viernes, 2 de febrero de 2018

K DOS



K está de acuerdo con muchas cosas que oye a su alrededor. Y lo está porque piensa que quienes las dicen tienen sus razones para ello, aunque en la mayoría de las ocasiones si fuera él quien las dijera, le parecerían auténticas locuras.

K no es el verdadero nombre de quien dice llamarse así. De hecho, él nunca dijo como se llamaba, y desde que llegó, los demás decidieron llamarle de esa manera, que él aceptó como si fuera una inscripción en el registro civil, y no tuviera un nombre propio. Quizás en su país de procedencia, por otro lado también desconocido, las personas no se llamen de ninguna manera, y son reconocidas por alguna característica física especial, o mediante una elipsis verbal que describa con cierta precisión una cualidad notable. Pero quizás no absoluta, lo que puede dar lugar a equívocos que podrían tenerles sin cuidado u originar conflictos nada deseables.

K pasea por la alameda muy circunspecto, y aunque la gente con la que se cruza le saluda amablemente, él se mantiene impertérrito sin darse por aludido, lo que ha originado que algunos le tilden de maleducado, a lo que él en cierta ocasión objetó que si respondiera al saludo, dejaría de llamarse como se llamaba. Y a eso no estaba dispuesto de ninguna de las maneras. K siempre será K, afirma muy ufano.

K tiene un concepto bastante ajustado de sí mismo. Esa es al menos su propia opinión y la de los psicólogos que lo han tratado cuando ha tenido alguna duda. Ésta, además, solo ha consistido en llamarse K en lugar de K, lo que no le hubiera importado demasiado. Otra cosa hubiera sido llamarse K, de eso está seguro.

K pasa por momentos difíciles cuando alguien pone en entredicho su pertenencia al género masculino. No debería ser así porque tiene a diario la posibilidad de comprobarlo, pero ha de considerarse que tal hecho tiene más que ver con una percepción psicológica que con la de su propio cuerpo. La profusión de vello corporal, su voz grave de barítono, y la indiscutible presencia de un pene y unos testículos voluminosos, no llegan a disuadirle de ello.

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