Puestos a decir
algo, podríamos decir que Ulpiano vive en un mundo experimental, aunque sin
duda cabrían otras denominaciones para expresarlo. Por ejemplo, que Ulpiano
vive en un mundo inacabado o informe, cuya característica más reseñable es su variabilidad.
Por decir algo concreto, Ulpiano puede estar subiendo por una escalera de su
mundo, y ésta, en un momento dado, transformarse en una valla, que haga difícil
si no imposible su equilibrio, por lo que deberá solventar el problema a toda
prisa, de forma que pueda seguir adelante sin mayores consecuencias. Dar
sentido a esa situación también puede resultar una opción, pero las
consideraciones de orden filosófico deben siempre venir después de haber dado
la respuesta acertada al problema físico previo.
Es pues también,
de acuerdo con lo visto, un mundo peligroso, pues los cambios súbitos hacen que
el sujeto afectado deba ingeniárselas de forma permanente para seguir adelante
incólume. En el mundo de Ulpiano nada es lo que parece, o al menos nada es totalmente
lo que parece. Una manzana, recurriendo a otro ejemplo, puede tener la
apariencia de manzana, y el color y la textura de su piel incluso recordarnos a
alguna de una clase bien definida, por ejemplo la reineta, pero una vez que se
la muerde, saber totalmente diferente, pongamos que a melón. Y eso es lo
sorprendente, y lo que hace del mundo de Ulpiano un mundo básicamente
surrealista. El mismo Ulpiano, teniendo todo el aspecto de ser un homínido
varón de la familia de los primates de mediana edad, puede en cualquier momento
transmutarse en algo totalmente diferente. Y pasar, es un decir, de ser Ulpiano
a ser Umpiano e incluso un piano, lo que puede resultar desternillante o
dramático, según la situación en la que él o nosotros mismos en sus proximidades
nos veamos envueltos.
Pero a estas
alturas puedo ya certificar (he sido testigo en múltiples ocasiones de hechos
que me han dado la experiencia necesaria) que Ulpiano acepta su naturaleza y la
de su mundo con total naturalidad e incluso con satisfacción, aunque también es
cierto que con una mezcla de asombro e inquietud, siendo la perplejidad una de
las características más acentuadas en todos los habitantes del lugar. Sin duda
esa es la razón por la que en los mismos, con independencia de sus rasgos propios,
tengan un gesto que oscila entre la sorpresa y la estupefacción. Tal hecho es
natural si se piensa en la naturaleza de su mundo, en el que sus habitantes se
ven sometidos a un estrés continuo por su necesidad permanente de adaptarse a
sus estructuras cambiantes. El mismo Ulpiano, como fácilmente se comprenderá,
no siempre se reconoce como tal, y en ocasiones tiene consigo mismo conductas
sorprendentes, pues no es lo mismo caminar tranquilamente por el campo
contemplando el paisaje, que verse inopinadamente aporreado por los dedos
vigorosos de un pianista interpretando una sonata para piano. Que sea de Mozart
o Beethoven es, en principio, lo de menos.
Sirva todo lo
anterior como advertencia para quien me lea, y decida seguir adelante y
adentrarse en el mundo de Ulpiano. Debe ir bien pertrechado, no tener ideas
fijas y estar dispuesto a abandonar las propias en cualquier momento. En ese
mundo la versatilidad es una cualidad esencial para desenvolverse con cierta
soltura, y que llegue a parecer un mundo como otro cualquiera. Un planeta del
sistema solar ubicado en su zona templada donde los rayos solares, con todas
las características que le son propias, no lleguen a abrasarlo ni a convertirlo
en un carámbano. Aunque a Ulpiano, todo hay que decirlo, acostumbrado a
múltiples metamorfosis a lo largo de su vida, posiblemente le tendría sin
cuidado.
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