Recuerdo todavía
tus palabras,
y tu incapacidad
para los silogismos
y las matemáticas.
Tu amor, sin embargo,
A las banderas.
Vano Aristóteles
hacedor de poesía
y jeroglíficos.
Hombre inútil
con la inutilidad
de los aspavientos
y las epopeyas
terminadas en drama.
Abrazaste sin embargo
el duro metal
de las bayonetas.
Fuiste un héroe
Y hoy te saludan
Los ignorantes y
los lobotomizados.
Y los imberbes
Y los ancianos.
Y los que creen que aparentar
Es más importante
Que ser uno mismo.
Fuiste un héroe
qué duda cabe
Y en el camposanto
los que abatiste
aún recuerdan
tu andar altivo y
tu mirada
fiera.
Lo que no saben
o quizás callan,
gran maricón,
es que en privado
ponías el culo
como bandera.