia. La veneración. La adoración. La prosopopeya. El entusiasmo. La capacidad. La entereza. La pereza. La diligencia. El tesón. El afán. Las reivindicaciones. Las instancias. Las estancias. El guardamuebles. El taller. El ujier. El bedel. El timonel. El papel. Las resmas. Los ovillos. Los rodillos. La escápula. Los crápulas. La negativa. El inmovilismo. La ductilidad. La maleabilidad. La aféresis. El compromiso. La ruptura. La felicidad. El krill. Los moluscos. Las caricias. Las delicias.  La majestad. El honor. La honra. El apareamiento. Los ayuntamientos. Los alcaldes. Los ediles. Los correveidiles. Las amebas. Las bacterias. El virus. Las plagas. Las llamas. Los lamas. Y el café con leche.

PARA HACER UNA HISTORIA. CINCO



El fracaso. La droga. Las buenas intenciones. La ceguera. La incapacidad. La posesión.  El demonio. La desesperación. El laberinto. La cárcel. La locura. La aniquilación. El suicidio. El poblado. Los intereses. Las opciones. La inutilidad. La congoja. El estupor. El estupro. La inutilidad. La perplejidad. El ánimo. El descenso. La aceptación. Las lágrimas. El abandono. El fin. El principio. Los recuerdos. El esfuerzo. La fe. La voluntad. El valor. La ternura. La compasión. La piedad. La justificación. La soledad. La crueldad. El regreso. El deseo. El Peloponeso. El tambor. La imaginación. El temblor. El hacer. El comer. El ser. La sardina. El anfibio. El artículo. El ático.  Las afueras. Los suburbios. El extrarradio. Los primeros. Los últimos.  Los intermedios. Los interludios.  Las izquierdas. Las derechas. El portero. El árbitro. El arbitrio. Las actas. Los actos. Las acciones. La trashumancia. El sedentarismo. La inanidad. La pasividad. La conquista. La descolonización. Los conquistadores. Los indios. La matanza.  El consuelo. El llanto. La pena. El espanto. La laicidad. El ateísmo. La felicidad. La tristeza. El ahorro. El dispendio. La pureza. El desenfreno. La masturbación. La burbuja. El cosmos. El colmo. El colmado. El pasillo. La alfombra. El entresuelo. La persiana. La mirada. El reloj. El cuadro. Los minutos. Las horas. Los segundos. El tic-tac. Las estanterías. Los libros. El continente. El contenido. La conexión. La desconexión. El vapor.  Las estrellas. El big bang. La silla. El patín. La metamorfosis. El condado. El cardado.  Lo otro. El desnudo. El vestido. Los brazos. El busto. El bruto. El noble. El caballo. El burro. El equinoccio. La cebra. Los ñus. El cocodrilo. Los leones. Las jirafas. El Deuteronomio. El Pentateuco. Los mayas. El Ramayana. La respiración. El ahogamiento. El pálpito. Los susurros. El grito. La confesión. La penitencia. El sacerdote. Los obispos. El letrado. La letra. La letra A. La coz. La hoz. La paz. La hez. La invasión. La defensa. El ataque. La táctica. La estrategia. El vínculo.  La empatía. La simpatía. El odio. El beso. El abrazo. La desidia.  El descaro. La indiferencia. La inferencia. La clínica. La residencia. Los pacientes. Los clientes. Los dolientes. Los emolientes. Los dientes. La boca. Los labios. La úvula. La vulva. El paladar. El paladio. El palacio. El paladín. El castillo. El hornillo. El horno. El perno. El yerno. La sintaxis. Las onomatopeyas. Los omeyas. El laísmo. La ablación. Las decapitaciones. Los pleonasmos. La reducción. El incremento. El excremento. Los premios. Los monumentos. Los paramentos. Las paredes. Los muros. El cemento. La hormigonera. El amianto. El feldespato. La mica. La micra. La milla. El manjar. El llantar. El lar. Las bodegas. El sollado. La cubierta. Las singladuras. El timón. El plumón. El pulmón.

PARA HACER UNA HISTORIA. CUATRO



El ordenador. La búsqueda. La frustración. El hallazgo. El teclado. El piano. Franz Liszt. Chopin. El marfil. El auditorio. La insonorización. El refugio. El eco. La montaña. La voz. El idioma. La proliferación. La existencia. La dispersión. Los arrebatos. Los elefantes. Los pingüinos. La trompeta. La cometa. El oboe. La guitarra. Las cuerdas. El calabrote. El noray. La guerra. La paz. El armisticio. El solsticio. La partida. La llegada. El espaciotiempo. Los álbumes. La colcha. El cuadro. El arcén. El talud. La cuneta. El velero. El humo. Las góndolas. El reloj. La copa. La cámara. El bolígrafo. Las terapias. Las tapias. Los aludes. El umbral. El trámite. El dintel. La tinta. El pomo. La manilla. Las agujas. La costura. La costumbre. La lumbre. La lumbrera. El buey. El candado. El hipotálamo. El cerebelo. El hijo. La hipóstasis. La cruz. Los olivos. El sacrificio. La derrota. La victoria. La lucha. La talla. El talle. El tallo. El taller. La retorta. Los alambiques. El serpentín. La precipitación. El hervor. La destilación. La ebullición. El fervor. Las revoluciones. La conquista. La derrota. Las multitudes. La gente. El pueblo. La nación. La noción. La diáspora. Las concentraciones. La evasión. El saqueo. La generosidad. La avaricia. Los siete pecados capitales. Los capiteles. Los capitanes. Los comandantes. El soldado. El general. La tropa. El topo. El tope. Los alimentos. Las bebidas. La inanición. La desetructuración. Los acoples. La disgregación. La unidad. El separatismo. Las normas. Las hormas. Las formas. Las pezuñas. Las pústulas. Las llagas. Las llaves. El hollejo. La uva. La pasa. El pasaje. Las avenidas. Los caminos. Los senderos. Las trochas. El musgo. La humedad. Los hongos. Los mamíferos. Los vegetales. La virtud. La castidad. Las abluciones. El besamanos. El puf. Los fontaneros. El carpintero. El ebanista. La calefacción. La humedad. La niebla. Los faros. El foque. La epidermis. Las articulaciones. Los poros. Los faros. El blindaje. Los helicópteros. Los coleópteros. Los dípteros. Los ungulados. Los felinos. Los cuadrúpedos. Las demoliciones. El levantamiento. La conducción. El derribo. Las azoteas. Los balcones. El horizonte. El crepúsculo. El opúsculo. La obra. Las sobras. El baldaquín. La litera. Los pasos. Las asas. Las manifestaciones. El populacho. Los aristócratas. Los faraones. Los farallones. Los precipicios. Los acantilados. La gonorrea. La disentería. La flojera. La repetición. El examen. La prueba. La salinidad. El color. El olor. El sabor. La estupidez. La sabiduría. La diligencia. La disidencia. La entropía. El infinito. El silogismo. El balbuceo. La ecolalia. La multiplicación. La escasez. Y los hijos de puta, de nuevo.

jueves, 24 de marzo de 2016

PARA HACER UNA HISTORIA. TRES



La televisión. El electromagnetismo. Las ecuaciones de Maxwell. Las ondas hertzianas. El éter. Los ferrocarriles. Las leyes de Newton. La anarquía. La democracia. Los caballos. Las bridas. Las ancas. Las crines. Las espuelas. Las estrellas. Las estelas. El estribo. Las tumbas. Los muertos. Los difuntos. El óbito. La vida eterna. Los enterradores. La resurrección. Las ascensiones. Las definiciones. Las obliteraciones. Las espadas. Las guadañas. El césped. El incesto. La pasión. El largo y cálido verano. El pecado. La ética. La estética. La hermenéutica. La semiología. Saussure, Lacan, Freud. Di Stefano, Marcuse. Garrincha y Pelé. El balón. El fútbol. El tenis. El psicoanálisis. La indigencia. El perdón. La verdad. La humildad. La caridad. La generosidad. La tiranía. La aeronáutica. La cápsula espacial. El año. El ano. Las circunvoluciones. La penitencia. El perdón otra vez. La venganza. La vergüenza. El onanismo. La libertad. La esclavitud. Los negros. Los blancos. Los indios. Los amarillos. El piel roja. Los garbanzos. El humus. La raza humana. Las lentejas. Los brillantes. La bauxita. El marco. El mercurio. Los voltios. La diferencia de potencial. El wolframio. Las bombillas. Los bombines. Los bombones. El chocolate. Los churros. Los domingos. El hastío. Los hunos. El trabajo. Los políticos. La filosofía. La antropología. La psicología. La biología. La gnoseología. Las ciencias exactas. El mariscal Pétain. El general Franco, Franco, Franco. El secretario. El tesorero. La indigencia. Las transacciones.  Los aviones. Las avutardas. Los asados. La fruta escarchada. El vino. Los meteoros. Las extinciones. La nube de Oort. El cinturón de Kuiper. El rocío. Los dinosaurios. El diplodocus. Los insectos. Las ratas. Los mustélidos. El homo sapiens sapiens. El neandertal. El homosexual. La homotecia. Las venas. La columna vertebral. La artrosis. Las venalidades. El ejército. La flota. Los batallones. Los hispanistas. Los solipsistas. Los autistas. Los flautistas. Los violinistas. La pianista. La lentitud. Las prisas. El libro de bitácora. El bauprés. El espejo. Las jarcias. La cofa. La amura. La catatonia. La ataraxia. El balbuceo. La consideración. La facilidad, El regate. La finta. La cinta. La renta. La cuenta. La menta. El romero. El puercoespín. El protón. El neutrón. El electrón. La tabla. El periodo. El sintagma. El anagrama. Las esdrújulas. Las espátulas. Los pintores. Los actores. El figurante. Las morcillas. Las lentillas. El galán. El gabán. El caballo alazán. La descompresión. El estallido. La sobrecarga. La extenuación. La vid. La mies. Lo abstruso. La complejidad. Los números primos. La yerba. Y los hijos de puta, once more.

PARA HACER UNA HISTORIA. DOS



Los entomólogos. Los paleontólogos. Los cosmólogos. Las celebraciones. La llegada. Los saludos. El encuentro. La puerta. El teléfono. Lo evidente. Lo oculto. La percepción. Los pasos. La mesa. El vino. Los ausentes. Los presentes. Los inesperados. Los habituales. La indiferencia. La belleza. El sol. Las voces. El cerebro. La cabeza. Los ruidos. Los niños. Lo previsto. Lo inesperado. La obcecación. El hecho. La realidad. La fantasía. La conversación. Los canapés. El atardecer. La mañana. Las aliteraciones. Los lapsus. El tema. La política. La práctica. La poyética. La reverberación. La mayéutica. La imaginación. Los otros. Los antepasados. Las sinapsis. El futuro. Los juguetes. Las reiteraciones. La necesidad. La ira. La vergüenza. El desdén. La ignorancia. La religión. Las imposiciones. La desvergüenza. Las justificaciones. La incomprensión. Las órdenes. El acatamiento. Las manos. Los pies. Los dedos. Los cojos. Los tullidos.  La belleza. Los criterios. Los teoremas. Las hipótesis. Las demostraciones. La sustracción. La suma. La península. El hielo. Los narvales. La morsa. El polo Norte. Los imanes. La brújula. Las brujas. Los cuentos. Los hermanos. La sinceridad. El despojo. La batalla. Los cañones. Los pecios. Los precios. Las ganancias. La lotería. Los años bisiestos. Los motivos. Las estaciones. El ferrocarril. Las autopistas. Los escritores. Los astronautas. Los paradores. La leucemia. Lo preciso. Lo justo. Lo indebido. Lo indescriptible. Lo abstracto. La exposición. La escalera. La entrada. Los salones. Los cuadros. Los marcos. El óleo. Los aceites. Los afeites. La barba. La baba. Alí Babá. La escritura. La oratoria. La declamación. La poesía. La prosa. El ensayo. La narrativa. Los notarios. Los suspensos. Los abogados. Los aprobados. Los papagayos. Los urogallos. Las galletas. Los pasteles. Las ramas. Las amarras. Los cordeles. El batiscafo. Los submarinos. Los. Los zeppelines. Las aeronaves. Las bifurcaciones. Las encrucijadas. El martirio. El martillo. Los clavos. Los rabos. Los nabos. El enjaretado. Las tablas. Los ladrillos. La muralla. La empalizada. La azada. La calzada. Jerusalén. Los judíos. Los hebreos. Los mahometanos. Las espingardas. Las escopetas. Los sables. Los pareceres. Las definiciones. Las negativas. Los tejados. Las terrazas. Los balcones. Las palomas, Las gaviotas. Las gavias. Las enajenaciones. Las terapias. La inutilidad. El intento. La frustración. El éxito. La derrota. El no va más. La vulcanización. Las tachuelas. Los zapatos. Los escarpines. Las simas. Las alturas. La espeleología. El qué dirán. El silencio. La crítica. Los hijos de mala madre. Los dictadores. La democracia. La oligarquía. Las galaxias. Las supernovas. El chachachá.

PARA HACER UNA HISTORIA. UNO



La noche. La fiesta. La felicidad. Los regalos. Las mentiras. Las luces. Los postres.  Los discursos. Las suposiciones. El champán. Los años. Los días. Los acabamientos. Los nacimientos. Las despedidas. Las buenas intenciones. Las escaleras. La puerta. La oscuridad. La calle. Las sombras. El asfalto. Las pisadas. La luna. Los árboles. Los recuerdos. Los cautivos. Los supuestos. Las miradas. La indolencia. El silencio. La inquietud. La agitación. El temor. El miedo. El dolor. El orgasmo. Las eyaculaciones. Los sombreros. Las alacenas. Los aparadores. Las sillas. Lo que pudo ser. El silencio una vez más. El alboroto. La incapacidad. Las ideas. Las enredaderas. Las ventanas. La noche otra vez. Los amaneceres. El ocaso. El parquet. El espacio. El reloj de cuco. Las soperas. Los tenedores. El cristal. El temblor otra vez. La duda. Lo que no pudo ser. Lo acaecido. La nieve el viento. Los paraguas. Las arrugas. Las cortinas. La música. Las palabras que sobran. Las palabras que faltan. Los dientes. La lengua. El pelo. Los pómulos. La ausencia. El escote. El collar. La pulsera. La piel. El despojamiento. El iris. Los ojos. Otra vez los ojos. La mirada. El primer plato. El desayuno. El vacío. La soledad. La plenitud. El alba. Lo que nunca será. Los desplantes. Las ausencias. La telequinesis. Las presentaciones. Los interrogantes. La duda. Las aseveraciones. La certeza. El presidente. Los ministros. El albañil. El aparejador. El creador del universo. Las fluctuaciones cuánticas. Los agujeros. Los agujeros negros. Las olas. El mar. El firmamento. La estratosfera. Los meteoritos. La mentira de nuevo. Júpiter. Saturno. Los planetas. Los exoplanetas. La arena. Las tortugas. Los huevos de avestruz.  El ónice. El oryx. El oro. El Orinoco. Los comensales. La desidia. El desprecio. La envidia. El afecto. El efecto.  Los zapatos. Los calcetines. Los cordones. La vida que no es. La vida sumergida. Los nadadores. El mar. Los océanos. Las costas. Los puntos suspensivos. Los adalides. Las interferencias. Los rayos gamma. La bomba de Hiroshima. Los amores. La espera. La huída. El desencuentro. Las alcayatas. El dosel. Los aborígenes. Las alpargatas. La desintoxicación. Las caracolas. Los gorgojos. El ecosistema. Los reyes godos. La lírica. La prosodia. La épica. La retórica. El punto final. Los intersticios. Las fisuras. Las grietas. Los informes.  Las playas. Los funcionarios. Las víctimas. Los castillos de arena. L´Espagne, dijo un francés. Alemania, Francia y Gran Bretaña. Carlomagno. El III Reich. Mussolini. Franco. Hitler. Stalin. Los hijos de puta.

lunes, 14 de marzo de 2016

HORACIO CUATRO




ENTREVISTA CON EL DOCTOR HORACIO ENTREBARRIOS PDOWSKY
CUATRO.

BUENOS DÍAS DOCTOR HORACIO. NOS REUNIMOS HOY DE NUEVO EN ESTAS PEQUEÑAS SESIONES MATINALES PARA SABER ALGO MÁS DE USTED, AUNQUE POR LO HABLADO ESTOS DÍAS, YA VEO QUE SE EMPEÑA EN PRESENTARSE COMO ALGUIEN COMÚN Y CORRIENTE. Y DE ESO, EN MI MODESTA OPINIÓN, NADA. HOY LE VOY A TENDER UNA ENCERRONA DE LA QUE NO VA A PODER ESCAPAR CON LA FACILIDAD DE OTROS DÍAS. ME REFIERO A SU DOBLE FACETA COMO COSMÓLOGO Y FILÓSOFO…

Hola Antonio, buenos días. Una vez más, y créame que lo siento, me veo precisado a matizar sus palabras, lo que temo que no le agrade demasiado a los lectores que tengan la poca fortuna de tropezar con esta entrevista, habiendo en el mundo cosas tan interesantes con las que entretenerse…En primer lugar, y antes de entrar en la materia con la que me amenaza al final de su presentación, le diré, y tengo el convencimiento que esto no va a ser ninguna novedad para muchos: yo no soy doctor en absoluto, eso de entrada. He admitido que se me llame así a partir de cierto momento de mi vida porque percibí que hacerlo suponía para ustedes una satisfacción, posiblemente por mi aspecto de sabio despistado, o estas gafas enormes que me han acompañado desde el Polo Norte hasta la Patagonia. Pero nada más. Aunque quizás deba añadir algo que es posible que le haga sonreír…Mi madre, la pobre, cuando éramos unos críos se encargaba, cuando el verdadero doctor nos mandaba alguna inyección, de hacerlo ella misma, posiblemente para ahorrarse al practicante. Y con el tiempo me enseñó a hacerlo a mí, que era el hermano mayor, ese es todo mi doctorado. Según ella, para hacerlo con las mayores garantías de éxito, lo primero que se necesitaba era ser una persona decidida, y en el fondo con una punta de crueldad -esto me lo dijo más tarde, claro está- a quien no le importara el temor ni el sufrimiento ajeno. Y yo, de eso debo reconocer que no andaba escaso, porque fui un chico un tanto agresivo y belicoso, aunque quizás habría que preguntar a mis hermanos pequeños, los pobres desgraciados, que sufrieron las consecuencias…

HORACIO, YA VEO QUE ES INCORREGIBLE, Y TAMPOCO ES NECESARIO QUE MENCIONE SU ESTANCIA EN LA FACULTAD DE MEDICINA DE SALAMANCA DE LA QUE SE TIENE CONSTANCIA EVIDENTE…NOS HA DESCUBIERTO USTED OTRO ASPECTO, EL DE HUMORISTA, QUE -Y ESO SÍ QUE ES UNA NOVEDAD- DE SU RICA PERSONALIDAD. PERO AHORA ME GUSTARÍA  QUE NOS CENTRÁRAMOS EN SU FACETA DE CIENTÍFICO COMO COSMÓLOGO, Y DE HUMANISTA Y HOMBRE DE LETRAS COMO FILÓSOFO…

Antonio, siempre he sido muy aficionado a la astronomía, eso es cierto. Y a decir verdad incluso he llegado a hacer algún cursillo para principiantes y aficionados en el Observatorio Astronómico de Madrid, pero la inmensa mayoría de mis conocimientos en esa área, proceden de los libros de divulgación que compraba con frecuencia en La Casa del Libro en la Gran Vía. Puedo hablarle a usted con cierto sentido de la Teoría de la Relatividad Especial y General, de la Física Cuántica -el Principio de Indeterminación me chifla- pero poco más. Es cierto que he dado el pego en algunos ambientes académicos, en los que por lo general mantenía un silencio absoluto, que sorprendentemente era tomado como una muestra de mi sabiduría, y que incluso escribí un librito lleno de vaguedades sonrojantes, que tuvo cierto éxito entre los aficionados con dificultades para entender las matemáticas a partir de las ecuaciones de segundo grado, como, por cierto, era y sigue siendo mi caso…Respecto a la filosofía…

 PERDONE QUE LE INTERRUMPA…AHÍ QUIERO VERLE AHORA, HORACIO, NO ME DIGA QUE SUS CONTINUAS ALUSIONES A LOS MAYORES FILÓSOFOS Y SUS NOTAS A PIE DE PÁGINA EN ESE SENTIDO EN CASI TODOS SUS LIBROS SON UNA PURA CASUALIDAD, ALGO QUE USTED INCRUSTÓ EN SUS OBRAS COMO MERAS MORCILLAS EN UNA OBRA TEATRAL..

Pues Antonio, lo ha expresado usted también en lo que acaba de decir que casa me da pie para terminar por hoy con la entrevista. Si yo intentara hacerlo de forma tan resumida, es posible que no lo hubiera hecho tan bien. Mire, como ya le dije en días anteriores, siempre he sido consciente de que, con independencia de querer contar alguna de las cosas que me pasaban en mis ajetreos de aquí para allá, mis libros serían mucho más valoradas si introducía en ellos ciertas referencias, digamos que eruditas, que pudiera hacer de ellos algo considerado con menos rigor por la elites, pues después de todo, el lector común, que era quien realmente me interesaba y los compraba, se las saltaba con toda tranquilidad, y seguía con las pitones, las tribus primitivas, la selva y todas las chaladuras con las que se entusiasmaban…


HORACIO TRES



ENTREVISTA CON EL DOCTOR HORACIO ENTREBARRIOS  PDOWSKY
TRES

DOCTOR PDOWSKY, AYER INTENTÁBAMOS HABLAR DE USTED COMO UN CONOCIDO ESCRITOR CUYOS LIBROS SE HAN VENDIDO EN TODO EL MUNDO, PERO YA PUDE PERCIBIR QUE NO QUIERE CONSIDERARSE ASÍ, COMO SI PARA SERLO TUVIERA QUE HABER GANADO EL PREMIO NOBEL O ALGO PARECIDO…

Mi querido Antonio, se empeña usted en considerarme como alguien que verdaderamente no soy. Más que un escritor, como ya creo que he dejado claro en muchas ocasiones, soy un escribidor, un tipo que tiene cosas que contar y las pone por escrito, pero que para nada considera la manera de hacerlo más allá de que resulten inteligibles. No he cuidado el lenguaje ni el ritmo, ni siquiera he estado demasiado atento a la sintaxis. No he querido decir nada que no sea lo que el lector pueda entender de buenas a primeras. No hay segundos sentidos, ni mensajes ocultos o crípticos. Ni siquiera la posibilidad de segundas lecturas que tanto aprecian los críticos, los lingüistas o los filólogos.  No soy, y en esto hago alusión a conceptos aprendidos en el bachillerato de mi tiempo, ni conceptista ni barroco. El estilo, si debo decir toda la verdad, siempre me ha tenido sin cuidado. En todo caso, podría afirmar que utilizo unas formas que no difieren demasiado de las que puedan emplear dos amigos en la barra de un bar, o dos vecinas cuando se tienen algo que contar al encontrarse al volver de la compra. Un lenguaje de “ahí va eso”. Espero así resulte suficientemente claro.

DESDE LUEGO QUE SÍ, PERO RECUERDO HABER LEIDO CIERTAS CRÍTICAS DE ALGUNO DE SUS LIBROS, EN LOS QUE SE LE HA TACHADO COMO UN AUTOR REALISTA, Y EN ESE SENTIDO EQUIPARABLE DE ALGUN MANERA A LO QUE, CADA CUAL EN SU ÉPOCA, PUDIERON SER AZORÍN O DELIBES…

Cada crítico puede decir lo que se le antoje, que para eso se les paga, y ante mis libros tengo el convencimiento que quien tuvo que leerme por mandato del medio que se lo encargó, se esforzó de alguna manera para encajarme en algún lugar de la literatura reconocida oficialmente como tal. Pobres de los que tuvieron que hacer tal esfuerzo para cobrar a fin de mes. Quizá sea este el momento adecuado para afirmar que yo verdaderamente he leído muy poco, aparte de los mencionados días atrás. Y Julio Verne, por cierto. Lo hice en la adolescencia como una forma de evadirme del ambiente familiar, que ahora que ya nadie podrá reprochármelo, era por cierto bastante atosigante, en un cuarto piso diminuto en una callejuela del Madrid de los Austrias, de la que ya ni siquiera recuerdo el nombre. Éramos diez hermanos y más que una casa como Dios manda, uno tenía la impresión de estar en un hormiguero. Y respecto a lo que me dice de ser considerado como un autor realista, creo que se trata de un craso error. Es posible que en mis libros me ciña exclusivamente a lo que pasa, pero nunca perdí demasiado tiempo en describir en detalle qué, el cómo o el cuando. A mí esos autores que ha mencionado, con todo el respeto que me merecen, me parecen pesadísimos. Uno describiendo con todo tipo de detalles el asiento de madera de un tren de principios de siglo, y el otro haciendo lo mismo con el plumaje de una avutarda. Inaguantables.

DOCTOR, VEO QUE ES PRÁCTICAMENTE IMPOSIBLE QUE USTED TOME EN SERIO SU LITERATURA, CUANDO RESULTA EVIDENTE QUE HA SIDO Y SIGUE SIENDO UN AUTOR DESTACADO CUYO ÉXITO DE VENTAS CASI NO TIENE PARANGÓN EN NUESTROS PAÍS…

Tiene razón Antonio. Yo quiero ser considerado como un autor popular a quien sus lectores leen en el Metro o en cualquier momento en los que la vida se les hace demasiado pesada o aburrida. No me importa que se me compare a Marcial Lafuente Estefanía…o a Corín Tellado, si nos olvidamos del sexo en este último caso, claro está.

HORACIO, Y PERMÍTAME QUE SOLO LE LLAME POR SU NOMBRE A ESTAS ALTURAS DE LA ENTREVISTA, HAY ALGO EN TODO ESTO QUE DICE QUE NO ENCAJA EN ABSOLUTO CON ALGUNAS DE SUS OBRAS, EN LAS QUE CON FRECUENCIA HACE ALUSIÓN A DETERMINADOS AUTORES DE RENOMBRE E INCLUSO A FILÓSOFOS TENIDOS POR EXTRAORDINARIAMENTE COMPLEJOS…

Es cierto, y eso es algo que me brinda usted hoy la oportunidad de aclarar por lo que tendré que estarle en adelante profundamente agradecido. Mire Antonio, yo siempre he sido lo que se dice un “lector de solapas”, alguien capaz (y eso quizás sea un mérito…) de coger cuatro conceptos y hacer con ellos un sofrito que puede quedar muy bien, aunque ni yo mismo los haya entendido. En cuanto a los filósofos en otro momento tendré ocasión de aclarárselo. Es bastante divertido. Ahora empiezan a dolerme los juanetes y preferiría tomarme algo y descansar un rato.

HORACIO DOS



ENTREVISTA AL DOCTOR HORACIO ENTREBARRIOS PDOWSKY
DOS

DOCTOR, EL OTRO DÍA DESCUBRÍ QUE, DIGA LO QUE DIGA, ES USTED UN HUMORISTA…O COMO MÍNIMO UN GUASÓN QUE TRATA DE QUITARLE MÉRITO A TODO LO QUE HA HECHO, QUE DESDE LUEGO NO SE HA LIMITADO A ATRAPAR DE VEZ EN CUANDO UNA DISENTERÍA, COMO PARECE HACERNOS CREER. O EL TIFUS. CON INDEPENDENCIA DE ELLO HOY QUISIERA QUE NOS CENTRÁRAMOS EN SU FACETA DE ESCRITOR…

Mire, Antonio, lo primero tengo que aclarar, una vez más, es que yo no soy lo que parezco. Soy desde luego un señor mayor, e incluso muy mayor, que un día se dio cuenta que para publicar un libro solo hacía falta haber hecho el bachillerato, y tener algo que contar en el magín. Todo el mundo sabe escribir y mucha gente tendría cosas interesantes que contar, pero casi nadie es lo suficientemente osado para hacerlo. Pero, y esto es lo fundamental, una cosa es ser capaz de poner una palabra detrás de la otra, y otra muy diferente hacerlo de tal manera que al resultado pueda llamarse literatura. Por poner un ejemplo evidente, los libros de instrucciones del manejo de una lavadora automática no son literatura y los prospectos de los medicamentos tampoco, por mucho que nos aclaren que no metamos más de cinco kilos en el tambor del aparato o que la aspirina es inútil en caso de cirrosis hepática, por poner dos ejemplos sencillos. Pues lo mismo pasa conmigo.

VEO QUE SIGUE USTED DE BUEN HUMOR, Y ESO ES UN SÍNTOMA MAGNÍFICO CARA AL FUTURO, PUES ESTOY CONVENCIDO QUE CON SU CLARIDAD DE IDEAS Y ESE HUMOR, PRONTO NOS DELEITARÁ CON OTRO LIBRO…

A estas alturas del partido, como se suele decir, lo único que podría escribir es un libro de memorias, pues no pretenderá usted que me vaya ahora al desierto del Kalahari o al Congo belga, pero no estoy dispuesto de ninguna manera a escribir un libro póstumo, pues eso y no otra cosa es un libro de ese tipo. Yo ya estoy suficientemente reflejado en mis libros, y no pienso en absoluto a ponerme ahora en plan filosófico y comenzar a dar lecciones morales o del tipo que sea. Que cada cual se las apañe como pueda para seguir adelante, aunque si tengo que decir algo para no decepcionar a sus lectores es que cuiden sus relaciones sentimentales (“y las eróticas desde luego” añade en voz baja), yo no lo hice, y míreme usted aquí, más solo que la una.



PERO USTED ESTUVO CASADO CINCO VECES…

Sí, y divorciado otras tantas. Yo soy una persona inaguantable, créame. Eso es algo que todas me dijeron cuando me plantaron. Un egoísta y un maniático. Quizás exageraban, pero en el fondo creo que tenían bastante razón. Nunca supe darles lo que querían. O verdaderamente nunca supe qué era lo que querían, porque cada vez que les daba lo que suponía que necesitaban, resultaba todavía peor y solían decirme si les estaba tomando el pelo. Ya ve. Aunque en una cosa todas ellas estuvieron de acuerdo, como escritor yo era una nulidad y más me hubiera valido dedicarme a otra actividad en vez de machacar el diccionario de la Real Academia una y otra vez. Sin embargo ahí están mis más de veinte libros publicados para que pueda decir con cierto orgullo “ahí queda eso”. Caramba.

DOCTOR, USTED HA SIDO UN ESCRITOR POPULAR Y FAMOSO QUE HA VENDIDO MILLONES DE LIBROS EN VARIOS IDIOMAS…YA QUISIERAN OTROS ESCRITORES MÁS VALORADOS EN ESE SENTIDO DECIR LO MISMO.

Antonio, por una vez estamos de acuerdo, pero eso no significa nada. O como mucho, significa que muchos autores que escriben verdadera literatura hubieran preferido escribir mis bodrios y forrarse. Ya hubiera querido yo estar a la altura de Conrad, Stevenson o Melville, por decir solo a tres de mis preferidos, pero al final me di cuenta de que como mucho yo podía ser un gacetillero. Hay mucha gente que lo único que quiere cuando leen es que le hagan pasar el rato contándole todo tipo de embustes y truculencias, como ha sido mi caso. Hablando de música, por poner un ejemplo fácil de comprender, la charanga siempre ha tenido mucho más éxito que la música clásica. El chunda chunda pegadizo cuenta con el fervor popular. Los tambores de la selva, la copla, la opereta, la zarzuela. O hablando de lo nuestro, el sainete y la astracanada. Olvídese de Beethoven…no hay color…

HORACIO, TENGO LA IMPRESIÓN QUE NO ES USTED DEL TODO HONESTO CON SUS LECTORES NI CONMIGO MISMO, QUE TANTO LE VALORAMOS. TENGO LA IMPRESIÓN QUE SU ACTITUD DESCONSIDERADA CON USTED MISMO ES UNA POSE. ES USTED UN COQUETO, PERDÓNEME LA EXPRESIÓN, QUE EN EL FONDO QUIERE SORPRENDERNOS… O COMO DIRÍA UN FRANCÉS, EPATARNOS, PERO DE ESO, SI LE PARECE HABLAREMOS MAÑANA…

HORACIO UNO



ENTREVISTA AL DOCTOR HORACIO ENTREBARRIOS PDOWSKY
UNO
Encontramos al doctor Horacio en su casa de Coto de Valdelallana rodeado de los miles de recuerdos coleccionados a través de su vida en las cuatro esquinas del globo en las que ha transcurrido su dilatada y rica vida. A petición entramos directamente a las cuestiones que van a ser objeto de la entrevista. No le gustan los rodeos ni lo que él llama “puesta en escena”.
DÍGAME DOCTOR ¿VERDADERAMENTE SE APRENDE MUCHO TRASLADANDOSE DE UNA ESQUINA DEL GLOBO A OTRA COMO USTED HA HECHO DURANTE SESENTA AÑOS?
Pues si quiere que le diga la verdad, no creo que realmente se aprenda más de esa manera, que desde luego ha sido la mía, que quedándose en el salón de casa oyendo música clásica de calidad y leyendo buenos libros, por decir algo. Lo mío de no parar quieto de aquí para allá ha sido una ventolera de adolescente que ha durado demasiado tiempo. De hecho hubiera preferido estarme quieto.
PERO ESTO QUE DICE PUEDE RESULTAR DECEPCIONANTE PARA LOS MILES, MILLONES DE ADMIRADORES QUE TIENE USTED EN ESTE PAÍS Y EN EL MUNDO ENTERO…
Es muy posible, pero tenga usted en cuenta que yo no vivo en función de los demás, y lo que acabo de decir no creo que por ello que quien me lee deje de disfrutar con mis aventuras en el Amazonas luchando con la anaconda, o en la tribu de los Gorongoros cuando fui capturado y estuve a punto de ser devorado por aquellos salvajes…
EN CUALQUIER CASO EN SUS LIBROS SE PERCIBE QUE USTED DISFRUTABA EN MUCHAS DE LAS SITUACIONES QUE VIVÍA…POR ESO SU AFIRMACIÓN ANTERIOR PARECE UN POCO SORPRENDENTE…
Mire, puede parecer todo lo sorprendente que usted quiera, pero es la pura realidad. He vivido mucho es cierto, y en todo en mis libros he querido transmitir la impresión de que todo ha sido emocionante y en cierto modo maravilloso, pero en estos momentos, al borde ya de los noventa, no tengo nada que perder si bajo un tanto el listón y digo que muchas de la cosas que he contado pertenecen al mundo de la fantasía, o como mucho a cuatro o cinco momentos realmente interesantes, que lo mismo podía haber vivido con otros personajes en Nueva York o El Puente de Vallecas, para no ir tan lejos…Además, tenga usted en cuenta que yo le he dado a la gente lo que esta quería: un tipo estrafalario como yo haciendo el indio continuamente. Eso vendía, seamos honestos…

PERO AQUELLA LUCHA CON LA PITÓN QUE ESTUVO A PUNTO DE TRAGÁRSELO NO ME DIRÁ QUE NO FUE ALGO EMOCIONANTE…EXTRAORDINARIO.
Mire Antonio, aquella serpiente, que realmente era enorme, inmensa, desde luego, estaba totalmente dopada por su propietario, al que tuve que soltar un buen fajo de billetes para que me permitiera hacer aquel paripé…por eso fue incapaz de apretarme de verdad al enrollarse en mi cuerpo, y cuando abría la boca para tragarme yo creo que se trataba más de un bostezo que de otra cosa. Imagínese que usted se toma de golpe cuatro orfidales. Dentro de quince minutes se quedaría dormido, pues eso le pasó al pobre bicho que a punto estuvo de no poder recuperarse…
DOCTOR, LLEGADOS AQUÍ, EMPIEZO A RECONOCER EN USTED OTRA CARACTERÍSTICA QUE NOS HA TENIDO OCULTA HASTA HOY…AHORA RESULTA QUE ADEMÁS DE ESCRITOR, AVENTURERO, COSMÓLOGO Y FILÓSOFO ES USTED UN HUMORISTA…
Bueno, Antonio, usted estará de acuerdo conmigo que a mi edad ya puedo permitirme ciertas veleidades a las que la gente más joven no se atreve pensando en un currículo todavía en marcha…en mi caso con el horizonte casi inmediato de la caja de pino, esas sandeces me tiene sin cuidado… En cualquier caso créame si le digo que no se trata de humor en absoluto sino de la pura verdad.
NO ME DIGA A ESTAS ALTURAS QUE LAS MILES DE AVENTURAS QUE NOS HA CONTADO EN SUS LIBROS NO TIENEN MUCHO DE REALIDAD, ES IMPOSIBLE, INCLUSO QUERIÉNDOLO INVENTARSE TALES HISTORIAS.
Antonio, no insista. Quizás sea este el momento adecuado para que mis lectores se den cuenta que más que ser un simple tusitela (*) son un escritor con una fantasía desbordante capaz de volcarla en sus libros y hacerla creíble. Créame si le digo que todas esas historias me tienen bastante sin cuidado y puede encontrarlas a poco que se lo proponga en cualquier periódico día a día.
FRANCAMENTE NO SÉ QUE DECIR…
Pues yo se lo voy a facilitar, mi querido amigo. Diga a los lectores que han tenido la cortesía de leerme a lo largo de tantos años, que su admirado doctor no es sino un embustero…eso sí, capaz de inventarse las aventuras más delirantes a partir casi de la nada. He sido reportero de guerra, explorador en la selva y el desierto, paracaidista, buceador y todo lo que usted quiera, pero lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones lo que he experimentado con más frecuencia han sido todo tipo de calamidades… Enfermedades, fiebres, sed, disenterías, mosquitos, infecciones…algo verdaderamente terrible que, eso sí, haría las delicias de un médico de guardia en unas Urgencias de cualquier hospital de cierta categoría. Sobre todo las disenterías…esas horribles cagaleras, con perdón, usted ya sabe, que lo dejan a uno exhausto y postrado en la cama durante una o dos semanas…  
(*)  Los nativos de ciertas islas que visitó R. Louis Stevenson le llamaban tusitela,“el que cuenta historias”.

ROSALEDAS



Querido amigo
Si crees que conoces a Ataúlfo te equivocas, pues solo acabas de tener un mínimo atisbo de sus portentosas  cualidades que no pueden ser apreciadas en los apenas cinco minutos que duró vuestro encuentro, según me dices.  A un paso sigue otro y  su ritmo al andar es natural y se acompaña  del braceo adecuado, es cierto, pero eso no debe confundirte pensando que después de todo es como los demás, pues tu idea saltará por los aires a poco que le trates. Para ello bastará cuando,  sin quererlo,  le roces al cruzaros inopinadamente por la calle o al doblar una esquina. Y no te digo ya de otras situaciones que no es menester nombrar aquí,  pero de las que tengo noticias por terceros.  Ríete tú, llegado el momento, de la Filarmónica de Berlin, la Enciclopedia Espasa o El Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha. 
Parece normal y nada hace suponer en él al hombre orquesta, pero es así, y si no me crees, hazte el encontradizo y sométele a una prueba de la que no pueda zafarse.  Acércate a él en el momento en que tomáis café, o baja con él a los Servicios y cerca de los urinarios, rózale con disimulo la gabardina durante las inevitables manipulaciones, y verás como de repente, te suelta un solo de oboe ó de clarinete, pues esa es otra, y no la menor: al parecer adapta sus actuaciones al lugar en que tienen lugar. Prueba, si no me crees en la Biblioteca, y verás como surgen de inmediato el violín o la viola, los instrumentos más adecuados para tal ambiente, como sabes.  O en un entierro, Dios no lo quiera, y contrabajos y violonchelos serán el acompañamiento ideal, gratis además, para tan luctuosa ocasión, normalmente con el agradecimiento de los deudos.  Y no te digo nada de las percusiones, pues suelen ser molestas y provocan la irritación de los viandantes, aunque en las procesiones son bien acogidos tambores y timbales, pero no siempre los platillos,  por razones de continuidad y de crescendos que estos pueden sincopar. O exacerbar. No lo sabías y no me extraña, porque es además de lo dicho, muy discreto y no gusta de exhibicionismos, de los que no siempre sale bien parado.  Imagínate, por ejemplo,  un concierto en el que en los momentos más sublimes,  en que  cuerdas y  viento trazan sutilísimos acordes románticos, son de repente interrumpidos por un clarinete a todo meter.  Eso ha sucedido y ha provocado motines de bolsillo e intentos de linchamiento, prohibiéndosele la entrada definitivamente en el Auditorio Nacional, en cuya plaza sin embargo, algunas tardes de invierno, se deja caer e interpreta tristísimos adagios, que le han hecho famoso en el lugar, y que incluso ha dado lugar a que la Junta de Vecinos del barrio se haya hecho cargo de sus reivindicaciones.  Es un caso complejo, que el Ministerio de Cultura ha considerado digno de estudio, pues a su melomanía añade, como ya se apuntó más arriba,  cualidades enciclopédicas de erudito.  Para ello sigue el mismo mecanismo descrito para sus arranques musicales, con alguna variante que él percibe pero que a los demás se nos escapa, aunque los estudiosos suponen que está relacionada con la calidad del contacto que provoca su intervención.  Él lo sabe y se muestra esquivo, pues en ello, según se ha sabido, puede irle la vida: el gasto energético es muy superior cuando actúa de ese modo que cuando simplemente hace música, deambula ó juega a las máquinas.  Sea como sea, en ocasiones en las que no ha podido evitar el contacto, se le dispara una relojería que le obnubila y le convierte en un dvd o un cd-rom, según se considere o no el aspecto visual de la ocasión, y suelta una retahíla perfectamente documentada sobre temas de interés general o sobre áreas muy específicas  de la  física de partículas o de la teoría de la relatividad, que son sus temas favoritos, aunque no hace ascos a divulgaciones de orden menor relacionadas con la astronomía, y últimamente con la nanotecnología y los fenómenos de emergencia.  En ocasiones reviste su declamación de raptos  de inusitado lirismo, lo que ha originado que, en ocasiones,  haya que auxiliarle por el grado de deterioro al que le lleva su pasión,  arrobo ó  desesperación, siendo preciso en alguna ocasión, la intervención del SAMUR.  Pero esto no es lo habitual, y las más de las veces se conforma con pequeñas definiciones de términos corrientes, que como con la música, la mayoría de las veces están relacionados con el lugar en el que sucede el roce.  Si es una esquina:”arista, principalmente la que resulta del encuentro de las paredes de un edificio”, si se trata de la entrada de un Banco:”establecimiento público de crédito, constituido en una sociedad por acciones…”, y siempre según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. 
No te imaginabas que un hombre tan corriente, que de hecho pasa inadvertido las más de las veces, sea en un melómano empedernido, un Cervantes en ciernes o un enciclopedista, a los que se puede activar mediante fórmulas tan elementales como un simple encontronazo o un roce apenas perceptible. Incluso se ha llegado a elucubrar si los días de viento variable, las ráfagas con sus cambios de dirección e intensidad,  pueden provocar resultados equivalentes.  En los últimos tiempos se comenta, aunque sea a un nivel  especulativo, si determinados contactos, que quiere la discreción que no sean aquí especificados, le inspiran de tal manera que dan lugar a la creación de obras originales: aforismos, máximas, cuentos, haikus y relatos cortos.  Esto está aún por verificar, pero las fuentes que informan son bastante fiables.  La Junta Municipal del distrito ha elevado al Ayuntamiento un escrito que bajo el título de “El hombre orquesta”, trata de convencer al Concejal de Cultura, y a través de él,  al Alcalde, de la necesidad de tomar en serio a este hombre, y aprovechar sus cualidades para considerarle como  Bien de Interés Cultural, con los previsibles ventajas que tal cosa podría reportarle a él mismo y a las arcas municipales, pues presentándole como tal,  el público debería pagar una tasa que tendría que estudiarse en detalle. 
Me alegro de haberte puesto al corriente de algo que el otro día,  cuando charlamos, tuve la impresión que desconocías en buena medida, lo que no es de extrañar siendo como eres un recién llegado.  A propósito: el próximo sábado nuestro hombre ha accedido a ofrecernos un recital polifacético en el Pórtico de l Rosaleda, donde, según ha dicho, y si tiene los contactos precisos (se necesitarán voluntarios), piensa ofrecernos un ramillete, y perdona la cursilería, de música Medieval y del Renacimiento, y en los intermedios máximas y sentencias de filósofos griegos estoicos, cínicos y escépticos.  Y de un señor rumano del que no tengo ni idea, un tal Cioran.  Espero verte allí, y si eres voluntario, te lo agradecería. No vayamos a quedarnos sin concierto.