martes, 23 de marzo de 2021

LAS RANAS DE ESPAÑA

En un lugar de España (*) donde las ranas ni siquiera son ranas, habitas tú y a decir verdad, aún sin saberlo habitamos todos nosotros. Es un lugar cuajado de árboles donde siempre ventea una ligera brisa que no parece molestar en absoluto a los batracios. El porqué estos animales no son exactamente ranas es un misterio que nadie hasta ahora ha logrado desentrañar a pesar de los serios estudios que se han realizado al respecto. Incluso se ha llegado a suponer que son otra cosa muy diferente con aspecto de rana. Así de simple. Claro que al llegar aquí quizás debemos considerar que en ese lugar nada es lo que parece. Ya se dijo que hay árboles y una ligerísima brisa, y podríamos desde luego añadir que sobre todo existe un lago enorme en donde, por difícil que resulte de creer, arrecian las marejadas y las olas invaden los malecones que no llegan siquiera a ser tales. Igual que le pasa al agua, de la que no es aconsejable en absoluto beber, aunque no se trate de plomo fundido. Ni de estaño o mercurio. Pero lo más sorprendente de todo una vez que uno se acerca a la orilla, es que pronto percibe el croar de las ranas, pero al mismo tiempo es consciente de que a ese extraño canto no podría llamársele con propiedad croar.

Y ya se dijo al comenzar, que este desconcertante lugar está situado en algún punto de España, pero no se precisó en cual. Y no se hizo por desconocimiento absoluto o desatino, sino quizás porque como otro en el Quijote resulte difícil de ubicar con certeza. Se trata sin duda de España, ese país lejano y violento surgido del mar en un rincón de Europa ¿de Europa? Quizás solo se trate de un nombre al que todos invisten de las características que les son gratas. Un anfibio al que sin embargo nadie se atrevería a llamar rana. Ni salamandra. Y afortunadamente, aún mucho menos sapo.

(*) “En un lugar de España” tomado literalmente de algún lugar del libro “Tristano muere” (editorial Anagrama) de Antonio Tabuchi, y continuado aleatoriamente.