INCENDIOS
Cuando quisiste ser
¿recuerdas?
lo que otros te dijeron
y olvidar así
lo que tú eras.
Y lo lograste.
Esa disciplina
que siempre tuviste a gala
te hizo por fin
ser alguien diferente.
Pero, después de todo,
hay que reconocer
que tu inexistencia
te dotó de una personalidad
que pronto te hizo destacar.
Fuiste Napoleón,
quién sabe si Nerón,
Jesucristo, Gautama Buda.
O quizás Julio César.
Personas todas ellas prestigiosas,
cuyo nombre, por una
u otra razón,
no debe ser pronunciado
en vano.
Conquistar toda Europa,
morir en una cruz,
alcanzar el samadhi,
cruzar el Rubicón
o incendiar Roma,
no está al alcance de cualquiera.
Bien hecho, por lo tanto.
Ser tan disciplinado
olvidando tu verdadero ser
te ha hecho famoso,
y tu nombre no será recordado
con indiferencia,
aunque solo sea
debido a un defecto
de forma
cuando todo empezó.
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