Queridos alumnos, recordarán ustedes que en la clase del último día nos ocupamos, aunque fuese de una forma un tanto somera, del culo, del mismísimo ojo del culo, un lugar de nuestro cuerpo al que podemos calificar de escatológico en la medida que viene a finalizar ese proceso en la segunda de las acepciones que da a tal palabra la RAE, a la que les remito por si tuvieran alguna duda. No se trata de la vida de ultratumba ni de los seres arcangélicos, sino de algo mucho más banal tras el proceso de la digestión de los alimentos del que hemos hablado con anterioridad, que como compensación nos proporciona la energía para seguir existiendo y poder repetir la jugada, llegado el caso. Siendo esto así, no creo que se pueda exagerar calificando al susodicho culo de primordial, por más que su ubicación no deje de ocupar un lugar mínimo de nuestra anatomía. Tal artefacto, como a nadie de ustedes se le escapa, está ubicado en un sitio remoto y prácticamente ignorado que solo se activa en ciertas ocasiones, en las que requerido de una forma evidente e inevitable. No deja por lo tanto de ser curioso que salvo incidentes indeseables, su presencia nos pase totalmente desapercibida a pesar de su importancia. Y para que ustedes sean conscientes de este hecho, les ruego (y pido perdón al mismo tiempo, si alguien se siente ofendido), que hagan el favor de tomar consciencia en este preciso momento de su existencia. Para ello, utilizando los músculos que movilizan el trasero, culo mejor, movilícenlo mediante el peristaltismo rectal hasta que lo perciban con toda claridad. Eso sí, sin insistir ni forzar, no vayamos a tener una desgracia, que andamos escasos de papel en clase. Veamos: uno, dos, uno, dos, uno, dos…bueno ¡ya basta! Vean como algo tenido como ignoto se manifiesta sin ningún complejo.
Les ruego ahora, que haciendo un esfuerzo mental intenten realizar un paralelismo con dos entidades de las que nos hablan respectivamente la mayoría de las religiones y la ontología filosófica. Me refiero en concreto al alma y el ser. De este último se ocupó en el siglo veinte un famoso filósofo que inició una de las corrientes más importantes del mismo, Martin Heidegger, que más allá de ser un filósofo renombrado y el primer existencialista, se destacó por ser un auténtico hijo de puta que no dudó en apoyar a un tal Adolfo Hitler, algo que después de todo podría no ser tan raro teniendo en cuenta que en su caso el culo le coincidía con la boca.
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