miércoles, 25 de noviembre de 2020

OJOS UNO

 Queridos alumnos, hoy vamos a hablar del culo, ese lugar de nuestra anatomía sin el cual nuestras vidas se nos harían simplemente insoportables. Y no me refiero a los que algunos podrían entender como una superficie llamada nalgas o posaderas, o desde un punto de vista más riguroso, glúteos. Precisamente vamos a hablar de todo lo contrario, un lugar único cuya principal característica es precisamente su falta de superficie, su ausencia. Se trata por tanto de un agujero, cuya nombre en la nomenclatura naval podría ser llamado espiche, aunque lo evacuado por él no sea precisamente agua como en las embarcaciones.

Desde un punto de vista operativo, el culo cumple una función teleológica, o lo que es lo mismo, finalista. Se halla al final del aparato digestivo, esófago, estómago, vesícula, hígado, páncreas, intestino (colon y recto incluidos). Su función, como todos ustedes saben, es finalizar el proceso de la digestión de los alimentos y liberar los productos de desecho, quedándose los aprovechables dentro del organismo, y pasando a formar parte de nuestros cuerpos, donde pueden colaborar a la victoria de un as de los cien metros lisos o al hallazgo de la teoría de la relatividad especial y general. Lástima que no estén aquí presentes Alfred Einstein ni Usaín Bolt para dar fe de tales afirmaciones (aunque quizás hubieran puesto algunos reparos).

Este agujero, dado su hermetismo, impide absolutamente la entrada de la luz en el interior del aparato digestivo en todo momento, excepto mínimamente cuando literalmente estemos cagando. En ese sentido podemos afirmar que el culo es prácticamente un agujero negro del que tampoco puede salir la poca luz que haya podido entrar en los momentos antedichos. Por otro lado, y ya que hemos hecho alusión al campeón de raza negra y recordman mundial de los cien metros lisos, Usaín Bolt, podemos afirmar que en su caso se trata de un agujero negro doble, pues hasta el horizonte de sucesos (ver wikipedia) de su culo también es negro. No hay en él pues la mínima posibilidad por lo tanto de percibir la radiación luminosa de Hawkins (ver de nuevo wikipedia) saliendo al espacio. El cuerpo humano de esta manera se vuelve una especie de réplica a escala reducida del universo, algo que alguien tan enterado de los asuntos estelares como Carl Sagan no creo que llegara en su día a intuir. Por otro lado, es de sobra por todos conocido el apelativo casi cariñoso con el que es conocido tal lugar, llamado con frecuencia ojo del culo, refiriéndose sin duda a su forma y ubicación, pero también posiblemente a una intuición humana que supone que con la ayuda del nervio óptico, la córnea, la pupila, el iris, el cristalino y la retina… podría cumplir una función fundamental en el estudio del terreno y la guerra contra-minas.

OJOS DOS

 Queridos alumnos, recordarán ustedes que en la clase del último día nos ocupamos, aunque fuese de una forma un tanto somera, del culo, del mismísimo ojo del culo, un lugar de nuestro cuerpo al que podemos calificar de escatológico en la medida que viene a finalizar ese proceso en la segunda de las acepciones que da a tal palabra la RAE, a la que les remito por si tuvieran alguna duda. No se trata de la vida de ultratumba ni de los seres arcangélicos, sino de algo mucho más banal tras el proceso de la digestión de los alimentos del que hemos hablado con anterioridad, que como compensación nos proporciona la energía para seguir existiendo y poder repetir la jugada, llegado el caso. Siendo esto así, no creo que se pueda exagerar calificando al susodicho culo de primordial, por más que su ubicación no deje de ocupar un lugar mínimo de nuestra anatomía. Tal artefacto, como a nadie de ustedes se le escapa, está ubicado en un sitio remoto y prácticamente ignorado que solo se activa en ciertas ocasiones, en las que requerido de una forma evidente e inevitable. No deja por lo tanto de ser curioso que salvo incidentes indeseables, su presencia nos pase totalmente desapercibida a pesar de su importancia. Y para que ustedes sean conscientes de este hecho, les ruego (y pido perdón al mismo tiempo, si alguien se siente ofendido), que hagan el favor de tomar consciencia en este preciso momento de su existencia. Para ello, utilizando los músculos que movilizan el trasero, culo mejor, movilícenlo mediante el peristaltismo rectal hasta que lo perciban con toda claridad. Eso sí, sin insistir ni forzar, no vayamos a tener una desgracia, que andamos escasos de papel en clase. Veamos: uno, dos, uno, dos, uno, dos…bueno ¡ya basta! Vean como algo tenido como ignoto se manifiesta sin ningún complejo.

Les ruego ahora, que haciendo un esfuerzo mental intenten realizar un paralelismo con dos entidades de las que nos hablan respectivamente la mayoría de las religiones y la ontología filosófica. Me refiero en concreto al alma y el ser. De este último se ocupó en el siglo veinte un famoso filósofo que inició una de las corrientes más importantes del mismo, Martin Heidegger, que más allá de ser un filósofo renombrado y el primer existencialista, se destacó por ser un auténtico hijo de puta que no dudó en apoyar a un tal Adolfo Hitler, algo que después de todo podría no ser tan raro teniendo en cuenta que en su caso el culo le coincidía con la boca.

OJOS TRES

 Queridos alumnos, hoy continuaremos con la investigación que desde hace unos días estamos llevando a cabo sobre el culo, ese yo inverso que nos habita por más que queramos ignorarlo. Una característica que ustedes habrán podido deducir de lo que han oído, es que por tal sitio tiene lugar el tránsito hacia el exterior de determinados materiales inútiles para nuestra existencia, y en ese sentido absolutamente de acuerdo con la evolución darwiniana: lo que no sirve para sobrevivir, sobra. Creo que eso está suficientemente claro ¿Qué diremos en tal caso de aquellos que aprovechen dicho agujero no solo para expeler los sobrantes sino para introducir por el mismo artilugios a todas luces inútiles de acuerdo con los criterios hasta ahora estudiados, esencialmente el de la supervivencia. Oséase: ¿para qué introducirse por salva sea la parte cualquier tipo de cacharro? O hablando en plan académico al que hacen alusión los libros de anatomía, el llamado ano? ¿Es posible que con tal hecho alguien encuentre algún tipo de ventaja o satisfacción? Al parecer los gay sí, contraviniendo de tal modo lo que la madre naturaleza organizó en sentido contrario. Introducir por el culo un artilugio sea cual sea su función no deja de ser un contrasentido, máxime si al que venimos llamando culo le da precisamente por llevar a cabo su función auténtica, cuya conclusión sería que la llamada concretamente mierda, tenga algo que decir en el asunto, contradiciendo de esta manera su tendencia natural a ver la luz del sol. Este es un tema del que se habla poco, pero que sin duda está en el imaginario de quienes ven en este tipo de aficiones algo contra natura. Aunque, oigan, para gustos se hicieron los colores y allá cada cual con el uso que haga de su ojete. Otro nombre que con cierto sentido del humor y yo diría que casi de afecto, viene a corroborar lo dicho sobre la posible utilización del a estas alturas celebérrimo culo.

En próximos días para ir terminando con este tema apasionante (les recuerdo que cada cual puede ponerle los adjetivos que le gusten), daremos un giro radical a los puntos de vista que hemos mantenido hasta ahora, casi estrictamente fisiológicos, y relacionaremos el objeto de nuestros desvelos con el desarrollo de la psique humana, en donde desde determinadas áreas del conocimiento el culo tiene su importancia, pues lo mismo podría conducirnos a obtener un premio Nobel en cualquiera de la materias que se estudian en la universidad, que a llevarnos de cabeza al hospital psiquiátrico provincial

martes, 24 de noviembre de 2020

OJOS CUATRO

 Buenos días, queridos ami…perdón porque a estas alturas de la exposición he estado a punto de llamarles amigos, algo que a pesar de todo supongo que ustedes me perdonarían, ya que cuando uno habla de forma reiterativa de temas tan íntimos, puede caer en el desliz de calificar indebidamente las relaciones. Aunque, créanme si les digo que a pesar de nuestra diferencia de edad, nuestros culos- el de ustedes lógicamente y el mío- no se diferencian tanto, por ejemplo, como el número de pelos en nuestras cabezas, y como todos ustedes tienen ojos en la cara no tendré que dar más explicaciones. Bien, hoy me voy adentrar siguiendo nuestros conocimientos quasi exhaustivos sobre el culo, en un tipo de consideraciones que supongo que a ustedes por su edad pueden coger por sorpresa. Me refiero al punto de vista psicoanalítico sobre la función del culo en el desarrollo de la mente humana. Para ello echaré mano de algo de lo que tengo la certeza que para ustedes no será totalmente desconocido, y me refiero como norma general a la satisfacción que unos siente en los instantes posteriores del puro hecho de cagar ( o como dice la jerga popular “poner un huevo” o “plantar un árbol”). O lo que es lo mismo de decir adiós a los excedentes. Seamos sinceros ¿Quién no se demora al menos unos instantes tras el acto sentado cómodamente en el trono? Y quien incluso minutos después, arrellanado ya en el sofá o disfrutando al aire libre, no guarda consigo la agradable sensación a la que nos venimos refiriendo? Si son sinceros creo que estarán de acuerdo conmigo. Pues bien, esa sensación es una reminiscencia de nuestros años infantiles, cuando aproximadamente a los tres todos disfrutamos del contento de poder manejar a nuestro antojo los esfínteres, y como consecuencia de poder disfrutar de nuestras caquitas a nuestro antojo. ¡Ah felicidad de la inocencia que nos permitía jugar con ellas en soledad cuando nuestras mamás dejaban de vigilarnos, y éramos capaces de construir terracotas que posiblemente no sería muy diferentes de las esculturas minimalistas de algunas exposiciones de vanguardia!

Y después de dicho esto, es cuando definitivamente me voy a dedicar a lo que les anuncié el día anterior, es decir, la importancia del manejo en tal sentido del culo de acuerdo con las “tópicas” freudianas y el desarrollo psicosexual del infante humano, y por lo tanto de él mismo se hallara donde se hallara a lo largo de la historia. Por ejemplo, en las cuevas de Altamira o en los campos de batalla de Austerlitz.